La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
Cuando leí que el nuevo primer ministro británico, Keith Starmer, anuncio la designación de un equipo especial para investigar los gastos extraordinarios ocasionados por el gobierno anterior durante la pandemia Covid-19, se me ocurrió que esa medida se podría aplicar aquí. Me vino a la mente el cuestionado hospital modular, que aún se encuentra tirado sin uso por allí. Recordé los ventiladores, las multimillonarias vacunas Pfizer que nunca se supo cómo y a quién se les pagaron. Las bolsas de comida y los vales digitales, muchos desviados para los cercanos al PRD. De maravillas para los implicados porque, con los nuevos escándalos que se destaparán y los nuevos que podrían aparecer, pareciera que esto caerá en el pozo del olvido.
Si bien Varela pagó a uno de sus cercanos colaboradores una operación bariátrica, léase para dejar de ser gordo, al igual que Martinelli lo hizo con uno de sus abogados, el descaro mayor se lo llevó Cortizo con 46 cirugías de ese tipo para sus (muy) cercanos colaboradores (as). El escándalo ha sido tan grande que los diputados de Vamos han pedido cárcel para el expresidente. Casi medio millón de dólares se llevó de la partida discrecional uno de los médicos especializados en ese tipo de intervenciones estéticas, mientras las urgencias de mucha gente humilde se estancaron en los hospitales públicos y, a pesar, de que el cuentista exdirector del Seguro Social dijera que todo estaba bien, los necesitados saben que eso es mentira.
Pero, como somos un país de maravillas, al doctor Lau hasta lo terminarán condecorando con la Vasco Núñez de Balboa, y lo más probable es que esté muy lejos de que lo llamen a rendir cuentas a una fiscalía. Se aplicará aquello tan común: sigamos adelante y no volteemos la mirada hacia atrás.
Y qué decir de los bancos que tanto lavaron de las coimas de Odebreth y otras trampas que ya ni se acuerdan de ellos y siguen actuando como los grandes banqueros. De maravilla todo quedó atrás.
Y, como si fuera poco, el 24 de septiembre La Prensa, en reportaje del periodista Rolando Rodríguez, confirma los negocios que durante los últimos 5 años se hicieron en la Contraloría para facilitar los cobros en la entidad. Lo que era vox populi, es confirmado con detalle por el interesante reportaje que indica como unas abogadas que laboraban en esa entidad fiscalizadora se las ingeniaron para volverse millonarias y terratenientes “agilizando” pagos especiales y cuentas atrasadas en la entidad que, según su actual regente, hasta el 31 de diciembre, ha dado “cátedras de probidad” en su gestión. Pero, como estamos en el país de las maravillas, esa noticia se disipará con los días y todo como si nada. Me había tocado denunciar el moche que recibía uno muy cercano a Gerardo Solís para que los pagos salieran rápido.
Pasará lo mismo con los escandalosos auxilios económicos en el IFARHU porque los beneficiados también tienen amigos con los nuevos gobernantes y es común escuchar, “no me hagas a mí, lo que no quieras que más adelante te hagan a ti”.
Y así mismo ocurre en la Dirección General de Ingresos donde jamás se perseguirá a un ricachón por evitar pagar los impuestos correspondientes, o algún poderoso contrabandista que tanta mala fama le da a la Zona Libre de Colón, pero que, como es donante del partido, termina siendo intocable. Y en la Autoridad Marítima donde se escucharon tantas cosas pero que, de seguro, pronto se olvidarán porque no se hará nada. Y en el MOP, donde a la luz del día se pierden 600 pesadísimas vigas de acero y al ministro responsable, Rafael Sabonge, ni siquiera lo llaman a declarar y le permiten que salga del país. Diría Tres Patines: “De maravilla”.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Las frases del presidente Mulino durante su gira por Naciones Unidas en Nueva York para algunos podrían ser alentadoras: “Panamá es un país sin corrupción” para lo cual garantizamos seriedad en todos los contratos del Estado.
Mientras sigamos escuchando esas promesas y no se ponga a nadie tras las rejas por todos los desmanes cometidos en el anterior gobierno, la justicia seguirá manga por hombro. La confianza que se ha perdido en los gobernantes y en lo que ellos digan no se recuperará, si todo continua igual. Por el contrario, esa esperanza que todos tenemos de que las cosas deben mejorar, se convertirá en la cabreazón ciudadana que tanto daño ha ocasionado a otros países cuando la gente se harta de que la engañen.