• 16/02/2025 00:00

¿Hasta cuándo con el mismo cuento?

A veces uno sabe por dónde empezar a expresar lo que siente. Hoy, por ejemplo, podríamos analizar el comportamiento y actitud de personas como el presidente estadounidense. No soy sicólogo, pero desde afuera podemos percibir que no es una persona racional y si lo fuera, está haciendo todo lo posible para que lo vean como lo contrario. Pero lo que hace está fundamentado sobre una base, cuyo fundamento desarrollaremos más abajo.

Podría decirse lo mismo de dictadores como Maduro, Ortega, Díaz Canel, Bukele y mandatarios electos como por ejemplo Milei. Para todos ellos hay una frase que se les podría aplicar por igual: “Si mis derechos no son iguales a los tuyos, entonces lo que tengo son privilegios”. Y aprovecho para recordar mi trillada frase: “populismo de izquierda o derecha es igualmente malo”. Y, sus comportamientos también tienen la misma base que la del coloso del norte.

Si seguimos haciendo un análisis de lo que hemos venido viviendo en los últimos días, no termino de entender cosas como que al alcalde capitalino le dicen que no puede multar a quienes se estacionen sobre las aceras, pero nadie hace nada al respecto y las aceras hoy, donde hay, no pueden ser usadas por sus supuestos usuarios, los transeúntes. Ahora, me pregunto yo si un puesto de comidas, con todos los permisos de operación que establece la ley, ¿puede ofrecer sus servicios estando sobre una acera? Si no puede, ¿quién lo multa? ¿La ATTT, el Minsa, la alcaldía o el MICI?

El sindicato que agrupa a los obreros de la construcción convoca a sus afiliados a una manifestación sobre la Ave. Balboa, porque, según ellos los diputados no les hicieron caso con respeto a sus absurdas propuestas para atender el problema del programa de IVM de la CSS; los protestantes se toman las calles, impidiendo el paso de quienes quieren ir a trabajar y ganarse su sustento. Llega la Policía Nacional, tratan de despejar la vía y ante la violenta reacción de los manifestantes, los policías responden con gases lacrimógenos.

Los obreros se repliegan, irónicamente en el edificio que ellos mismos construyen, que albergará el nuevo Hospital del Niño y desde allí, tiran bombas molotov, que evidentemente no las hicieron en ese momento, o sea, venían “prefabricadas”, palos, bloques y varillas de acero contra los agentes antimotines, inclusive hiriendo a varios de ellos.

La policía se repliega para organizarse y en una operación digna de McGyver combinado con Hawaii 5-0, se toman el edificio y al rato lo desalojan, llevando arrestados a varios de los integrantes de la confrontación. Lo interesante es que no se vio a ninguno de los altos dirigentes del sindicato. ¿Será que ellos sabían lo que iba a pasar después? Esa se los dejo de tarea.

¡Tremendo éxito que se anotan los del sindicato! Son los mismos que en ninguna de las últimas elecciones han podido ni siquiera llegar al 10 % y mucho menos al umbral de subsistencia con los candidatos que apoyan.

Presidente, son los mismos a quien usted autorizó que les descongelaran las cuentas. Los mismos que se quieren hacer del país, pero a punta de desestabilización. Los mismos que pretendieron tomarse el crédito de las protestas de finales del 2023, pero todos sabíamos que no tienen ni poder de convocatoria ni mucho menos apoyo de ese pueblo a quien dicen representar.

“Desde mi balcón” percibo que todos estos incidentes tienen una misma base. La falta de valores cívicos, éticos y morales en todos los pueblos del continente. Mientras no enseñemos a los niños y jóvenes del país a ser buenos ciudadanos, seguiremos teniendo políticos sinvergüenzas; mientras los niños y jóvenes no aprecien el valor de la ética, seguirán apareciendo los seudo líderes, que en la realidad viven muy cómodos en comparación con sus supuestos seguidores.

Tenemos la obligación de volver a impartir las clases de urbanidad a muy temprana edad dentro de las escuelas y colegios del país. Tenemos que recuperar la posibilidad que a los jóvenes se les imparta las clases de lecciones de gobierno, para que conozcan sus derechos y obligaciones y aprendan a reconocer que los diputados no están para “resolverle” los problemas a nadie.

Enseñemos a nuestros niños a convertirse en hombres y mujeres en ciudadanos productivos, que quieran a su patria, que le juren lealtad a este pedazo de tierra que los vio nacer o crecer y que se sientan orgullosos de ver ondeando la majestuosa bandera panameña en la cima del Cerro Ancón o la del Volcán Barú.

Todavía podemos rescatar este país. Metamos el hombro todos juntos para que podamos volver a ser ese puente del mundo y corazón del universo que nos legaron nuestros ancestros.

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