• 16/02/2024 00:00

Panamá en el torbellino de desafíos

Panamá se encuentra inmerso en una vorágine de acontecimientos, demasiados para el ciudadano común, ese individuo anónimo que sale cada mañana con el corazón en la boca, tratando de descifrar no la vida en su totalidad, sino simplemente el día.

Nos hallamos en el inicio del circo democrático, que cada cinco años nos obliga a escoger entre los menos malos de los candidatos políticos. Desafortunadamente, la oferta electoral dista mucho de lo que debería ser. La necesidad de individuos con trayectoria democrática y formación académica para los puestos a los cuales se postulan es apremiante, independientemente de lo que exija la constitución.

Este inicio coincide con los carnavales, una especie de pan y circo para el pueblo, diseñado para hacerle olvidar las penurias cotidianas y las travesuras de políticos que no deberían atreverse a presentarse nuevamente como candidatos. Ni siquiera como porteros de un cementerio, ya que podrían robarse hasta las lápidas.

Además, nos encontramos en medio de una nueva ola silenciosa del Covid-19, que se niega a desaparecer por completo, acechando como un verdugo implacable que no se inmuta ante las acciones de sus víctimas ni las defensas de vacunas o fármacos.

La escalada inescrupulosa de los precios de los productos de primera necesidad también nos afecta. Pareciera que están relegando a los menos favorecidos a consumir únicamente yuca y miel, mientras que otros productos esenciales se vuelven inaccesibles. Ni siquiera mencionemos los productos de limpieza personal, ya que podría llegar el momento en que nadie pueda permitirse comprar siquiera un desodorante.

En medio de esta coyuntura, enfrentamos una crisis educativa a todos los niveles. La evolución de la tecnología, la inteligencia artificial y el aprendizaje autónomo han superado los métodos de enseñanza tradicionales, exigiendo una transformación que las instituciones educativas aún no logran asimilar. Las nuevas generaciones no quieren esperar eternidades para aprobar planes académicos que, desde que obtienen sus certificaciones, están prácticamente desactualizados.

A nivel social, los valores, costumbres y tradiciones son desafiados por nuevas agendas que generan divisiones. Es esencial recordar que todos tenemos el derecho a tener criterios individuales, no colectivos, y cuestionar estas dinámicas no debería generar señalamientos de odio.

Estamos inmersos en una disrupción política, social y educativa sin precedentes en nuestro país. La falta de políticas de estado para guiar al país en esta transición global crea incertidumbre.

En este torbellino de desafíos diarios, el ciudadano común, aunque parezca distante, se enfrenta a un mundo en constante evolución. Observa a través de las ventanas del transporte público mientras avanza un día más para ganarse el pan con el sudor de su frente.

El autor es escritor, máster en administración industrial
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