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- 15/07/2020 00:00
No trates de jugarle vivo al virus
Hace cuatro meses nos comprometimos en adoptar un enfoque integral para enfrentar la epidemia de COVID-19. Acordamos que dicho enfoque incluiría intervenciones simultáneas y complementarias en cinco áreas: suficientes pruebas de laboratorio para la detección oportuna de las personas contagiadas, búsqueda intensa de contactos, cuarentena en los casos necesarios, distanciamiento social y fortalecimiento de la capacidad de resolución de los servicios de salud para el tratamiento oportuno de los pacientes que lo requieran. También reconocimos la importancia de movilizar a la comunidad, a fin de sumarla activamente en la gestión de la epidemia. Y, recientemente, comprendimos que hacía falta una nueva estrategia de comunicación social, capaz de generar la necesaria confianza ciudadana para garantizar la participación efectiva de la población, tanto en su cuidado personal como en la participación en la gestión de la epidemia.
Hoy, luego de cuatro meses, la epidemia sigue fuera de control en nuestro país. Hemos sumado cerca de 50 mil enfermos y mil defunciones; pérdidas económicas y financieras considerables, algunas irreversibles; así como un deterioro en la educación y del tejido social necesario para avanzar con solidaridad hacia el desarrollo integral del país. En ese período padecimos cuarenta días en confinamiento total, salimos optimistas de la cuarentena, comenzamos a abrir la economía mediante una estrategia de bloques progresivos de actividad. Pero hoy, seguimos emproblemados, enfrentando una escalada sin precedentes de casos y defunciones, que nos tiene al borde de la desesperación. Muchos ciudadanos claman por la vuelta a la cuarentena, los empresarios por su parte claman por la apertura total; mientras otros, subrayan la necesaria búsqueda de un equilibrio entre las intervenciones de salud pública individual y colectiva y las económicas y financieras.
En este panorama muchos nos preguntamos ¿qué ha pasado?, ¿por qué no mejoramos?, ¿qué no se hizo a tiempo?, ¿qué se dejó de hacer?, y lo más importante ahora, ¿qué podemos hacer?
Yo sigo convencido de que todavía estamos a tiempo para contener a este virus. Para ello tenemos que comenzar aceptando que el virus está presente en todo el territorio nacional (Fase IV le llaman los especialistas): Puede estar esperando a las personas susceptibles (más del 90 % de la población), en sus casas, si hay alguien contagiado, en calles y veredas, en los transportes colectivos, en los negocios. Por esa razón, veremos aumentar los casos y las defunciones por uno o dos meses más, luego tendremos un respiro, y luego volveremos a tener otro aumento, hasta que toda la población posea inmunidad. Y eso es así, porque ese es el comportamiento de este microbio, está en su naturaleza, y es muy efectivo en lo que hace.
Por esa razón; el distanciamiento físico y las medidas de higiene personal, constituyen nuestras mejores armas para enfrentar al enemigo. Por supuesto que el Gobierno, con nuestra participación, tiene que reforzar su quehacer, especialmente en las intervenciones señaladas al inicio. Pero no es la hora de llorar sobre la leche derramada y volver a confinarnos, porque, como señalé, “el virus está en todos lados”. Y menos, creer que se le puede jugar vivo a este virus.
Lo que hay que hacer es mantenernos firmes y solidarios con la certeza absoluta de que las medidas de higiene personal y distanciamiento físico salvan vidas, incluso si hay gente que se enferma y muere. Pero, ojo, panameños, sobre el distanciamiento físico nos advierte el profesor Jonathan Smith: “si bien el distanciamiento social reduce los contactos con otros miembros de la sociedad, típicamente los aumenta con la familia y los amigos muy cercanos. Por eso, hay que ver a la familia entera como una sola unidad; si una persona se arriesga, todo el grupo está en riesgo. A la inversa, si nadie se arriesga, se interrumpe la transmisión para todos los demás eslabones”.
Entonces, no vale intentar jugarle vivo al microbio. No vale invitar a nuestra casa a los familiares o a los amigos cercanos, o ir a visitarlos sin tomar las precauciones necesarias. Tengamos claro que cualquiera persona por fuera de nuestro núcleo familiar puede ser una persona positiva, y cuando entra a nuestra casa, no viene sola. Y no olvidemos que, al regresar del trabajo o del supermercado, junto con nosotros puede venir el invitado indeseable. Como también nos advierte el autor citado arriba, “desde el punto de vista de las dinámicas de transmisión, eso rápidamente genera una red social altamente conectada que destruye el trabajo de toda la comunidad. Este virus no perdona a quien rompe las reglas”.