El dólar se desvanece, alerta el FMI

Actualizado
  • 11/01/2025 00:00
Creado
  • 10/01/2025 19:09
Panamá, cuya nomenclatura monetario-financiera está basada en la divisa estadounidense y circula como moneda nacional, no debería estremecerse por la inopinada opinión del FMI

El Fondo Monetario Internacional (FMI), del cual nadie oculta es el instrumento financiero por excelencia del gran capital, en particular de Estados Unidos, sorprendió a muchos cuando en su último informe el fin de año, advirtió de que “el dólar se desvanece”, y provocó una crisis de nervios.

Panamá, cuya nomenclatura monetario-financiera está basada en la divisa estadounidense y circula como moneda nacional, no debería estremecerse por la inopinada opinión del FMI que puede afectar más que a cualquiera a Washington, al presagiar peligros para los esquemas globales del mercado internacional basado en el billete verde.

Podría pensarse que se trata de un recurso mediático del ente multilateral para justificar los exabruptos de Donald Trump contra los Brics, pero el hecho de la desdolarización es cierto, como lo es también que se haya generalizado diversificar las reservas internacionales en decenas de países.

Estados Unidos sustituyó el respaldo en oro de su moneda en 1973 ya desde entonces los garantes de su divisa han sido su alta producción material y tecnológica, su importante PIB y la cantidad de países tenedores de la moneda, como Arabia Saudita, la propia China , Japón y otros, que acumulan montañas de esos billetes en sus reservas internacionales, lo cual le da un valor agregado.

Si esos países renuncian a ella y empiezan a deshacerse, el dólar se desmorona y la crisis monetaria y económica mundial sería descomunal. Imagínense lo terrible de una corrida de los tenedores de dólares a otras monedas cuando se calcula que más de un 70 % de la masa bruta de billetes verdes está distribuida fuera de las fronteras de Estados Unidos. Pero, por ahora, eso es una ficción.

En el caso de Panamá, el suyo está apuntalado por el Canal interoceánico y puede tener la tranquilidad de que una desdolarización le afectará poco gracias a esa coraza protectora que no dejará de ser usado por la navegación mundial e impedirá que sus ingresos sean arrastrados por una crisis hipotética de la superdivisa. Podrá cobrar el peaje en la moneda que esté en boga.

De todas formas, para más tranquilidad, el mundo monetario seguirá girando en torno al dólar por un tiempo que nadie es capaz de definir, aunque marcha de forma inexorable hacia el fin de su papel de moneda universal.

Esa realidad hace que la atención de los panameños –como en montones de naciones- esté vigilante, en especial cuando una debilidad del dólar en el sentido expuesto por el FMI pueda crearles sofocos a las economías nacionales. Esto ha elevado de forma inusitada el precio del oro y aumentado su atesoramiento.

No quiere decir que los panameños comiencen a canjear sus dólares por otras divisas o cambiarla por el metal amarillo, pues la desdolarización es un proceso que transcurre lentamente y sujeto a tantas variables que cualquier pronóstico siempre se hará con un enorme margen de incertidumbre en su credibilidad.

Lo que sucede es que la advertencia proviene de una fuente del sistema, como es el FMI, y no como un comentario académico, sino parte sustantiva de su informe oficial del tercer trimestre de 2024, en el cual asegura que “la participación del dólar en las reservas mundiales de divisas sigue disminuyendo gradualmente” y en el lapso analizado cayó a su nivel más bajo en tres décadas, pues su presencia en el sistema internacional de reservas bajó al 57,39 %, el peor nivel desde 1995.

La alarma estalla porque el FMI confirma que en el período de solo un año el porcentaje de la participación del dólar en las reservas mundiales perdió 1,79 puntos porcentuales, lo cual favoreció en esa misma cuantía a monedas no tradicionales entre las primeras el renminbi (yuan) chino.

Esa puede ser una de las causas de los bramidos del presidente electo Donald Trump contra los países del Brics a los cuales amenazó con aumentarles un arancel del 100 % a sus productos que entren al mercado estadounidense. Si bien es virtualmente imposible de cumplir, sí revela su enorme preocupación por la posibilidad de que en algún momento la lenta desdolarización se acelere y se haga incontrolable por la Junta de la Reserva Federal (FED).

Que el BRIC organice un mecanismo monetario-financiero al margen del dólar y el euro, sería un golpe bien fuerte para Estados Unidos, y no es posible descartar que eso ocurra por el deterioro de los resortes que sostienen y flexibilizan al sistema monetario internacional y el régimen socioeconómico vigente que le sirve de base. El fracaso del neoliberalismo globalizado admitido por todos, es una relación de causa-efecto entre ambos sistemas.

De todas formas, en la previsión de un escenario de esa naturaleza, los Brics son protagonistas principales, y la reciente reunión en Kazán, Rusia, se desarrolló con una visión de futuro de largo alcance, incluida esa presunta crisis que podría desatar una guerra monetaria o medidas de protección extremas como la amenaza de Trump que, lejos de fortalecer su divisa, la debilita.

Esa última “S” de la sigla Brics se debe a la incorporación de Sudáfrica, pero también a su pluralización. Ya son nueve, llegarán a 15 pronto, y al final de año se espera superen la veintena de miembros. Y si se logra la cooperación con la Franja y la Ruta liderada por China, el dolor de cabeza para la Casa Blanca será enorme.

Estamos en presencia de un fenómeno geoestratégico en proceso de formación que ya está incidiendo de manera muy fuerte en el cambio de equilibrio del mundo sin necesidad de una guerra ni un nuevo reparto territorial, sino a través de la colaboración y el entendimiento. La propia complejidad y dinámica de sus relaciones comerciales y financieras llevará a ese grupo a tener su moneda propia sin la presencia de divisas internacionales que poco o nada tendrán que ver en su evolución futura. De facto, ya hay una exclusión del dólar en sus operaciones intercomerciales con intervención de monedas nacionales.

El éxito de esa nueva forma de integración extracontinental y fuera de límites políticos e ideológicos, lo cual universaliza a los Brics, se observa en que, a pesar de la poca distancia caminada, ya desde 2020 superó en 3,25 % la participación del G7 en el PIB mundial, al sumar 32,6 % mientras los siete bajaron a 29 en estos momentos. Y son cifras del FMI.

Los Brics cerraron el 2024 representando el 45 % de la población del mundo, el 31 de la producción del petróleo y el 22 de las exportaciones de bienes producidos por el grupo. Un poder enorme y en crecimiento. A ello, el FMI le suma algo muy importante, y es que en la relación de precios el grupo aventaja también al G-7 en la paridad del poder adquisitivo en esos tres aspectos. Por ello, Trump hará todo lo que esté en sus manos para reducirlo a polvo.

De todas formas, el régimen dólar-Wall Street no caerá de forma espontánea ni de golpe como los edificios por un terremoto de gran magnitud, y a pesar de todo lo avanzado por los Brics, sigue intacto.

Los datos del multilateral muestran que, en el último trimestre de 2023, el billete verde representó el 58,41 % de las reservas de divisas asignadas, una cifra muy superior a las de euros (19,98 %), yenes japoneses (5,7 %), libras esterlinas británicas (4,8 %) y renminbi chinos (poco menos de 3 %), y siguió siendo la principal moneda de facturación en el comercio mundial, con un 40 % de las transacciones comerciales internacionales de bienes.

El tema es que antes de la aparición de los Brics el billete verde no tenía rival, y ahora sí, lo cual revela, como señala la revista Wenhua Zongheng, falta de fuerza y potencial de la economía estadounidense desde la depresión en 2008 con la crisis inmobiliaria, agravada por una mala praxis con el uso agresivo de sanciones ilegales por parte de Washington y sus aliados contra una cuarta parte de los países del mundo.

Los Brics construyen de forma pausada una especie de alianza real, no virtual, cuyo objetivo más evidente es convertir el grupo en una alternativa multipolar asimétrica para que quepan todos, frente al obsoleto régimen socioeconómico de concentración del capital que ha convertido al mundo en un infierno de desigualdades y ha desatado crisis brutales como las migratoria y climatológica, e incluso de salud pública.

Ese es el trasfondo de las amenazas de Donald Trump a quienes quieran abandonar el dólar y acabar con el reinado sobre el cual Estados Unidos erigió su imperio financiero después de la Segunda Guerra Mundial.

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