• 13/12/2023 07:16

La ética en la lucha contra la corrupción

La ética es un factor clave para elevar la calidad de la administración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los funcionarios

El pasado 9 de diciembre se celebró el Día Internacional contra la Corrupción, fecha aprobada por la Asamblea de las Naciones Unidas el 31 de diciembre de 2003 mediante la Resolución 58, que busca aumentar la sensibilización, reforzando las buenas prácticas, previniendo y combatiendo la corrupción.

Sería muy importante cuestionarnos, si se ha logrado el objetivo de combatir este fenómeno, del que nuestro país no escapa. Consideramos que al reforzarse ética, mitigamos y prevenimos este mal, que cada día va en aumento y genera la desconfianza y la falta de tolerancia por parte de la ciudadanía en la gestión pública.

¿Qué es ética? No es más que el estudio del bien y el mal. Aristóteles fue el fundador del término, utilizado no sólo en el sentido de costumbre, de modo de ser, de actuar, sino de una condición humana permanente para hacer lo bueno, preferencia que se obtiene como evolución natural, al reflexionar sobre los valores individuales, sociales y la licitud, de los actos humanos.

Aunque en la historia de la civilización han evolucionado muchas condiciones y conceptos, existen principios y valores que no deben vulnerarse, pues constituyen elementos esenciales de las relaciones humanas, lo que nos lleva a que, independientemente de leyes y reglamentos que sancionan a quienes voluntariamente no cumplen con la responsabilidad social y nos comprometen a todos en una ética que le da sentido a lo público, para llegar al bien común.

La corrupción se ha situado desde los albores de la civilización, muy especialmente cuando el hombre se agrupa, de forma inteligente y sistemáticamente, pasando de nómadas, a ciudades, dando lugar a múltiples formas de organización social, política y económica, lo que le permite al ser humano no solo comer, vestir y subsistir, sino también satisfacer legítimas aspiraciones, tales como el éxito y la bonanza económica.

De estas naturales aspiraciones, difíciles de alcanzar por todos, nace la competencia por recursos económicos, poder y posición social, que los propios grupos humanos reglamentan a través de sus gobiernos, para evitar guerras, dominaciones mediante los mercados, la política y las discordias que, en ocasiones, se generan entre individuos y grupos.

La autora es abogada especialista en derecho penal.

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