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- 08/01/2025 00:00
Se nos fue el 2024; llegó el 2025 lleno de esperanza e incertidumbre
Con poca alegría, sin pavo, poco ron y contados fuegos artificiales, sin lágrimas e ingratos recuerdos despedimos el 2024; ahora estamos en el 2025. Como buenos panameños deseamos prosperidad, llenos de fe y esperanza con muchos deseos para que todo se nos arregle y podamos vivir en paz, felices y soberanos.
El 2024 nos dejó varios frentes de guerras, problemas en el medio ambiente que amenazan el ecosistema humano y la biodiversidad que nos rodea, una creciente y dinámica pelea por el poder económico y político del mundo con el surgimiento del nuevo orden económico internacional, serios problemas con el calentamiento global y los cambios climáticos; se enfatizó en el desarrollo de la era digital, ya nos acompaña y decide nuestra vida laboral, sentimental, comunitaria y familiar.
Ahora en este nuevo año toca regular el funcionamiento de la IA en todo su accionar, económico, político y comunitario. Regular su influencia en la educación, en el desarrollo de la niñez desde su entorno familiar, desactivar la sostenida adicción a todos los programas de juegos violentos y disociadores que los sumerge en una realidad virtual que ellos ajustan a su vida cotidiana.
Hay que controlar el desarrollo de la delincuencia en los barrios populares, incrementando una subcultura violenta y desintegradora de valores morales en torno a la familia y el barrio, con un desaforado desinterés por la muerte y al castigo penal a los delitos que cotidianamente desarrolla.
Hay que volver al interés colectivo por la educación, único camino para profesionalizar nuestra juventud que hoy hay que prepararla a las nuevas características de la demanda, claramente sistematizada.
Hay que volver a crear el racionamiento político de nuestra nuevas generaciones, ya que no lo hicieron los partidos políticos tradicionales, que permitan elegir bien a los diputados, alcaldes, representantes dentro de un partido político justo y democrático. Hay que revivir nuestro espíritu nacionalista, soberano y patriótico, tal como lo desarrollaron las anteriores generaciones.
Si esta remodelación social y política no la puede desarrollar el Estado, lo harán las fuerzas sociales progresistas que hoy ya entraron en el juego político del país, si no se da esta perspectiva, se darán constantes explosiones sociales que nos pueden llevar a la pérdida de la institucionalidad del Estado y caer en gobiernos populistas de extrema derecha.
La oligarquía debe comprender que encamina al pueblo panameño hacia la masiva protesta por la sobrevivencia dentro de un entorno económico que no le permite suplir sus necesidades básicas ni la de sus hijos y demás familiares. Las ganas de seguir acumulando capital de las connotadas familias ricas, oligarcas del país, acompasadas por sus socios oligarcas internacionales.
No cabe duda de que estas amenazas de Trump han servido para que el pueblo panameño cuestione los destinos de las grandes aportaciones que hace el Canal al gobierno, año tras año, sin que estas lleguen a solucionar los problemas básicos de las grandes mayorías del país. Inclusive, su lucha por un Panamá sin minería, tratando de preservar nuestro ecosistema y la biodiversidad que sustenta el funcionamiento del Canal, no puede echarse para atrás con el ánimo de que esta rancia oligarquía, pegada al gobierno de turno, amanse más capital en deterioro del país.
El pueblo panameño no puede tener tirada a la suerte su porvenir con una Caja de Seguro Social en quiebra y sin poder sostener el IVM, denotando un futuro sin pensión ni jubilaciones que ya pagó con edad y cuotas que se quedaron y abastecieron las arcas de los empleadores.
Ya pasó el momento de ponerse un rifle en el hombro e irse a la montaña para tumbar el gobierno, y desarrollar un gobierno progresista; hoy esta lucha se hace en el ejercicio electoral, donde hoy impera la virtualidad sistematizada, allí el pueblo debe estar representado por líderes y movimientos auténticos y progresistas que logren sostener un programa político que refuerce la unidad entre pueblo y gobierno. Solo así podremos tener un mejor bienestar social para todos los panameños, por ahora sostener la aspiraciones por el cambio y reconstruir el movimiento popular hacia un mejor país, donde el poder siempre esté en el pueblo y para el pueblo panameño.