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- 20/07/2018 02:01
La herencia y sentido del pasado
Ensayamos un sucinto resumen en el cual comienza el examen de la historia norteamericana como recuerdo popular y se evoca el espíritu en una sucesión de imágenes del pasado (El sentido del pasado); se define el surgimiento de la herencia norteamericana como resultado de la conquista del continente, la experiencia esclavista y las grandes migraciones (Las fuentes de la herencia); se evalúa el impacto emocional de las migraciones sobre la mentalidad norteamericana (El asesinato del poder europeo); se estudian los métodos de elaboración de la historia norteamericana y las teorías formuladas para explicar la grandeza y el poder alcanzado por los Estados Unidos de América (¿A qué se debió el éxito de los Estados Unidos?).
A semejanza de las personas, una civilización es algo más que la suma de sus partes. Descríbanse los rasgos físicos de un hombre, relátese la historia de su vida, establézcase donde vive y cómo, ubíqueselo en su clase o grupo social, defínanse su ética y su tendencia política; y aún no se tendrá al hombre mismo. Se nos escapará todavía el estilo total de su ser, vivo o muerto; ese algo que lo individualiza y lo distingue del resto de la humanidad. Pues San Francisco, tenía estilo propio; y lo tenía también Samuel Johnson, Martín Lutero, Voltaire, Alejandro, Napoleón y Goethe, Lincoln, Carnegie y el juez Holmes.
Es un hecho que la Historia tiene presente cuando alude a los grandes hombres, pero que todos recordamos también cuando pensamos en los seres comunes que conocimos: rememoramos entonces cómo se movían, las peculiaridades de sus lenguajes y sus costumbres, la naturalidad o la rigidez de sus caracteres, las cosas superfluas que hacían y la gracia o la torpeza con que las realizaban, la intensidad de los ideales bullían en el cerebro de cada uno de ellos y las íntimas batallas que libraban.
Tal ocurre con una civilización. Hemos descrito su pueblo, sus ejércitos, su tecnología, su economía, su política, las artes, las regiones y ciudades, las clases y las castas, las costumbres y las normas morales, y algo huidizo ha quedado todavía fuera del cuadro. Aún nos falta captar el estilo interior de esa civilización.
Los Estados Unidos nacieron de las primeras etapas de la declinación de Europa, y su propio desarrollo ayudó al proceso de decadencia europea. En su carácter de continente imperial y colonizador, Europa transfirió buena parte de su vigor y de su herencia a la civilización que habría de sucederla en el poder y la vitalidad. La fuente más fecunda de una civilización es el pueblo mismo, y el hecho más importante de un pueblo es la fuerza vital que emana de sus orígenes culturales y que mezcla, combina y trasmuta con otras en el curso de una civilización en el proceso de desarrollo.
Las generalizaciones en torno de la ‘tradición norteamericana' son difíciles, puesto que existen tantas subtradiciones como grupos nacionales y étnicos que llegaron a los Estados Unidos, y cada uno de ellos ha dejado su herencia. Por regla general, los autores que se ocupan de la migración a los Estados Unidos aluden solo a los inmigrantes blancos, con particular referencia a los europeos. En verdad, es posible distinguir cuatro grandes familias migratorias que se trasladaron al continente americano. La primera, probablemente originaria del Asia: la corriente de los hombres que formaron la estirpe de los indios norteamericanos. La segunda vino de las Islas Británicas y Europa Occidental. La tercera acudió de África y fue la raza negra. La cuarta partió del Mediterráneo, de Europa Central y Oriental, de Asia y de América Latina, de todos los rincones del mundo; es el grupo étnico poligloto.
En un largo capítulo del famoso historiador y político francés Tocqueville, se incluye un notable estudio sobre el contacto y el choque de tres de estas culturas étnicas en los Estados Unidos de su tiempo: el indio, el negro y el europeo. Tocqueville describe la exterminación del primero por la rapacidad de los conquistadores, la degradación del segundo a través de la esclavitud, y la ulterior influencia de ambos sobre el tercero, amo y perseguidor.
PEDAGOGO, ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO.