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- 30/11/2022 00:00
Funcionario político y funcionario técnico
Aparte del Canal de Panamá, ¿se le viene a la mente algo “público” o “de todos” que funcione bien? A mí me cuesta un buen rato dar algo más, porque justo al salir de casa la calle está destruida, un poco más abajo hay un agujero de alcantarillado que ha pasado tanto tiempo sin tapa, que hoy me cuestionó si alguna vez tuvo. Si avanzo un poco más, la basura se acumula a ambos costados y si, inadvertidamente, continúo mi camino, llegaré a un sector que salió de los radares del Miviot en los vetustos años ochenta.
Y la génesis de todo esto es que detrás de cada “cosa pública” hay, o debe haber, un grupo de sujetos que saben, o deben saber, cómo se hace para que estas presten o se manifiesten de manera óptima. Ese es el propósito de la carrera administrativa, democratizar el servicio público y hacer ingresar en él a los más capaces que sea posible.
José Dolores Moscote, a quien debemos por vez primera la inclusión en la Constitución Política de un Título relativo al servicio público, lo tenía claro desde 1932, al señalar en un editorial de noviembre de aquel año que “Generalmente se pasa por alto un hecho que está en la raíz misma de toda democracia. Esta carece de influencia meliorista (tiende al progreso y perfeccionamiento) sin la coexistencia armónica de dos fuerzas que la impulsan y la dirigen constantemente: la del número y la de la calidad, la que representa el poder político de las masas con su proceso orgánico del sufragio universal, y la del poder administrativo que se basa exclusivamente en la competencia, en la honorabilidad y en la abnegación del ciudadano y que se organiza, o debe organizarse, por medios racionales de la educación y el estímulo.
Cuando se desatienden los imperativos de ese hecho entonces tenemos el número indeterminado, incalificado y amorfo queriendo… como por arte de magia, ocupar las posiciones que solo corresponden al funcionario de calidad que se ha endurecido en una labor de estudio y de captación inteligente de experiencias y métodos eficientes de trabajo. El resultado de tal inversión de criterio es causa de estancamiento o de errores que entorpecen la marcha de la administración y detienen el progreso del país”.
Con cada cita al sufragio se nos presentan varios proyectos de desarrollo para el país a ejecutarse en un plazo de cinco años. Por mayoría simple escogemos a un líder con su propuesta al que habilitamos para que designe a la junta directiva y gerentes políticos de cada aspecto de la administración pública. Ellos son instrumentos de transmisión de la visión del líder legitimado en las urnas, pero que esta se cumpla y rinda el beneficio esperado depende mucho menos de estos, que de todos aquellos que, tras ser seleccionados escrupulosamente por competencias y contar con garantía de su estabilidad en el empleo, saben cómo convertir el proyecto en resultados: los funcionarios técnicos de carrera.