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- 16/12/2022 00:00
Las esculturas hablan
Hoy, 16 de diciembre, se cumplen 83 años del sensible fallecimiento del doctor Juan Demóstenes Arosemena, el creador y fundador de la Escuela Normal que lleva su nombre. En el parque principal de la ciudad de Santiago de Veraguas, se erige la escultura monumental dedicada a este gran estadista visionario, que ocupa un lugar muy especial en la historia de dicha ciudad.
La estatua de dicha obra fue realizada por el escultor Gabriel Acebedo, la fundición en bronce estuvo a cargo de Víctor Lemos, y su pedestal fue creación del arquitecto Luis Caselli y la misma fue inaugurada el 24 de julio de 1943, por el entonces presidente de la República, don Ricardo Adolfo De la Guardia.
¿Qué significado se puede descubrir en esa estatua que preside el parque desde hace tanto tiempo? ¿Qué puede decirnos ese rostro frío bajo la solidez del bronce? ¿Es posible que, ante el silencio que todo el tiempo impregna ese espacio, pudiera percibirse alguna idea desde la quietud de la estatua? ¿Podría desprenderse del gesto que tiene el doctor Arosemena, alguna palabra o algún balbuceo de aquel discurso de 1938, cuando inauguró la Escuela Normal?
Al contemplar la estatua del expresidente Arosemena da la sensación de que su rostro, levemente perfilado hacia la izquierda, trata de alcanzar con la mirada a la Escuela Normal. Podría pensarse que él sigue pensando en esa obra que logró construir, pese a todas las críticas y pensamiento opositor en aquel momento, pues, como lo manifiesta el ilustre Juan Alberto Morales, al referirse a la construcción de la Normal: “se ha alzado un gran centro educativo en Santiago de Veraguas. El gran sueño que pareció a gran número de personas una locura, es hoy considerado, hasta por los más escépticos, como un triunfo definitivo”.
En su discurso de inauguración el doctor Arosemena habló de un magnífico plantel, que, al construirse en esta provincia, es la brújula de los derroteros que le ha imprimido a su Gobierno: la vuelta al interior de la República y su incorporación a la vida moderna y al progreso.
Sin lugar a duda, para el doctor Juan Demóstenes Arosemena, escoger a Santiago para erigir el grandioso edificio de la Normal encerraba un propósito trascendental, y él lo llama “la liberación del interior”, ante lo cual, el mismo edificio queda supeditado a ese otro propósito, que conlleva el progreso de la cultura, fundamento para que el interior deje de estar sojuzgado por la capital. El interior debe alzar sus derroteros, debe generar la riqueza que se encuentra escondida en sus tierras, en los sueños de su gente, en el progreso integral que se debe impulsar con decisión y firmeza.
Esos sueños de la gente, que el doctor Arosemena descifró con gran acierto, al contemplar la Estatua del Parque, parece que todavía persisten. Es como si la última frase de su discurso de inauguración, hubiera quedado pendiente, “¡en el interior está la redención del país: toca a vosotros realizarla!”. Son sueños que se remiten al tiempo en que el llano donde se construyó la Normal, era solo un espacio colmado por la leyenda. Así lo retrata el inolvidable santiagueño Ignacio de Jesús Valdés (Nacho Valdés), al escribir que durante las noches invernales, una temible “luz del llano” recorría la llanura, dando saltos locos o deslizándose por la grama. Eran destellos verdes tétricos que ponían el espanto en los corazones infantiles.
Los significados de tales luces variaban, desde la creencia de que eran las almas de los muertos en la Guerra del Llano del inicio de siglo, hasta la suposición de un tesoro escondido que algún día, con el permiso de Dios, pondría sus riquezas a disposición del mundo.
La explicación que en la leyenda da Ño Esteban a los niños de su diálogo, es que ya ese tesoro se había descubierto, pues la gigantesca construcción de la Normal, simbolizaba los fulgores de redención de las luces y del tesoro.
El silencio y el gesto de la estatua vigilando en dirección de la Normal, para quienes vivimos en este tiempo, es aparente, porque la educación sigue siendo en nuestro país, un sueño incumplido en muchas necesidades, distancias que impiden la oportunidad igual para todos, proyectos inacabados, abandonos, protestas, inversión suplicada, a pesar de estar legislada; y por otro lado, trabajo docente incansable, intento por alcanzar objetivos que se vuelven difíciles, todo lo cual formaba parte del propósito del doctor Juan Demóstenes Arosemena, cuando se refería a la redención del interior.
La estatua del doctor Arosemena se observa callada, pero desde las fibras del bronce que la configuran, se percibe que siguen vivas las ideas que lo llevaron a realizar tamaño proyecto y las palabras que pronunció cuando lo entregó a los docentes, estudiantes y a todo el país, para contribuir a la educación de todos.
Para mantener los ideales del doctor Juan Demóstenes Arosemena y lograr que la Normal Augusta continúe con su proyección educativa es imprescindible el involucramiento y compromiso del Ministerio de Educación, del Ministerio de Cultura, personal docente, administrativos, estudiantes y la comunidad educativa.
Entre otros aspectos que se deben tomar en cuenta, nos permitimos señalar:
Fortalecer la educación continua de los docentes y crear un sistema especial de selección de los mismos, lograr la participación de los padres de familia en la formación de sus hijos, realizar una modificación al sistema de ingresos de los estudiantes, evaluar la revisión de estudios y jornadas educativas, realizando comparaciones con estándares internacionales de calidad, fortalecer la cantidad de personal administrativo para el mantenimiento adecuado de la escuela y concienciar a los estudiantes sobre el valor histórico que ha ejercido nuestra Alma Máter en la formación de los docentes.
Estos y muchos tópicos se deben tomar en consideración, para que EL ESCORIAL DE AMÉRICA, como un día se le llamó a la Cuna de la Educación panameña siga cumpliendo con la visión, anhelos y sueños de su gran creador y fundador, el doctor Juan Demóstenes Arosemena.