• 17/02/2021 00:00

Estados alterados: drogas y creatividad

“Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha buscado sustancias capaces de alterar la conciencia, de proveer un escape a su realidad […]”

Imagínese a Pablo Picasso compartiendo una pipa de opio con Modigliani, Juan Gris, y otros poetas y artistas que ahora ocupan importantes sitiales en museos y libros de arte. Escenas dignas de una película, pero que no eran poco comunes entre artistas del siglo XIX e inicios del XX, cuando el opio, la morfina, la cocaína y la heroína fueron de libre consumo e incluso sus grandes beneficios proclamados por las casas farmacéuticas de la época. Tal era el consumo del opio en China (cultivado por los ingleses en la India), que el emperador prohibió su consumo, pero el contrabando era fomentado por los ingleses, al punto de que se dieron las llamadas Guerras del Opio.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha buscado sustancias capaces de alterar la conciencia, de proveer un escape a su realidad, brindar euforia y placer y ser fugaces bálsamos de sus vacíos y heridas emocionales. También se consumen para hallar otra dimensión, incrementar nuevas ideas o visiones para una búsqueda artística… para aquellos dispuestos a pagar su elevado precio. Buscan nuevas maneras de crear, como los Beatles con su álbum Revolver, realizado bajo la influencia del LSD; o pintar, como Picasso y su consumo durante su período azul o narrar las visitas a esos otros planos celestiales o infernales como Thomas De Quincy, en su libro “Confesiones de un inglés comedor de opio”. El submundo del negocio de las drogas también genera una producción artística en los tiempos actuales, como son los narcocorridos y las películas basadas en el decadente mundo del capo. Y no podía faltar la instalación que utiliza droga como materia prima, como es el caso de escultura a base de cocaína y gelatina realizada por el artista danés Diddo. Ciertos géneros musicales suelen estar asociados al consumo de cierto tipo de sustancia, por ejemplo, la electrónica al consumo de éxtasis. Pero no caigamos en burdas generalizaciones, hay adicción a las drogas en todo tipo de personas y profesiones, la diferencia es que existe la creencia de que el artista requiere una vida tortuosa para crear. A nadie se le ocurre decir que un atleta rinde mejor luego de consumir o que están felices de operarse con un cirujano con adicción al alcohol (hay estudios en EU que demuestran diferentes tipos de adicción según la especialidad médica), pero muchos opinan que ciertas obras existen gracias a la adicción del artista.

La parte más crucial de la interrelación entre drogas y creatividad es la racionalización del artista de su uso como manera de mantener su producción. Muchos artistas creen que sin las drogas su creatividad ya no será igual. Sin embargo, las drogas no pueden ayudar a crear si no hay talento, entrenamiento y trabajo, y un artista genuino creará con o sin drogas. El prolífico escritor Stephen King pasó muchos años con una severa adicción a las drogas, hasta que su esposa y su familia le dieron un ultimátum. Uno de sus miedos era no poder escribir más si dejaba el hábito: realizaba maratones de escritura mientras estaba drogado (cosa que a mí me parece increíble). En su caso la adicción era una manera de enmascarar traumas de su infancia, pérdidas y ausencias, miedos y ansiedades. Si bien en su escritura esos temas afloraban, el escribir sus miedos no era suficiente para aliviar su dolor. Y he aquí algo muy interesante, una herida emocional puede servir para producir arte, lo creo, pero el arte por sí solo no logra sanar la herida emocional. Sin un proceso de confrontación, aceptación y decisión personal, el artista seguirá utilizando la adicción y la creatividad para hurgar la herida, pero no la sana.

Para el artista que no planea dejar las drogas ni es cuestionado por su entorno (en muchos casos su entorno facilita el consumo o el artista es parte de una subcultura de consumo) llega el momento en que su cuerpo no le puede acompañar más. Así de sencillo, su cerebro y su cuerpo no pueden más con los efectos de la adicción. Quedan dos caminos, la muerte (Amy Winehouse, Phillip Seymour Hoffman) o dejar las drogas, pero siempre con una añoranza a aquellos tiempos. En el caso de Picasso, su consumo se vio bruscamente frenado por un suceso traumático. Un amigo artista, quien vivía en su casa, consumió un cóctel de opiáceos y Picasso lo descubre colgando del techo luego que el hombre entrara en un episodio psicótico. Tal fue el susto para Picasso que dejó de consumir opio inmediatamente.

Psicóloga; Blog Cuentos al Garete.
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