La ceremonia del traslado del féretro del papa Francisco, que falleció este lunes a los 88 años, de la capilla de Santa Marta, comenzó a las 9.00 hora...
Desde el 18 de noviembre de 1903, cuando el francés Bunau-Varilla llegó a Washington para firmar con Estados Unidos el tratado de 1903, antes de que los representantes del recién instaurado Gobierno panameño llegasen, no nos ha quedado más que ceder ante ese país.
Nuestra separación de Colombia había sido asegurada por barcos de guerra para impedir que los colombianos pretendieran recuperar la nación recién separada de ellos. Cualquier aspaviento en contra de esa situación del enclenque nuevo gobierno frente a lo ocurrido nos hubiese llevado al despeñadero, apenas unos días de habernos declarado como independientes. Panamá cedió. No le quedó más remedio.
Cuando desmantelaron los poblados afincados en el área reservada exageradamente desde el Atlántico al Pacífico para las operaciones del Canal, Panamá cedió y los que allí vivían, abandonados por un gobierno que poco podía hacer, fueron trasladados a sitios inhóspitos, sin mayores compensaciones.
Durante los años de construcción del Canal hasta su apertura en 1914, las interpretaciones unilaterales abusivas que hacían del leonino contrato tuvieron que ser aceptadas por nuestros gobiernos que no se cansaban de protestar. Panamá cedía al poder del conquistador.
Así fue también en 1915, cuando Estados Unidos nos obligó a desarmar a la Policía. El presidente Porras no entregó todas las armas, que después nos sirvieron en la guerra de Coto. A Panamá no le quedó más que ceder.
El Panamá cede se repitió en innumerables ocasiones durante casi todo el siglo XX, hasta que todo cambió con los sucesos del 9 de enero de 1964.
Gracias a la lucha generacional de muchos, esta batalla desigual pudo tener su fin con los Tratados Torrijos-Carter del 7 de septiembre de 1977, que nos devolvieron soberanía total de nuestro territorio y finalmente la administración del Canal el 31 de diciembre de 1999.
Desde esa fecha, 25 años atrás, Panamá ha cumplido con eficiencia, seguridad y responsabilidad lo que el mundo esperaba de ella, aunque algunos dudaban que pudiese administrar juiciosamente el Canal poniéndolo al día para enfrentar los nuevos retos exigidos por el comercio mundial, como lo fue la exitosa ampliación del Canal de Panamá que tanto beneficio ha dado a sus usuarios.
Inesperadamente, ráfagas de viento contrarias a la relativa paz que hemos vivido, son recibidas de Estados Unidos, que anuncia su interés de “recuperar el Canal que construyeron”. Poco importa si ese Canal, construido en 1914 y que tantos beneficios gratuitos produjo por 85 años al coloso del norte, ya no existe, porque con todas las mejoras hechas a los que nos entregaron de vuelta en 1999 y con la multimillonaria ampliación efectuada, estamos frente a un nuevo Canal totalmente panameño.
Pero, por lo que estamos viviendo, todo indica que podríamos estar regresando a los tiempos del permanente “Panamá cede”.
Comenzamos con el 1 de julio pasado, primer día del gobierno Mulino. Allí se firmó acuerdo con Estados Unidos para facilitar el retorno a Colombia y Ecuador de migrantes devueltos de la frontera norteamericana de esos países, pagándonos por los costos que se generaran. Ese “acuerdo” inicial, inexplicablemente, se amplió para recibir a 299 inmigrantes enviados desde allá para que nosotros los repatriáramos a sus países de origen, asumiendo Panamá su atención y hospedaje. Panamá cedió a una nueva pretensión que no puede explicarse legalmente a nadie, porque debieron irse directamente de Estados Unidos a sus respectivos países.
Nos enteramos casi por casualidad que ya Estados Unidos tiene apostados 200 soldados aquí, descubriéndose un acuerdo desconocido, que permite su presencia que inclusoservirá para entrenar a nuestros policías en técnicas antidisturbios. Simultáneamente, nos informan que analizan enviar nuevas tropas y que en abril visitará Panamá el secretario de Defensa. Días atrás, la Embajada de ese país nos habló de diversos ejercicios militares y humanitarios y que vendrían más soldados. ¿Panamá cederá otra vez?
El manejo de las relaciones bilaterales han sido un misterio. Nos enteramos por NBC de los 200 soldados aquí. Por el New York Times de los 299 migrantes que nos mandaron. De la embajada de nuevos ejercicios. Percibimos que, o nos ocultan información, o que Panamá carece de una estrategia clara para atender en la mejor forma posible la relación con el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Un jueves de repente nos enteramos que decidieron en Gabinete adquirir seis aviones, cuatro de combate, ¿será esa otra imposición de nuestros “buenos amigos”?
Opino que Panamá debe dejar de ceder. No creo que, a través de esa actitud, lograremos jamás que alguien nos respete como nación independiente y soberana.