• 07/03/2025 00:00

Un solo puño ante pretensiones hegemónicas

Panamá no debe ceder un ápice ante sus chantajes. Es indispensable dejar a un lado nuestras diferencias y unirnos como un solo puño frente a las pretensiones misóginas de Trump.

Siempre he sido un escritor dedicado a temas literarios, tanto como cuentista, poeta, ensayista y antólogo, como en el oficio de articulista en periódicos en México y Panamá, así como también ejerciendo de promotor cultural y editor. Casi sin tregua. Todo ello sumado a la docencia, primero en colegios secundarios panameños y, posteriormente, como profesor universitario en Estados Unidos, México, y Panamá, donde laboré en el área de Cultura durante 25 años consecutivos en la Universidad Tecnológica de Panamá. Han sido 60 años ininterrumpidos. Aunque parezca difícil creerlo, todo ello casi a un mismo tiempo. Quienes me conocen saben que es cierto.

Señalo todo lo anterior porque sé que a muchos lectores extraña que últimamente, en mi columna de La Estrella de Panamá, me esté ocupando de temas muy diversos. Sobre todo de índole socio-política, que buscan ser un aporte patriótico –entre anímico e intelectual–, de mi sentir frente a la problemática nacional e internacional. No por ser escritor dejo de tener inquietudes sociales, muy por el contrario. Además, mi interés por estos temas no es nuevo.

Pocos recuerdan que en un ya lejano 1976, mientras se negociaban los Tratados Torrijos-Carter, estando becado como escritor en México, prologué y publiqué tres importantes compilaciones de ensayos de connotados estudiosos panameños del tema canalero, en importantes editoriales mexicanas, a un mismo tiempo: “Una explosión en América: El Canal de Panamá” (Siglo XXI Editores); “El Canal de Panamá: origen, trauma nacional y destino” (Editorial Grijalbo) y “El Canal de Panamá” (Fondo de Cultura Económica). Estos libros llegaron a usarse en la década de los setenta en cursos de la Universidad de Panamá.

Aunque me resulta difícil escribir cuentos o poemas sobre temas que no son de mi especialidad, no por eso dejo de tener reflexiones que me gusta compartir. Así ha pasado, sobre todo, con el tema de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela en desmedro de las libertades de sus respectivos ciudadanos, pero también, más recientemente, con la desafortunada aparición de Trump en un segundo mandato en su país, crispando la tranquilidad de quienes creemos en una democracia auténtica cimentada en derechos universales y valores.

Resulta evidente que la puesta en escena de las arbitrariedades de este multimillonario fascista empezó con la grotesca sarta de mentiras que, desde su discurso inaugural, y ahora ante el Congreso norteamericano, escupe casi a diario sobre nuestro Canal, sin disimular su abstrusa ambición de apropiarse de él, cueste lo que cueste semejante aberración jurídica.

Desde hace ya varias semanas, las protestas anti-Trump se muliplican, tanto en su propio país como en gobiernos antes amigos, de diversas tendencias, que han empezado a sentir la avaricia del aspirante a dictador. Aspiración, por cierto, que no disimula, y que más bien se siente cómodo fortaleciendo mediante poco brillantes eufemismos de showman venido a menos.

Las actuales quejas más generalizadas en su país son el flagrante rompimiento de diversas leyes largamente establecidas en la Constitución en beneficio de billonarios del clan que lo protege, desafiando de paso a los jueces más honestos, confiado en llegar hasta la Corte Suprema de Justicia en donde la derecha tiene mayoría. Los miles de injustificados despidos de personal eficiente muy antiguo en diversas entidades gubernamentales, parece ser por el momento una de las gotas que van derramando el agua de la tolerancia.

Por otra parte, lo que Trump está haciendo con las diversas minorías que han emigrado en años recientes a ese idealizado país, ya sea legalmente o no, es un crimen de lesa humanidad. Finge olvidar que él mismo, al igual que el otro gran ególatra multibillonario Elon Musk, descienden de inmigrantes o lo han sido ellos mismos, al igual que la mismísima esposa actual del presidente. Acaso sea esa precisamente la espinita que rige su despótico proceder.

Y, en el plano internacional, profiriendo una amenaza tras otra asedia la independencia y, por tanto, la soberanía misma, de sitios como Panamá con respecto a nuestro Canal, México, Canadá, la Groenlandia danesa, la franja de Gaza, la altiva Ucrania invadida cobardemente hace tres años (por segunda vez) por el dictador ruso Putin... Incluso se pelea con los países de la Unión Europea, antes sus aliados, haciéndoles reclamos económicos fuera de lugar.

En pocas palabras, el tipo –mercader impenitente– tiene “patas pa arriba” la poca tranquilidad que había en el mundo, con sus desquiciadas ansias de hegemonía mediática, continuado enriquecimiento personal y poder indiscriminado.

Panamá no debe ceder un ápice ante sus chantajes. Es indispensable dejar a un lado nuestras diferencias y unirnos como un solo puño frente a las pretensiones misóginas de Trump. Entre otras decisiones que urge acometer en defensa de nuestra soberanía, además de dar voz a nuestras quejas en el Consejo de Seguridad de la ONU del que somos parte, llegó el momento de pedir sin ambages el apoyo solidario de otros países: solicitarle, por ejemplo, a los que no lo hicieron en su momento, firmar el Tratado de Neutralidad. Por razones obvias, China debería ser la primera en hacerlo.

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