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- 14/11/2022 00:00
Hacia la reducción de la vulnerabilidad climática en la región del SICA
Con una estimación de 820 millones de personas en 2021 enfrentando hambre, según la última edición del informe de Naciones Unidas sobre el Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, y los ya tangibles impactos del cambio climático y los eventos meteorológicos extremos en la seguridad alimentaria, la nutrición y la pobreza, la urgencia para enfrentar el cambio climático se ha incrementado notablemente.
Los sistemas agroalimentarios enfrentan el reto del suministro sostenible de suficientes alimentos, materiales, biocombustibles, productos procesados y servicios a una población global creciente y cada vez más urbana. La variabilidad climática y el incremento en el número de eventos meteorológicos extremos, debido al cambio climático, afectan a todas las dimensiones de la seguridad alimentaria, impactan desproporcionalmente a grupos sociales en situaciones de vulnerabilidad, y añaden presión en el manejo de los recursos tierra y agua, y ecosistemas frágiles.
En ese marco, se está celebrando en estos días, en Egipto, la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), espacio que reúne a líderes de todas las regiones del mundo para renovar la solidaridad entre los países y cumplir el histórico Acuerdo de París para la reducción de emisiones y la adaptación al cambio climático.
La seguridad alimentaria mundial, la agricultura y otras esferas prioritarias relativas al mandato de la FAO figuran de manera destacada en el programa de este año. Así, la FAO, junto con el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR) y la Fundación Rockefeller, será la anfitriona del Pabellón de la alimentación y la agricultura.
Además de la asistencia a la COP27 de los países de la región, el evento cuenta también con una participación destacada del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). Los ocho países que lo conforman se caracterizan por una importante actividad agrícola, la cual supone 8,5 % del producto interior bruto y genera un 20 % del empleo. La agricultura dinamiza la economía rural y juega un papel esencial en la seguridad alimentaria, el combate a la pobreza, y como elemento clave para reducir la migración de los habitantes rurales.
Según la edición 2022 del Informe de Desarrollo Sostenible, la región muestra un progreso en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y contribuye solo a un 2,2 % de las emisiones del sector AFOLU (Agricultura, sector forestal y cambio de uso del suelo) a nivel global.
Pero el panorama general de la región no es del todo positivo. Los países del SICA siguen siendo considerados como la región tropical más sensible al cambio climático, y se caracterizan por una alta vulnerabilidad ante eventos climáticos extremos. Al mismo tiempo, el uso agrícola y ganadero del suelo es la principal fuente de su degradación, afectando la provisión de servicios ecosistémicos y agravando la exposición a riesgos climáticos.
La necesidad de avanzar de manera sustantiva en la acción climática en general, y en particular en el sector AFOLU, dio paso a la formulación en 2021 de la Iniciativa AFOLU 2040 para la construcción de resiliencia regional en los países del SICA, con un enfoque sinérgico entre mitigación y adaptación. El proceso ha sido impulsado por la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) y el Consejo Agropecuario Centroamericano (CAC) con apoyo técnico de la FAO.
La Iniciativa se articula con otros instrumentos regionales, tales como la Estrategia Agricultura Sostenible Adaptada al Clima para la Región SICA (EASAC), la Estrategia Regional Ambiental Marco (ERAM), o la Estrategia Regional de Cambio Climático actualizada (ERCC). Igualmente se garantiza la articulación con las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC) que los países de la región han establecido en sectores claves para el fortalecimiento de los procesos de mitigación y adaptación.
La región tiene compromisos, además, con otras iniciativas globales, como el Desafío de Bonn para la restauración de bosques, la Iniciativa 30x30 por la diversidad o la Década de la restauración de ecosistemas de la ONU. Así, los países de la región se han fijado una meta de restauración de 10 millones de hectáreas para el año 2030.
Sin duda, la implementación de esta Iniciativa AFOLU 2040 contribuirá a la reducción de la vulnerabilidad climática de la región. Sin embargo, sigue siendo apremiante la necesidad de una agricultura y un medio rural preparados para enfrentar los riesgos y avanzar hacia una adaptación sostenible e inclusiva al cambio climático, desde una mirada de oportunidad para la inclusión de mujeres, jóvenes y grupos étnicos, y basada en la innovación. Ningún otro sector como el agrícola tiene el potencial de reducir las emisiones de GEI de la misma manera, y al mismo tiempo fortalecer la resiliencia de los más vulnerables, al tiempo que garantizan la seguridad alimentaria y nutricional.
Sigamos trabajando entonces por un sector agrícola en la región SICA que contribuya al desarrollo económico sostenible, a la adopción de soluciones para la adaptación y mitigación del cambio, a restaurar la integridad de los ecosistemas, y a la reducción de la vulnerabilidad climática.