• 01/08/2018 02:02

Salud mental y ajustes del individuo

Las estadísticas hablan elocuentemente de la necesidad imperiosa que tiene el hombre de prestar más atención a su salud mental.

Las estadísticas hablan elocuentemente de la necesidad imperiosa que tiene el hombre de prestar más atención a su salud mental. La personalidad se ha definido como la organización dinámica del individuo en sus esfuerzos por ajustarse al ambiente.

Generalmente, la mayoría de los individuos se ajustan a su medio social y físico de una manera bastante satisfactoria, lo que les permite un funcionamiento adecuado como personas. Sin embargo, una porción considerable de la humanidad, en todos los niveles del desarrollo, no logra establecer los ajustes necesarios para vivir armoniosa, eficaz y felizmente. Más todavía, todos los seres humanos pueden mejorar sus ajustes personales.

La humanidad no puede dividirse en seres ajustados y en seres desajustados, ya que la condición de ajustarse es siempre un fenómeno relativo. Nadie es capaz de vivir totalmente desintegrado. Tampoco puede pensarse en un ajuste absoluto a las circunstancias ambientales. Ya dijo Aristóteles que ningún alma, por superior que sea, está exenta de su mezcla de locura. El ajuste perfecto a todas las situaciones es una concepción teórica e hipotética y no una realidad de la vida. Al hablar de la persona totalmente ajustada nos referimos a un ideal, a una concepción por encima del nivel de las posibilidades humanas.

El recién nacido tropieza con un ambiente social y físico que desconoce y que se torna cada vez más amplio y complejo. Un requisito indispensable para sobrevivir en tal medio es ajustarse a él de alguna manera. A esta tarea de ajuste dedicamos toda la vida. Vivir es conducirnos en busca de ajustes satisfactorios a las circunstancias que nos rodean. La imposibilidad del hombre de coincidir en su realidad con el ideal de un modo de vivir absolutamente maduro y ajustado, se torna más evidente en el momento actual de la historia, en que múltiples circunstancias e influencias, anteriormente desconocidas o insignificantes, convergen de manera hostil y tenaz hacia el individuo, creando en él confusión y ansiedades.

Educar a los demás es una responsabilidad moral del hombre. En todas las sociedades humanas, el adulto es responsable de la orientación de niños y adolescentes hacia aquellos ajustes a las condiciones de la vida que le permitan funcionar como personas de la manera más eficaz posible. Tanto los padres como los maestros, así como también los mayores que, en una forma u otra, tienen ante sí la población de niños y jóvenes en desarrollo, están obligados a ejercer la función de higienistas mentales. Esta abarca todas las actividades y actitudes del adulto que se relacionen, ya directa o indirectamente, con el desenvolvimiento de las posibilidades del individuo a tono con las exigencias del medio, de modo que los ajustes resulten en armonía y felicidad para las futuras generaciones.

La vida humana es un proceso continuo de aprendizaje. Desde que nacemos hasta que morimos, para bien y para mal, aprendemos constantemente. La escuela formal, organizada y dirigida por la sociedad, participa solo en parte en el gran proceso de aprendizaje.

En último análisis, aprender es un proceso de ajuste, refiriéndose, en su sentido positivo, al mejoramiento de las capacidades del individuo para lograr, en sus interacciones con el ambiente, una dosis razonable de satisfacción mediante formas de conducta que, a la vez que le proporcionen bienestar propio, contribuyan al de los demás o, por lo menos, gocen de la aceptación del grupo social.

Sin embargo, lo que se aprende no es siempre ventajoso y deseable para el individuo y los demás. Hay muchos aprendizajes que, en lugar de reflejarse en mejores ajustes, aumentan la problemática del individuo y le hacen sentirse desorientado y ansioso. Todos hemos realizado aprendizajes negativos en la vida, ya que nadie es perfectamente inmune a las influencias perjudiciales de una parte considerable de la experiencia.

La más sensata de las aspiraciones es la de conseguir que en nosotros predominen los aprendizajes positivos sobre los negativos, que en la balanza de nuestro ser pesen más los ajustes que los desajustes. Además, debe existir en todos el empeño por mejorar a aquellos aspectos de nuestra personalidad en que sea posible lograr mayor integración y eficacia.

PEDAGOGO, ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO.

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