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Antes de comenzar a responder la compleja pregunta que plantea el título de esta entrega, es necesario subrayar de entrada que el relleno sanitario de Cerro Patacón hay que cerrarlo, remover adecuadamente los residuos y rehabilitar el terreno. Es un grave problema ambiental y de salud pública para la ciudad de Panamá. Está ubicado en una zona de alto riesgo de deslizamientos de tierra, y su operación ha provocado la contaminación del aire, el agua y el suelo.
Pero la causa fundamental subyacente al problema de la basura acumulada, y el relleno sanitario, somos los propios ciudadanos de Panamá y San Miguelito. Muchas personas botan indiscriminadamente cualquier clase de desechos en calles, veredas, ríos y quebradas. Se limitan a esperar que vengan los de la Autoridad de Aseo y recojan todas las porquerías que arrojan. Y como eso no ocurre con la frecuencia necesaria, la basura se acumula convirtiéndose en criadero de alimañas y fuente de enfermedades.
Como si fuera poco, al final la basura que es recogida va a parar al relleno sanitario de Cerro Patacón —que es la peor opción—. Allí también es causa de contaminación ambiental y enfermedades. Lo cual se agrava porque el relleno se incendia con frecuencia —de forma espontánea o provocada—, causando más contaminación del aire, y multiplicando el daño a la salud humana y ambiental. Amén de la mala impresión en inversionistas y turistas, lo que repercute en la pérdida de reputación y oportunidades de inversión.
Sin embargo, el problema no termina con el cierre del relleno, pues —de acuerdo con muchos especialistas en la materia— los rellenos sanitarios son una parte necesaria de la gestión de residuos; por lo que es obligatorio reducir su impacto ambiental y hacerlos más sostenibles comenzando por una gestión eficaz de los residuos.
En ese sentido, cuatro procesos constituyen la piedra angular de la mayoría de las estrategias para la gestión efectiva de los residuos, lo cual incide directamente en la respuesta a la pregunta inicial sobre el futuro del relleno sanitario. Veamos cuáles son estos procesos.
Reducir: consiste en evitar el consumo de productos que realmente no son necesarios y que además llevan consigo elementos que en muy poco tiempo van a convertirse en basura, como por ejemplo productos con un exceso de embalaje. No solo se puede reducir en términos de consumo de bienes, también en energía, optimizando, por ejemplo, el uso de las lavadoras o luces encendidas.
Reutilizar: implica dar un segundo uso a aquellos productos que ya no son útiles para la tarea para la cual se adquirieron o bien repararlos para que puedan seguir cumpliendo con su función. Muchos de los objetos que son desechados podrían volver a usarse, como, por ejemplo, el papel de regalo.
Reciclar: significa hacer una selección de los residuos generados para ser tratados en plantas especializadas, creando productos para otros usos. De esta manera, se evita el uso descontrolado de recursos naturales, se ahorra energía y se reduce el volumen de residuos.
Recuperar: se relaciona con los procesos industriales y consiste en recuperar materiales o elementos que sirvan como materia prima. Por ejemplo, los plásticos se pueden recuperar mediante el proceso de pirólisis (por calentamiento), o los materiales utilizados en la fabricación de latas.
En este contexto, la educación y concientización pública para reducir la cantidad de residuos que van a los rellenos sanitarios, deben estar en el corazón mismo de la estrategia que se proponga. Las personas pueden aprender sobre las opciones de reducción, reutilización, reciclaje y compostaje, y pueden tomar medidas para reducir su propia generación de residuos.
Dicho lo anterior, surge otra pregunta: una vez que cerremos el relleno y cumplamos con los procesos arriba señalados, ¿qué vamos a hacer con la basura que producen diariamente los ciudadanos de Panamá y San Miguelito? Y ya sabemos que no la quieren ni en Chepo ni en Chorrera, pues tienen sus propios problemas por resolver, antes que echarse encima el nuestro.
Nuestra solución comienza por mejorar la ubicación, el diseño y la operación del próximo relleno sanitario para reducir su impacto ambiental. Por ejemplo, incluir la construcción de capas de barrera para evitar la contaminación del agua subterránea, el uso de materiales de relleno que absorban el metano y el control de los lixiviados. También podríamos utilizar tecnologías avanzadas, como la captura de metano y la bioenergía, de las cuales se afirma que pueden ayudar a reducir el impacto ambiental de los rellenos sanitarios.
Otro asunto son los vertederos a cielo abierto y, de acuerdo con la AUDD, tenemos, por lo menos, 60 de estos vertederos. Se sabe que tienen un impacto ambiental mucho mayor que los rellenos sanitarios, por lo que cualquier estrategia que se proponga deberá considerar este problema adicional.
Le tocará a los expertos que convoque el nuevo gobierno elaborar y llevar a la práctica la mejor estrategia posible. Espero que no se pongan a inventar, pues todo está escrito y tenemos los recursos para hacer lo que se tiene que hacer; cumpliendo cada uno —gobierno y sociedad— con la parte que le corresponda.