• 25/09/2008 02:00

La entrega torrijista

En días pasados un reporte desde Washington, nos decía que la recién estrenada embajadora de EEUU en Panamá, en un acto dentro de la vis...

En días pasados un reporte desde Washington, nos decía que la recién estrenada embajadora de EEUU en Panamá, en un acto dentro de la visita del presidente Martín Torrijos a esa ciudad, emitió conceptos favorables sobre las reformas a los estamentos de seguridad realizados por nuestro gobierno y que, superada esta etapa, seguía aprobar el TPC lo que llevaría nuestras relaciones al próximo nivel. Este reporte incomodó a la embajada estadounidense aquí, la cual publica un comunicado refutando el concepto “aval” y tratan de cuadrar el círculo, pero la embajadora con o sin la palabra “aval”, dio su aval.

Ella habló del próximo nivel. ¿Cuál será ese nivel? Para entender la urdida trama hay que hacer un poco de historia: el primer Torrijos, con los tratados entreguistas, legalizó las bases militares por 23 años y nos puso, a perpetuidad, “bajo el paraguas del Pentágono”. El segundo Torrijos, con el asesoramiento de funcionarios estadounidenses, como me reveló un funcionario diplomático de esa embajada, y siguiendo el Plan Mérida, hoy nos vuelve a entregar en las redes y acciones del Pentágono, porque esas normas remilitarizan Panamá.

En 1990 nos habíamos distanciado del Pentágono proscribiendo el ejército, pero no del Departamento de Estado, que siguió teniendo injerencia en nuestros asuntos internos y con esta injerencia se fue poco a poco reabriendo el camino hacia lo que hoy se perfecciona, la remilitarización. Lastimosamente los gobiernos llamados democráticos cedieron ante los ofrecimientos de entrenar militarmente a la policía civil que se había estructurado, los vistieron como soldados y permitieron hacer los jueguitos de guerra mal llamados Panamax, en fin, se hicieron cómplices de ir sembrando la semilla del militarismo que hoy riega y abona con los decretos leyes el partido político adocenado a vivir bajo la bota, porque así nacieron y así pelecharon. La embajadora, como es lógico, vela por los intereses geopolíticos de su Estado en la región, irrespetando a los panameños que, agrupados en la Red Democracia Ciudadana, llevan la lucha contra esta re militarización.

Gremios empresariales han manifestado su preocupación por los decretos leyes, pero estoy seguro de que se obnubilarán con la aprobación del TPC, que ven como una oportunidad para acumular riquezas y que la embajadora y Bush prometen aprobar, porque el gobierno panameño hizo su tarea. Esperemos que la memoria histórica no haya cedido al tiempo y recuerden que no se podía hacer riqueza cuando el militarismo se desbocó y que pocos son los llamados por el supuesto éxito, porque la oportunidad la controlan los que entran por las triquiñuelas y el Estado de derecho sucumbe ante la autocracia. Donde la democracia no arraiga, los negocios no florecen. A 40 años de la primera etapa del Torrijismo, con su secuela de muertes, desapariciones, torturas, exilios y lesión patrimonial, enfrentamos la reedición de aquello en la segunda etapa del mal llamado Torrijismo, que con el apoyo gringo promete mantener a este pueblo bajo el “paraguas del Pentágono”, que es el siguiente nivel de que habla la embajadora.

Los tiempos se ven difíciles por el carnaval de las campañas politiqueras que marean con la ilusión de un poder que, si lo obtienen los candidatos que salgan elegidos, sería un poder mediatizado y condenado a corromperse y dañarían más al país.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones