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- 16/04/2020 00:00
Hay que masificar las pruebas contra un virus clasista
El coronavirus ha alterado todos los parámetros sobre los cuales descansan los supuestos de la vida que conocemos. Especialmente en lo que se refiere al trabajo, al estudio o al ocio. Cada clase social tiene sus propias particularidades. Los dueños del país (uno por ciento de los panameños) siguen recibiendo informes sobre cómo suben y bajan sus inversiones. A la vez, presionan a los Gobiernos para que aumenten sus subvenciones. Por otro lado, muchos empresarios, profesionales y afines (15 por ciento) siguen trabajando, pero desde el encierro de sus casas. No tienen mucha suerte los trabajadores asalariados (35 por ciento) que perdieron sus pagos semanales o quincenales. En algunos casos –muy pocos– reciben un bono u otros pagos en especie. El 50 por ciento de los trabajadores, que son informales, se encuentra en la calle (correteados por la Policía), en cuartos hacinados o en chozas insalubres. El panorama se ve cada vez peor para ese 85 por ciento de la población que se encuentra en la 'base de la pirámide' social.
A escala mundial, el país más golpeado es EE. UU., especialmente sus áreas metropolitanas. La mayoría de los muertos son trabajadores (informales) de las etnias reprimidas (negros y “latinos”). Sigue en importancia Europa occidental, cuyas grandes capitales han sucumbido al virus como fichas de dominó.
En el caso de América Latina y Panamá, en particular, no se tiene muy claro cuál ha sido la evolución del coronavirus o cuál será su futuro. Para medir el lugar que ocupa un país con relación a la epidemia se utilizan varios indicadores. El más terrible es el número de muertos que ha causado el virus. Otro indicador son los casos de pruebas positivas. También se puede medir el número de hospitalizaciones y la cantidad de casos que son dados de alta. La mortalidad es el indicador más contundente, pero no es necesariamente el mejor para saber cómo avanza o retrocede la epidemia en un momento dado. El número de hospitalizaciones es muy importante, porque indica cómo la epidemia hace presión sobre los recursos que tiene un país –o los hospitales– para atender a los enfermos.
El mundo está centrado en la política de contención. Algunos países dicen que han alcanzado la etapa de mitigación. La pregunta que todos se hacen es ¿cuándo terminarán las medidas que incluyen el uso de mascarillas, lavados de manos y cuarentena que ya parecen eternas? La respuesta es sencilla: Cuando aparezca la vacuna y se pueda aislar el “nuevo” coronavirus. Según los especialistas, la vacuna estará disponible a partir de principios de 2021 (entre enero y junio). ¿Quiénes serán los primeros en ser vacunados? La pregunta ya tiene su respuesta.
Los infectólogos dicen, sin embargo, que la humanidad puede avanzar este año poco a poco hacia la normalización de la vida. En la actualidad, todos los países o ciudades en el mundo están organizados para permitir que se realicen lo que llaman actividades esenciales. En el caso de Panamá, se incluye el Canal de Panamá y los puertos. La Minera Panamá (que extrae principalmente cobre para la exportación) fue cerrada por el Ministerio de Salud por no cumplir con las medidas de seguridad.
Panamá centra sus esfuerzos en la contención de la epidemia. Cuenta con los hospitales, las camas, equipos y, lo más importante, los trabajadores de la salud que han dado muestras heroicas de entrega. Cuando se dieron los primeros casos, hace poco más de un mes, eran personas provenientes del extranjero. El Centro Conmemorativo Gorgas identificó los primeros ocho (8) enfermos y sus países de procedencia. De EE. UU. Venían cuatro (4), de Europa tres (3) y de China venía una persona. Estas personas contagiaron a otras que vivían o trabajaban con ellas. A pesar de las medidas de contención, el virus se extendió y los casos positivos superan, actualmente, los 3500 casos y las muertes se están acercando al centenar.
El Ministerio de Salud aún no da información socioeconómica de las personas que dan positivo, que son hospitalizadas o que fallecen. Por la distribución geográfica de los casos, todo indica que la gran mayoría es de sectores humildes de la capital y que proviene de barrios con densidades altas de población.
El doctor Jorge Prosperi, salubrista, asegura que la única manera de “mitigar efectivamente el virus es mediante la masificación de las pruebas de laboratorio para identificar a las personas positivas y el rastreo de los contactos”.