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- 08/06/2024 00:00
Poner límites a la ciudad
La movilización de los habitantes en la ciudad de Panamá es un problema de transporte urbano muy complejo. Contrario a lo que comúnmente se hace para intentar resolverlo dándole más servicios de transporte público y mejores accesos a las urbanizaciones nuevas y sectores de mayor demanda, la solución debe ser todo lo contrario: reducir la distancia entre los sitios de dormitorio y trabajo de los habitantes. Cuanto más cerca estén estos dos lugares menor será el movimiento y el transporte dentro de la ciudad, por lo que la solución permanente para mejorar la movilidad urbana dependerá de ponerle límites a la ciudad.
De acuerdo con Aristóteles (348 -322) la forma ideal de la ciudad es un espacio contenido, limitado y finito, a fin de evitar el sobrepoblamiento humano y de esta manera garantizar su autosuficiencia, belleza, virtud y gobernabilidad.
Para resolver el problema de la ciudad y que no siga aumentando la huella urbana que tiene actualmente 80 kilómetros cuadrados con 2 millones de habitantes (250 personas por hectárea), es necesario ponerle límites a la ciudad, aumentando la densidad de ocupación en el espacio asignado dentro de sus fronteras actuales, reconociendo que el uso de la mediana o alta densidad es una buena herramienta urbana. Debemos aumentar la densidad de ocupación por lo menos al doble de la ocupación actual (500 personas por hectárea) para poder absorber el crecimiento urbano esperado dentro de los límites actuales.
El crecimiento de la ciudad solo obedece al mercado inmobiliario, por lo que será necesario aplicar una norma de desarrollo urbano especial que le sea atractiva y conveniente a los intereses de los inversionistas y que además coincidan con la política de crecimiento que se propone aquí para mantener la ciudad dentro de sus límites existentes.
Para lograr esta coincidencia, las normas de desarrollo deben darle ventajas económicas a los inversionistas para que crezca de manera práctica y no por medidas aplicadas a la fuerza. Esta medida que en principio parece utópica es posible lograrla con una norma especial (Agora1) que se aplicaría solo en lugares estratégicos, coincidentes con las estaciones del Metro en las Líneas 1 (parcial) línea 2 y línea 3, con un área de afectación de 1 kilómetro cuadrado por estación que a la densidad propuesta pueden absorber unas 50,000 personas por estación, cuando esté totalmente desarrollada y ocupada.
Para que la norma especial (Agora1) tenga la preferencia en el mercado inmobiliario, propongo que los proyectos construidos en los sectores donde se aplica la norma, no tengan un estacionamiento por cada vivienda, lo que a valor actual reduciría el costo de la vivienda en aproximadamente B/ 25,000. Así, las viviendas construidas con la norma (Agora1) pueden competir en precio con los proyectos de casitas de muy baja densidad que ofrece el mercado actualmente, ubicadas cada vez más lejos del centro de la ciudad y que consecuentemente siguen alargando la ciudad indefinidamente.
La norma (Agora1) le pondría fin al círculo vicioso que ha dominado el mercado inmobiliario por décadas generando la ciudad que tenemos con casi 100 kilómetros de largo y que convierte la movilización en un problema de transporte descontrolado e insostenible al recortar la distancia entre las áreas de dormitorio y trabajo. Además, esta medida inhibe la necesidad que los habitantes se vean obligados a tener un vehículo privado para transportarse a su trabajo diariamente. Este agravante actualmente le demanda a la ciudad tener que incorporar en la red vehicular existente 60,000 carros anualmente, situación que es insostenible.
La norma (Agora1) permitirá usar la planta baja para uso comercial que sumado a disponer de aceras amplias y cubiertas, valoriza el proyecto para el inversionista y le dan al habitante que la vive un ambiente muy apropiado y seguro para su movilización peatonal todo el año.
Si además de lo indicado a la planificación del área se le suman parques o centros cívicos de fácil acceso tendríamos lo que los griegos idealizaron como el Agora (razón por la cual la nombro de esta forma), donde todo ocurre en el mismo sitio: dormitorio, trabajo, recreo, mercado y cultura. No sería necesario que los habitantes estén obligados a desplazarse para acceder a las actividades urbanas por las cuales se vive en sociedad.
La aplicación de una norma especial transformarían las 47 estaciones del Metro en Agoras modernas, que le podría dar vivienda a aproximadamente 2 millones de habitantes en los próximos 20 años, dentro de los límites de la huella urbana que tiene actualmente la ciudad de Panamá, cambiando radicalmente la movilidad de los ciudadanos, mejorando así su calidad de vida al reducir el tiempo de transporte en varias horas diarias entre su dormitorio y trabajo, tiempo que podrían ser dedicadas, en cambio, a la familia, recreo y cultura, como lo pretendieron los griegos. La “agorizacion” de la ciudad de Panamá la convertiría en una novedosa ciudad sostenible y sobre todo habitable.