Este domingo 16 de febrero se efectuó en el boulevard Panamá Pacífico el XXV Festival de Cometas y Panderos, organizado por Aprochipa.
- 10/02/2025 20:27
No quiero compañeros de viaje: crónica de una recolonización avanzada
La semana pasada, en su acostumbrada conferencia de prensa, el presidente Mulino espetó algunas frases que revelan el carácter liberal-individualista de la política exterior de su gobierno, pero hay una que fue la más descriptiva de dicho carácter, al responder interrogantes dirigidas a la consideración de ser parte de un bloque de países (solidaridad internacional) que reaccione a las embestidas del gobierno trumpista. Tal frase fue: “No quiero compañeros de viaje”.
En la explicación de estos comportamientos de relaciones colono-colonizado que hizo el psiquiatra y antropólogo social Frantz Fanon (1957), cabe decir que dicha frase, más allá de un lineamiento ideológico (neo)liberal, pone de manifiesto el criterio que rige una conducta colonial que organiza la relación no muy feliz que ha caracterizado la mayor parte de la historia de nuestras relaciones desde el siglo XIX. Esto es, algo así como cuando el siervo o el esclavo “mira con los ojos del amo”; siente con el corazón del amo, de manera que el primero no hará nunca nada que haga que este, el amo, se sienta agredido o molesto y, por tanto, reaccione castigándolo, donde el miedo infundido por el colonizador imperial juega el soporte emocional clave.
Aquí, el miedo conduce a que el colonizado niegue su propia capacidad para enfrentar categórica y soberanamente el problema. Es decir, reconocer en este caso que en efecto existe una asimetría de poder entre ambos Estados (cosa evidente) pero por el tipo de miedo infundido por el colono imperial no se atreve a buscar la fuerza requerida allende sus fronteras... no se atreve a desafiar en ningún escenario al que considera omnipotente. Se trata de lo que en psicología social conocemos como proceso de negación de su propia identidad y de su propia realidad, empleado como mecanismo de estabilidad emocional, que no altera el orden social, sobre todo si es de confort.
Para enfrentar las amenazas del gobierno trumpista, ciertamente hace falta unidad de acción, de los de dentro y los de fuera del territorio, estas son dos condiciones absolutamente imprescindibles para el éxito de la gestión panameña. La buena noticia es que existe mucha gente con sentido de Patria y no pocos líderes políticos a nivel mundial dispuestos a conformarla. Pero, hay dos malas noticias que anuncian poco éxito en la política exterior del gobierno actual. Una, que el equipo gubernamental padece tal miedo que le da pesadilla perder el confort ofrecido por los frutos del canal por la reacción del colono imperial, que prefiere rechazar tal unidad. Lo que plantea como unidad es la conformación de una legión de seguidores que no cuestionen sus acciones, aunque estas atenten contra la soberanía alimentaria, de salud, del ambiente o de seguridad social de la población que espera que lo acuerpemos, cosa que es contraria a toda conformación de una unidad al menos de acción. Solamente estaría creando una simulación de unidad nacional. Para cimentar una unidad real y efectiva, hace falta que el gobierno tome medidas que diesen confianza a la población local, tales como: un sistema de pensiones, un sistema de salud, una política alimentaria, un país libre de minería metálica, una gestión de los frutos del canal para el bien común y una política de fomento del “empleo digno” en el campo y las ciudades.
La segunda, que su rechazo tajante a la solidaridad internacional, en la misma línea del miedo al colono, hace que aunque el gobierno tomara medidas que conduzcan a cimentar una unidad nacional, si no hay una unidad internacional, solo estaríamos acercándonos a un momento de harakiri social y político.
Es evidente que, a pesar de que el presidente Mulino manifestó que “yo comprendo los problemas políticos internos que pueda haber en los EUA...”, lo concreto es que actúa sin comprender que la situación interna de este país convierte en vulnerable a su Estado y gobierno trumpista. Actúa a espaldas de la historia que enseñó que mientras los gobiernos desde 1904 hasta 1968, precisamente por llevar la política exterior con un carácter colonizado fracasaron en sus reclamos ante EUA por la recuperación de nuestro territorio, y que fue hasta que la gestión de unidad nacional e internacional combinadas se forjó, cuando se pudo vencer al colono imperial que se pensaba erra omnipotente. Así, el seguir con “no quiero compañeros de viaje” desdobla una crónica de recolonización avanzada desde la invasión de 1989.