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El 20 de junio de 1924 se publicó en La Estrella de Panamá: “Panamá existe por y para el canal”. Con esta frase, el presidente Belisario Porras inició un enardecido debate nacional. La República de Panamá existe porque sus fundadores querían el Canal. Y es que puede afirmarse que no hubo asunto internacional tan discutido y estudiado a finales del siglo XIX en todo el mundo como el relativo a la apertura de los canales interoceánicos americanos y a las actuaciones públicas o privadas de la compañía antigua del Canal.
La historia y la geopolítica por sí mismas son disciplinas muy interesantes que tienen un gran valor, pero este aumenta exponencialmente cuando su conocimiento se utiliza como herramienta para anticipar macrotendencias, adelantarse a movimientos concretos y predecir errores futuros. Así que deberíamos repasar ciertos hechos de los panameños en los siglos XIX y XX.
La República de Colombia sabía que en el Departamento del Istmo abundaba una mayoría liberal, apasionada y fiel a su ideología, combatiente en la Guerra de los Mil Días, y constante en su beligerancia doctrinaria que repugnaba a los gobernantes colombianos de fin de siglo. Los sentimientos por parte de los panameños de abandono de los gobernantes colombianos era real y chispa de la gesta separatista de 1903. Durante las discusiones del tratado Herrán-Hay, el senador panameño Luis de Roux declaró en un discurso ante el Congreso de Colombia dejando implícitamente que, sin la debida atención, y rechazo por parte del Congreso, Estados Unidos tomarían cualquier acción.: “en Panamá, honorables representantes, obispos, gobernadores, magistrados, secretarios, jefes militares y subalternos, han sido y son extraños, al departamento... Parece que, a semejanza de una infección, el Gobierno se ha propuesto excluir a los hijos del istmo de toda participación en los asuntos públicos con una tenacidad que asombra”.
¿Qué pasaba y sabía de Roux? Estados Unidos siempre pensó en la necesidad que tenía de construir y manejar un canal en el istmo. Además, sus gobernantes así lo manifestaron. El presidente Hayes, el 8-III-1880 comentando la obra del canal francés que emprendía Lesseps, declaraba en palabras de elocuente claridad, en su mensaje al Congreso: 《La política de este país exige un canal (entre los dos mares) bajo la dominación americana. Los Estados Unidos no pueden consentir en entregar esta influencia dominante a ningún poder europeo ni a ninguna combinación de poderes europeos, el canal interoceánico a través del istmo americano cambiará esencialmente las relaciones geográficas entre las costas de los Estados Unidos en el Atlántico y en el Pacífico, y entre este país y el resto del mundo. Ese canal será el gran camino real del océano entre nuestras costas del Atlántico y del Pacífico y, virtualmente, una parte de las costas de los Estados Unidos.
Todos sabemos en qué quedó el cuento de la aristocracia bogotana disfrazada de “notables” que discutían -ante la mirada de París y Washington- qué hacer con el fracaso de la compañía del canal francés de Ferdinand de Lesseps, mientras los pobladores del Departamento del Istmo pasaban hambre y estaban desempleados, y que el 3 de noviembre de 1903 creamos la Constitución panameña para resolver la negación de la concesión del canal francés al Gobierno de Estados Unidos. El problema que quedó en el siglo XX y pudimos resolver fue la venta de la Zona del Canal que hizo la Cámara de Comercio del Departamento del Istmo con Estados Unidos de América que llamaremos Tratado Hay-Buneau Varilla y que luchamos tres cuartos de siglo para abolir con la firma de los tratados Torrijos-Carter en 1977.
El 31 de diciembre de 1999, Estados Unidos nos entregó la administración del Canal luego de tanta sangre derramada y luchas del pueblo en el siglo XX. Pero, de la misma manera que los dueños de corporaciones empresariales parasitarias infiltraron las licitaciones estatales, también fueron infiltrando sin meritocracia los altos mandos de la junta directiva del Canal. Continuará...