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- 07/01/2022 00:00
Tributo eterno a nuestros mártires
Han pasado 58 años desde los tristes episodios de enero de 1964, que revelaron la intransigencia prepotente de los “zonians” y la intervención de las fuerzas militares estadounidense con un trágico desenlace de 22 panameños muertos y más de 550 heridos, quienes valientemente defendieron la dignidad nacional. Una conmemoración, en la que resulta imperioso refrescar la memoria histórica sobre el impacto internacional de un acontecimiento, que puso en evidencia ante el mundo la decadencia del sistema colonial que mancillaba la soberanía panameña.
La reacción en América Latina, Europa y Asia fue inmediata, la prensa del mundo condenó la posición de EUA ante el legítimo derecho que reclamaba Panamá en la revisión total del Tratado Hay-Bunau Varilla de 1903. En ese entonces, la mayoría de los Gobiernos compartían posiciones identificadas con políticas anticomunistas, sin embargo, ello no fue obstáculo para condenar la agresión contra Panamá. Venezuela fue la primera que lideró un coro de críticas contra EUA y desde México hasta Argentina, las fuerzas políticas y sociales manifestaron su solidaridad con la causa panameña. Incluso el Reino Unido y Francia, resentidos por la inacción de EUA ante la nacionalización del Canal de Suez en 1956, fueron los primeros en criticar la agresión contra Panamá.
En Egipto, el presidente Gamal Abdel Nasser sugirió que Panamá nacionalizara su Canal, como ellos habían nacionalizado el Canal de Suez. Hasta el dictador español, Francisco Franco acusó a EUA de agresión contra el pueblo indefenso de Panamá. El diario gubernamental soviético Izvestía, afirmó que: “la conmoción de Panamá, ha alarmado a Estados Unidos causando un estado de semipánico, esta es la primera gran crisis que encara el presidente Johnson en la política latinoamericana de Estados Unidos, desde el fracaso de la invasión de Bahía Cochinos”.
En la República Popular China, se dieron fuertes reacciones contra la agresión sufrida por Panamá. Mao Tse Tung destacó en un enérgico discurso en la plaza de Tiananmen: “El pueblo chino está firmemente del lado del pueblo panameño, y apoya plenamente su justa acción de oponerse a los agresores norteamericanos y procurar recuperar su soberanía sobre la Zona del Canal”. Mientras, el primer ministro, Chou En Lai, en un mensaje al presidente de Panamá, Roberto Chiari, destacaba: “Extendemos nuestra congoja más sentida a los patriotas panameños masacrados por las tropas norteamericanas, y nuestra más sincera simpatía a los familiares de los héroes caídos y aquellos que resultaron heridos”.
Sectores conservadores estadounidenses acusaron al movimiento revolucionario cubano de incitar la violencia, incluso el expresidente Harry S. Truman, en un acto que avergonzó a la comunidad internacional, sostuvo que: “Panamá es obra de los Estados Unidos y ellos (los panameños) deben estar agradecidos por ello”. Amplios sectores de la vida nacional se pronunciaron en defensa de la soberanía nacional, la Iglesia católica, a través de monseñor Marcos G. McGrath, calificó exagerada la simplificación histórica y prepotente de Truman sobre Panamá, en un inaceptable desconocimiento del espíritu independentista del pueblo panameño.
El presidente de Panamá, Roberto Chiari, rompió relaciones diplomáticas con EUA, un hecho sin precedentes en la historia latinoamericana, declarando que Panamá no reiniciaría relaciones diplomáticas hasta que se acordara abrir negociaciones para un nuevo tratado. La Gesta del 9 de Enero de 1964, fue considerada el motivo catalizador para la eliminación de la ignominiosa cláusula de perpetuidad, ante la determinación de un pueblo de erradicar la ostensible presencia militar extranjera, derivada de un pacto que mediatizaba su independencia y soberanía.
La historia de la diplomacia panameña consigna la firme y patriótica gestión del presidente Roberto Chiari y su canciller Galileo Solís, del embajador Aquilino Boyd, quien, en el Consejo de Seguridad de la ONU, expuso ante el mundo las agresiones del Gobierno de EUA contra la integridad territorial de Panamá. Además del embajador Miguel J. Moreno, quien denunció ante el Órgano de Consulta de la OEA, la infame agresión cometida contra un indefenso país.
En el marco de la Alianza para el Progreso y en un intento por reafianzar el tradicional esquema de dominación política en las relaciones interamericanas, se reanudan las relaciones diplomáticas, el 3 de abril de 1964, con la Declaración Conjunta Moreno-Bunker. Posteriormente, tras la firma de la Declaración Robles-Johnson de 25 de septiembre de 1965, se acuerda la resolución del conflicto mediante la negociación, que culminaron en los proyectos de Tratados Tres en Uno.
En el frente interno, bajo la visión estratégica del general Omar Torrijos, reconociendo el alpinismo generacional, se forja la unidad nacional con los sectores populares y progresistas. Mientras, en el plano externo, con una ofensiva diplomática, se internacionaliza la causa panameña en el Movimiento de Países No Alineados, lo que creó las condiciones para la convocatoria en Panamá del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el 15 de marzo de 1973.
En este escenario, Panamá recibió el respaldo unánime del mundo, pues, en la resolución, vetada por EUA, se insta a las partes a iniciar negociaciones. Estas circunstancias propiciaron la firma, en Panamá, de la Declaración Tack-Kissinguer, el 7 de febrero de 1974, que estableció 8 puntos cardinales de negociaciones, que culminaron en la firma de los Tratados Torrijos-Carter, el 7 de septiembre de 1977, por la cual se erradica la presencia militar extranjera y se restituye la Zona y el Canal a la plena jurisdicción panameña.
Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla, y con ello, están amenazados con perder su identidad, por tanto, en el espíritu de los nuevos tiempos es un imperativo fortalecer la conciencia crítica de nuestras juventudes. La determinación y tenacidad diplomática inspiradas en la lucha de los mártires de 1964, y de generaciones de patriotas forjaron la religión que unió a los panameños en la lucha por la soberanía nacional. En el tributo eterno a nuestros mártires, nunca perderá vigencia la consigna histórica: “Un solo territorio, una sola bandera”.