• 01/08/2022 00:00

Una silla en la mesa

Las políticas intervencionistas para el desarrollo, siempre han favoreciendo a la oligarquía panameña, así la clase media, los obreros y otros se cuelan para mejorar sus condiciones de vida

El Estado panameño es un estado social, de allí que se entiende que el desarrollo del país está dirigido por políticas públicas, para atender problemas sociales comprometidos con erradicar los grandes males que obstaculizan ese proceso. Compartimos esta categoría de estado social, con 189 países que pertenecen al sistema de naciones unidas. Estos países del llamado “mundo libre”, son estados democráticos y de derecho, igual o parecidos a Panamá.

La segunda guerra mundial, dejó devastadas a las naciones más poderosos del mundo, propugnado por un modelo desarrollista, influido por el sistema de naciones unidas, en la que Panamá está adherido. Hemos sido testigos de las políticas intervencionistas del Estado, para alcanzar el desarrollo, siempre favoreciendo a la oligarquía del país y permitiendo que la clase media, los obreros y alguno que otro grupo desfavorecido se cuele para mejorar sus condiciones de vida. Cuando la oligarquía de nuestro país, aglutinados en la industria, la construcción, el comercio y servicios; advierten que nuestro país está caminando hacia un régimen de izquierda, con el temor de que puedan despojarles de sus privilegios y sus patrimonios; desconocen siquiera que Panamá, tiene más de cincuenta años de ser una Estado Social, porque cuenta con políticas públicas dirigidas a resolver los grandes problemas que impiden el desarrollo del país y que en las últimas décadas está inmerso en ellas, en procura del progreso social. Que no se eficiente en eso, es otra cosa.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son la base del modelo social panameño hoy, a pesar de no alcanzar a saldar la deuda que tenemos como Estado, con los más desfavorecidos; nuestra población indígena y afrodescendiente. La propuesta de Desarrollo Sostenible, es un modelo de carácter eminentemente social y sólo un Estado verdaderamente comprometido con él en la Agenda 2030, adopta los 17 objetivos mediante el Decreto Ejecutivo No.393 del 17 de septiembre de 2015. Me sorprende mucho, que todavía la oligarquía panameña, no se haya enterado que el mundo cambio creando estados sociales y, que todas esas grandes potencias que tanto idealizan, también lo son. Esas dan subsidio por desempleo, maternidad, vivienda, a las agroindustrias, a los bancos y a las empresas de energías; al igual que favorecen a sus oligarquías nacionales, algunos con gobiernos socialistas y otros demócratas y republicanos. Los programas sociales, denominados como “Estados de bienestar” los encuentras en todos estos países.

La igualdad de oportunidades y la erradicación de la pobreza como parte del sistema social de las naciones unidas, no ha sido suficiente para combatir la corrupción que impiden que los programas sociales, puedan mover a la gran población pobre a mejores estratos sociales. Es por eso que estamos enfrentados. La lucha en las calles hoy, no es por mejorar las condiciones que tienen los sectores privilegiados de nuestro país, sobre todo porque ellos, no están en las calles. Esta lucha es de los (as) panameños desfavorecidos de la riqueza que tiene nuestro país. Por tanto, no entiendo como piden una silla en la mesa de negociaciones, a menos que ellos tengan algo que dar, como bajar el margen de ganancia para que la población pueda sobrevivir en estos tiempos difíciles.

El gobierno panameño beneficio en primera instancia, en esta Pandemia de covid-19, a la banca nacional. Le sirvió de garante o fiador ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetarios Internacional (FMI) y la banca privada internacional (Goldman Sachs y Societé General de Banque) por un monto 1,300 millones de dólares, que el Banco Nacional de Panamá por parte del Estado Panameño, debe honorar sino cumplen con el compromiso.

El sector de construcción se impulsa con el programa de Fondo Solidario de Vivienda con B/.10,000.00 para la compra de la primera vivienda, apoyando a más de 217 promotoras y sus proyectos.

Así otros sectores se han beneficiado históricamente de la riqueza de nuestro país, a través de la evasión de impuestos y las concesiones de explotación de recursos del estado panameño y la corrupción. Bien decía Ricaurte Soler, la oligarquía panameña no tiene consciencia nacionalista. No quieren formar parte de la mesa de negociaciones para proponer soluciones, lo hacen para velar porque no se pierdan sus privilegios.

Docente e integrante del Colegio de Sociología y Ciencias Sociales de Panamá, Cosciespa
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