• 10/09/2016 02:01

Las extrañas sanciones económicas de EUA

Guerra es guerra y EUA jamás ha dejado de considerar el aspecto económico cuando de doblegar a sus competidores se trata

Guerra es guerra y EUA jamás ha dejado de considerar el aspecto económico cuando de doblegar a sus competidores se trata. Por el contrario, ha sido un arma en extremo privilegiada a la hora de actuar contra aquellos que osan atentar contra su supremacía. Tal ha sido el caso de Cuba mediante un bloqueo de 50 años que bien se puede rememorar con el reciente caso Waked o el de Corea del Norte, una vez optó por otro sistema.

Para cada caso u ocasión, Washington ha creado herramientas muy efectivas. La lista Clinton, por ej.; la exclusión de naciones enteras de los supuestos beneficios que generan sus programas. Más recientemente se trata de la llamada Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), una especie de agencia internacional de cobranza, al frente de la cual ha colocado a una serie de funcionarios neoconservadores de tendencia proisraelí.

Antes Departamento de Tesorería de la División e Control de Activos Extranjeros, hoy la OFAC persigue sin tregua a los norteamericanos o empresas que violen disposiciones como las sanciones decretadas contra Irán, el Bashar al-Assad, el Gobierno de Siria, el Líbano, el partido político Hezbolá, Hamas en Palestina o el otrora Gobierno de Muammar Gadafi en Libia o el de Saddam Hussein en Irak, el de Omar al-Bashir de Sudán y otros, que no por casualidad se enlistan como enemigos de Israel. Sin embargo, ninguno de estos objetivos israelíes son necesariamente enemigos de EUA.

Es una política que se remonta a la administración del presidente Harry Truman y que tiene que ver con la hegemonía económica norteamericana. Puedes acercarte pero no superar a la potencia, inicialmente a China, mucho antes que Richard Nixon iniciara sus viajes de acercamiento hacia el gigante asiático.

¿Ha podio caer Panamá en esa órbita de sancionados? A principios de este año cuando estalló el tristemente célebre caso de los Panama Papers , trascendió a través de no pocos medios informativo la guerra declarada que desataron empresas norteamericanas dedicadas al negocio de las offshores , contra el bufete panameño MOSSACK FONSECA. No era un secreto que dicha empresa figuraba en el cuarto lugar mundial de este negocio habiendo superado a un sinnúmeros de empresas entre ellas algunas norteamericanas. Se dijo en aquella ocasión que la famosa investigación de un colectivo de periodistas estacionados en Washington guardaba un relación, no definida aún, con la campaña que se desató contra MOSSACK-FONSECA. Si fue así o no, el único componente del escándalo que apunta en esa dirección fue la evidente protección que dio el Gobierno panameño al señalado bufete. Ni una sola sanción ni un solo detenido hubo en el caso, en Panamá y, por el contrario, un manto de silencio se ha tendido.

Los críticos de la OFAC, entre ellas varias empresas internacionales, han expresado su inconformidad con la ‘extraterritorialidad ' que arrastra esa oficina. Bajo el Gobierno de George W. Bush, por ej., se habrían ampliado las sanciones contra aquellas empresas que habían desarrollado relaciones con Cuba e Irán, y siempre sus dosieres habrían sido preparados por funcionarios proisraelíes de la OFAC.

Pero como se ha dicho, no solo se trata de países o instituciones. También nacionales norteamericanos habrían sido víctimas de esa política, entre los que estaría el multimillonario George Soros y las distintas empresa que él ha creado, sin fines de lucro, como Open Society Institute , Human Rights Watch y Amnistía Internacional.

Pero en toda esta relación parece haber una cuota de ironía. Durante la Administración de George W. Bush, los objetivos de OFAC fueron, comprensiblemente, dirigidos contra al Qaeda. Sin embargo, las sanciones nunca fueron ampliadas por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense y agencias de inteligencia extranjeras que proporcionaron su inteligencia directamente a la CIA y OFAC, hasta funcionarios sauditas confirmadamente unidos al ataque de 9/11. No sería exagerado presumir que la de la OFAC deviene en una selectiva política de ataques contra blancos tenidos efectivamente como enemigos, dejando puertas abiertas a aliados que incomprensiblemente, al menos de manera pública, han actuado en un momento determinado contra los intereses de EUA.

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