• 25/09/2020 00:00

Expectativas vs. realidades

Recién se ha iniciado la tan ansiada reactivación económica del país, en medio de la incertidumbre y esperanza de miles de trabajadores, que esperan reintegrarse a sus antiguos puestos de trabajo, después de meses de limitaciones y dificultades generadas por la necesidad gubernamental de decretar una larga cuarentena debida a los efectos de la pandemia de la COVID-19 que azota a nuestro país y al mundo entero, decisión tomada para preservar la salud de la nación.

Recién se ha iniciado la tan ansiada reactivación económica del país, en medio de la incertidumbre y esperanza de miles de trabajadores, que esperan reintegrarse a sus antiguos puestos de trabajo, después de meses de limitaciones y dificultades generadas por la necesidad gubernamental de decretar una larga cuarentena debida a los efectos de la pandemia de la COVID-19 que azota a nuestro país y al mundo entero, decisión tomada para preservar la salud de la nación.

Numerosos organismos internacionales han determinado que toda la región, en particular América Latina, se ha enfrentado a la pandemia desde una posición más débil y vulnerable que el resto del mundo, debido a la desaceleración económica a partir del año 2013, que afectó especialmente a los países más grandes, como México, Brasil y Argentina, que, coincidentemente, dos de ellos han sido los más afectados por la COVID-19 en la cantidad de decesos producidos por este implacable virus.

Otros países también siguen viviendo episodios de inestabilidad política y social, producida por el descontento popular y medidas económicas limitantes; por las grandes desigualdades sociales y, sin lugar a duda, por la falta de transparencia y corrupción en los estamentos de muchos Gobiernos y sus autoridades.

Los recortes presupuestarios, debidos al bajo crecimiento económico, se traducen en menor recaudación tributaria por parte de las administraciones, lo que conlleva una cadena de resultados que afectan negativamente los servicios que reciben los ciudadanos, tan necesarios en materia de salud y condiciones de vida. La pandemia trajo consigo la enfermedad y pérdida de miles de vida a nivel global, tanto como haber incrementado el hambre, el sufrimiento y desesperanza de poblaciones enteras.

Las expectativas de crecimiento que se tenían para la región de por sí no eran muy halagadoras al inicio de este año 2020. Pero no se esperaban los efectos tan perjudiciales empezados en marzo, con el inicio de la propagación de la pandemia a nivel global.

La realidad superó a las expectativas. Las prioridades cambiaron drásticamente a corto, mediano y largo plazo, según el informe de la CEPAL 2020. Se espera que todo esto termine en una crisis social y económica sin precedentes, que va a generar la mayor contracción económica desde la Gran Depresión de los años 20 del siglo pasado para muchos países, que ya venían sufriendo de problemas económicos limitantes y de desigualdades sociales. Los países van a soportar limitaciones y dificultades de diversa naturaleza, siendo los temas de la salud y la educación las principales, lo que puede significar atrasos en el desarrollo de varios países. Con esos escenarios, el esfuerzo de los Gobiernos tendrá que remontar y priorizar soluciones para los más necesitados y la población en general deberá estar preparada para esfuerzos adicionales y creatividad para subsistir.

En el caso de Panamá, todo lo acontecido en los últimos meses, pone en evidencia las grandes falencias económicas, sociales y estructurales que llevamos de arrastre y que se complican aún más, producto de la desaceleración y prácticamente paralización de muchos sectores importantes de la economía.

Las diferencias entre la educación privada y la pública, así como la capacidad de acceso a tecnología de información y comunicaciones han quedado en evidencia, en momentos donde se requería que los estudiantes contaran con mayores recursos para poder terminar el año escolar de manera virtual. Los ingentes esfuerzos del Gobierno frente a estas necesidades lo han llevado a invertir grandes recursos económicos y tecnológicos, que aún resultan limitados frente a las reales necesidades de los estudiantes; de miles que pueden quedar rezagados en comparación con quienes pudieron contar con mayores recursos y culminar exitosamente este período.

El desarrollo de la competitividad, el incremento de la productividad, de mano con la innovación y fortalecido con educación de excelencia, son y serán elementos prioritarios para sacar a nuestros países adelante y en especial a Panamá, por su posición geográfica y trayectoria como país de servicios, con la capacidad demostrada históricamente de salir adelante en circunstancias difíciles.

Es imperativo el desarrollo de modelos económicos sostenibles en el tiempo, que disminuyan las diferencias socioeconómicas existentes en nuestros países, donde las diferencias sociales se evidencian y donde la percepción de que algunos sectores se enriquecen a expensas de los que se empobrecen, se hace cada día más evidente y las expectativas contrastan con las realidades de los que menos tienen. Se avizora que ello puede conducirnos a una confrontación social que está ahí, latente. Capaz de estallar en muchos países. Debemos evitar que suceda. Así sea.

Abogado
Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones