La ceremonia del traslado del féretro del papa Francisco, que falleció este lunes a los 88 años, de la capilla de Santa Marta, comenzó a las 9.00 hora...
- 13/09/2020 00:00
Sobre mitos y realidades
Actualmente, existen muchos mitos sobre los alimentos en nuestra cultura, mitos que confunden a las personas, porque parecen verdad y no lo son. Por eso, uno de los retos que tenemos es poder alcanzar nuevos retos y evitar que los viejos mitos nos frustren o se reciclen.
Una de esas frustraciones salió a relucir hace un año, cuando concedimos una entrevista a periodistas sobre la relevancia de comer frutas. Pensamos que era tácito y sobreentendido que las frutas y los vegetales son los mejores alimentos para promover salud. Pero la verdad es que lo que realmente importa para una alimentación saludable es tomar en cuenta todo el patrón general de alimentos. Y una de las cosas que los mitos tienden a hacer es esconder o revelar un chivo expiatorio. Por eso, si tuviéramos que ofrecer un consejo para proteger a la población, no solo contra los viejos mitos, sino también para los nuevos que vienen, es que, si oye que una dieta se resume en una cápsula mágica o un sobrecito misterioso, aléjese, esconda su tarjeta de crédito y nadie saldrá lastimado. Así de mal estamos como sociedad.
Otro mito es que la gente dice y jura que la carne, la mantequilla y el queso forman el trinomio perfecto de una dieta dañina. Eso no es cierto. Para que quede claro, nadie puede asegurar que la mejor dieta para el ser humano es excluir la carne por completo. En primer lugar, depende del tipo de carne. Hubo un estudio reciente, publicado en The Lancet, sobre una tribu en el Amazonas que vive en la época moderna como si lo hiciera en la edad de piedra. Trabaja poco la agricultura y come plantas silvestres, pero también caza y los animales que come son salvajes y muy magros, prácticamente no tienen grasa. Se alimenta de una dieta nativa de plantas y animales silvestres, algo muy consistente para una buena salud humana.
El argumento más fuerte contra el consumo de carne es ambiental. Existen casi ocho mil millones de Homo sapiens en el planeta y las dietas a base de carne son catastróficas para el cambio climático, por todo lo que implican. Nuestro suministro de agua, nuestro aire, nuestras tierras y nuestra biodiversidad son el mayor tesoro del planeta.
Pensamos que se podría producir suficiente carne y productos lácteos para un pequeño número de seres humanos, pero no puede ser algo predominante en todas las dietas, porque es catastrófico a nivel ambiental. También hay problemas de índole ético, porque cuando se produce carne o lácteos en masa, los métodos de producción son bastante crueles. Francamente, si las personas son genuinamente humanas, no hay lugar para la crueldad en el menú. Cuando se trata de resolver los problemas específicos de la salud humana, no hay duda de que las mejores dietas asociadas con la longevidad y vitalidad son las que tienen mayor cantidad de vegetales, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas y abundante agua. Es decir, lo que es saludable para las personas, siempre es bueno también para el planeta.
Un estudio reciente en Oxford, publicado en los Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias (http://www.pnas.org/content/early/2016/03/16/1523119113), recalca que comer plantas no solo nos hará más saludables, sino que extenderá nuestra vida y tendrá un gran impacto en el planeta y en la economía global. Los autores concluyeron que, si todos comiéramos menos carne y demás derivados de animales y comiéramos más frutas, vegetales y cereales integrales, se reduciría la mortalidad global en un 10 % y las emisiones de gases de efecto invernadero en un 70 %. Y que, al realizar estos cambios, ahorraríamos hasta $31 mil millones para 2050 en concepto de un menor impacto ambiental y menos costos de atención médica.
Este estudio es extraordinario, porque nos permite observar con objetividad científica el horizonte en el tiempo. Tendemos a tomar decisiones en base a una gratificación cortoplacista, pero es nuestra obligación mirar hacia el futuro en lapsos de décadas y reconocer que cambiar algo a nivel global requiere empezar desde ya. Es decir, si vamos a modificar la forma en la que las grandes poblaciones consumen alimentos, hay que invertir y hacer un sacrificio inicial, porque podemos demostrar el ahorro en número de vidas y dinero a largo plazo. Todos, sin importar procedencia, raza, género o bandería política, deberíamos estar en línea con esto, porque, si usted es un ser humano y le importa la salud de la población, esto es para usted. Pero, si lo que le importa es la economía y el dinero, también es para usted. Porque aquí hay ganar y ganar para todos.