Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 06/09/2024 00:00
La enorme responsabilidad de educar en las instituciones de educación superior
Existe una pregunta que nos realizan casi desde que iniciamos nuestra adolescencia, “¿qué quieres ser cuando seas grande?”. La respuesta a esta interrogante forjará seguramente nuestro destino y nuestra vida. Al inicio, esta interrogante es fácil de contestar, pues las metas que nos planteamos son solo parte de nuestra creativa imaginación: policía, bombero, maestro o sencillamente superhéroe, son respuestas muy frecuentes a dicho custionamiento. Esto debido a que nos vemos reflejados en modelos seguramente observados en quienes tienen bajo su responsabilidad nuestra crianza.
Luego de más de una docena de niveles académicos, finalmente conseguimos el tan anhelado título de bachiller que servirá de carta de presentación a la aventura en la que ha de convertirse la educación superior.
Rigurosos y a veces hasta exhautivos procesos de admisión escudriñan nuestras capacidades académicas y personales, intentando verificar si contamos con las competencias requeridas para el ingreso a una disciplina universitaria, pruebas psicológicas, de conocimientos generales, capacidades académicas. Son algunos de los análisis realizados a los nuevos aspirantes, quienes deberán demostrar que cuentan con las competencias al menos básicas para ingresar a una carrera.
Una vez admitidos en aquella carrera que hemos elegido como la profesión de nuestros sueños, se inicia entonces el arduo trabajo de formarnos profesionalmente, intentando contar con los conocimientos que nos convertirán en el recurso humano idóneo en aquella disciplina que un día fue nuestro sueño.
Materia tras materia, unas mucho más rigurosas y demandantes que otras, vamos adquiriendo las competencias que nos convertirán en profesionales idóneos en un área particular del saber; poco a poco vamos acrecentando nuestro conocimiento, esto con la ayuda de nuestros docentes, muchos de los cuales dejarán una huella imborrable en nuestro pensar y actuar.
He aquí que las instituciones de educación superior, respaldadas por un equipo de trabajo competente e idóneo, tienen la enorme responsabilidad de formar a estos nuevos profesionales en las diferentes disciplinas del conocimiento; materias fundamentales, electivas o sencillamente culturales van formado parte de una experiencia educativa que ha de forjar al discente no solo en conocimiento, sino también en valores.
Profesionales idóneos dejarán aquella institución que durante largos años contribuyó con su educación superior, convertidos en individuos capaces de realizar tareas relacionadas a una disciplina particular del conocimiento; son ahora peritos competentes que se han formado con criterios rigurosos, los cuales le permitirán, sin duda, dejar una huella y resaltar con su trabajo, convertido ahora en acción, “la enorme responsabilidad de educar en las instituciones de educación superior”.