Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
El tema de la relación entre China y Panamá ha vuelto a sonar en la política internacional. Esta vez de la boca de quien será el próximo presidente de Estados Unidos a partir del 20 de enero, que ha lanzado severos cuestionamientos sobre la presencia china en nuestro país.
Al final de la gestión presidencial de Juan Carlos Varela, se llegó a comentar que, por haber sido su administración la que estableció relaciones diplomáticas con China, a sus altos funcionarios les habrían cancelado sus visas para ingresar a Estados Unidos. El 13 de julio de 2023, el Departamento de Estado estadounidense colocó al expresidente Varela en la lista de “inelegible” para entrar en su territorio “por actos de corrupción significativos”. Varela, además, por el proceso judicial pendiente que tiene en el caso Odebretch, tiene impedimento para salir del país.
Con el mayor sigilo, su gobierno rompió relaciones con Taiwán el 12 de junio de 2017, estableciendo lazos diplomáticos con la China de Mao al día siguiente y, con ello, se firmaron numerosos acuerdos que difícilmente se conocieron en Panamá.
Esa decisión implicaría un distanciamiento con los estadounidenses, sobre todo porque, casi al mismo tiempo que Panamá, El Salvador y República Dominicana harían lo mismo. Ya antes, Costa Rica había hecho lo propio, obteniendo de su nuevo socio como regalo la construcción de un moderno Estadio Nacional.
En los VarelaLeaks se hace referencia, a través de un mensaje enviado a Varela por quien era director de la Autoridad Marítima, Jorge Barakat, de mil millones de yuanes, (141 millones de dólares al cambio en ese momento) supuestamente recibidos por Varela a cambio del reconocimiento a la China Popular, donde se le exigió a Panamá no mantener ninguna relación siquiera comercial con Taiwán. Adicionalmente, en los Varelaleaks aparece el mensaje de la oficina comercial de la nueva embajada confirmando la futura adquisición de $38 millones en productos de ron. Me resulta difícil determinar cuántas botellas de ron deberían producirse para satisfacer semejante pedido.
Lo que desató la ira del Gobierno de Estados Unidos fue el despojo hecho en equipos de seguridad sofisticados, ya adjudicados por la Zona Libre de Colón mediante licitación a la empresa canadiense-estadounidense General Dynamics Inc., para dárselos a la telefónica china Huawei a un precio más bajo, pero que incluía un préstamo no reembolsable de los nuevos socios de Panamá. Huawei era representada en el país por un cercano amigo de Varela.
En la euforia de la nueva relación, China pagó cientos de viajes de dos semanas a funcionarios para que conocieran el país oriental que terminaron en una orgía de turismo oficial sin ningún provecho práctico. Pude conversar con algunos de esos viajeros, algunos sin ninguna responsabilidad importante en el gobierno, que me comentaron que allí se apuntaba el que quisiera. Al fin y al cabo, era con gastos pagos.
En mis investigaciones durante el gobierno de Cortizo pude comprobar que ni el MEF ni el Meduca tenían registro de ninguna donación de parte del Gobierno chino en materia educativa ni financiera. No hubo ninguna donación de China, tal como sí ocurrió en Costa Rica con su nuevo estadio y en El Salvador con la gigantesca biblioteca que les donaron.
Las decisiones diplomáticas de Varela terminaron siendo su peor legado. Quiso jugar a las grandes ligas con las relaciones internacionales y se olvidó que, por más que nos guste o no, Estados Unidos de América es nuestro socio estratégico más importante. Queda en evidencia que Varela estuvo más pendiente de sus negocios personales que del bienestar del país. Su primer embajador en China Popular fue Francisco Escobar Pedreschi, pariente de él.
Ya en la trama de Odebrecht, además de las coimas –para él donaciones- de la constructora brasileña, Rodrigo Tacla Durán, exoperador financiero de Odebrecht, lo había involucrado en compra de alcohol por dos millones de dólares en el caso de las coimas pagadas por la construcción del Metro de Panamá. Pude confirmar, en mi reciente viaje a Londres, que su embajador en ese tiempo allá, entre sus principales tareas, era la de posisionar el ron Abuelo en el mercado británico. Creo en la determinación de los pueblos y en su soberanía para establecer relaciones con cualquier país. Sin embargo, por la forma como está dividido y polarizado el mundo hoy, si Panamá quiere seguir siendo puente del mundo y corazón del universo, debe, antes que nada, alinearse a quien mejor representa sus intereses y los de sus nacionales.