• 07/04/2025 00:00

El país, sus ‘líderes’ y los medios

Panamá según los “expertos” es uno de los países más ricos de Latinoamérica, pero con una educación pobre, un sistema de salud en crisis, el transporte es un desastre y la vida del panameño común se da entre un mar de corrupción que no parece tener remedio

Los que ya tenemos algunas décadas caminando por estas calles, podemos reflexionar sobre el momento, el país y sus “líderes”. Deja mucho que pensar sobre la ciudadanía y lo que está dispuesto a soportar sin levantar su voz crítica y mostrar su incomodidad. Según los “expertos”, somos uno de los países más ricos de Latinoamérica, pero como ya sabemos: tenemos una educación pobre, un sistema de salud en crisis, el transporte es un desastre y la vida del panameño común se da entre un mar de corrupción que no parece tener remedio.

Con esos y otros problemas que nadie sabe cómo resolver, ante las amenazas externas que agregan preocupación sobre el presente y futuro y, ante los cambios tecnológicos que nos han ido dejando rezagados, ¿cómo es posible que un solo individuo y su grupo de apoyo, para llamarlos de alguna manera, han tenido al país en vilo durante los últimos quince años?

Nuestra historia reciente tiene momentos de desprendimiento de parte de líderes que, una vez alcanzado algunas metas y objetivos, tuvieron la claridad de separarse del poder para que el país siguiera definiendo su camino. Es interesante ver que, ante el presente dilema con los Estados Unidos, la figura del general Omar Torrijos resurge como un ejemplo de heroísmo y dignidad.

Escribí hace algún tiempo que: Mario Vargas Llosa unos días antes de la muerte de Torrijos le preguntó: “Bueno General y ahora con su retiro, qué va a pasar en Panamá (...) a lo que respondió: ‘Ni yo ni nadie es imprescindible, nosotros ya cumplimos nuestra etapa, ahora les toca a nuestros muchachos fajarse y ellos responden bien. Yo los observo de cerca, pero por lo general, no tengo ni que estar tirándoles línea, porque están claritos en qué es lo que más conviene a nuestro país”. Pareciera que se ha desenfocado esa claridad de manera permanente. Los de hoy, no convencen a nadie sin una chequera.

El asunto del asilado en la Embajada de Nicaragua y la espera hasta el jueves pasado para ver si finalmente viajaría a ese país, se ha convertido en una historia que ya no afecta el día a día de los nacionales que enfrentan los problemas antes mencionados. El objetivo es no ir a la cárcel, no hay un trasfondo ideológico que un “régimen opresor y perseguidor” trata de callar o suprimir. Es un asunto de la justicia que busca corregir los males del abuso del poder, el tráfico de influencias y el uso de los dineros públicos.

Por lo que yo sé, Torrijos utilizaba dinero, apoyar la causa por la soberanía nacional; para facilitar la movilización de las masas (campesinos, estudiantes, profesionales, etc.), para asistir a las concentraciones y actividades proselitistas nacionales. Con creces ese dinero ha revertido a las arcas nacionales y hay suficientes evidencias de que Torrijos no murió millonario ni vivió de la opulencia.

El liderazgo en un pequeño país como el nuestro, tiene la obligación de trazar una visión congruente con la historia nacional y con los retos que el futuro nos presenta. Eso debe ser para el beneficio de todos. Es de una enorme mezquindad ocupar los espacios nacionales, por tantos años y sin medir las consecuencias para el país. Distrayendo la obligada necesidad de avanzar juntos por el camino del desarrollo.

Cuando Omar Torrijos dijo en su muy histórica frase: “Tiro la línea, camino y los espero allá. Los objetivos intermedios, y la forma de realizarlos, los determinan ustedes”; se trataba de su visión y de sus ideas sobre el país; cómo él veía las cosas en ese momento. Ya se habían firmado y ratificado los Tratados Torrijos-Carter. Ya había iniciado pasos claros para replegarse a los cuarteles con sus compañeros de la Guardia Nacional que, a la postre, traicionaron su ideario.

Un mensaje a los medios de comunicación social: la cobertura del asunto del salvoconducto, la embajada de Nicaragua y demás aristas, desde mi muy particular punto de vista, flaco favor informativo y poca importancia y valor tiene para la ciudadanía y para el desarrollo del país. Ese espectáculo solo les sirve a pocos. Los del día a día, desafortunadamente, continúan viviendo las penurias que se han intensificado en estas últimas dos décadas.

*El autor es comunicador social
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