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- 28/09/2019 07:00
A diez años de su partida, Endara gobernó con el ejemplo
Hoy, 28 de septiembre, se cumplen diez años de la muerte de Guillermo Endara Galimany. Le tocó defender los principios democráticos durante los años más represivos de la dictadura y sin que estuviera en sus planes, fue candidatizado a la Presidencia de la República, en las elecciones del 7 de mayo de 1989. La mística de sus actuaciones debe ser referencia obligada para quienes les toca asumir las riendas del Gobierno. Dio ejemplos claros del uso racional de los recursos. Sobran los ejemplos de las actuaciones donde primero estaba la sanidad de las finanzas, para luego propiciar el clima de las inversiones locales e internacionales.
La administración actual no cesa en lamentarse de la economía heredada, pero, la forma de comportarse dista mucho de que en verdad existe ese problema. Los gastos faraónicos, los salarios desmedidos, la falta de poner un alto al despilfarro en la Asamblea Nacional, demuestran que, o no hay tal crisis financiera y si la hay, será peor con las decisiones que vemos. Endara, pese a las críticas, hizo lo correcto y en poco tiempo las chimeneas del progreso lanzaban los humos simbólicos del desarrollo de la nación.
Hubo un aumento general para los servidores públicos y privados cuando se eliminó el impuesto sobre la renta de quienes devengaban 300 balboas o menos. Con arcas quebradas y vacías, se construyó la presa alta de la hidroeléctrica Fortuna, en Chiriquí, lo que acabó con los apagones escalonados que se daban en el país. Con el uso razonable de los recursos se logró ampliar a dos carriles la carretera que une a la capital con el distrito de Arraiján. Hubo seguridad jurídica y a los miembros de la Corte Suprema de Justicia se les conoció como funcionarios de lujo por su capacidad, profesionalismo y honorabilidad.
Endara no buscó los aplausos por lo que hacía. Estaba convencido de que su mejor título era el de “Servidor del pueblo”. El presidente Laurentino Cortizo debe ojear la historia reciente y copiar parte de la conducción que tuvo Endara cuando le tocó dirigir los destinos de los panameños en el periodo 1989-1994. Endara rompió el cordón umbilical que existía entre el Ejecutivo y el Judicial. “Los elijo como magistrados, para que hagan lo correcto; no esperen de mí órdenes o instrucciones”, les decía a los magistrados seleccionados.
Con los directores de entidades hacía lo propio. Cuando designó a Luis H. Moreno para que se encargara del Banco Nacional le dijo: “Quiero que ponga su experiencia al servicio de la Patria; haga lo que tiene que hacer y si alguien osa en pedirle canonjías o privilegios en mi nombre, por favor me los refiere, para destituirlos”. Su humildad fue extraordinaria. Endara quería nombrar a una persona como aseadora en el Ministerio de Educación que dirigía el maestro Marco Alarcón. Hizo toda esta ceremonia, todo ese protocolo, para solicitarle al ministro ese apoyo, de existir la oportunidad.
Endara llegó humilde a la Presidencia, gobernó de la misma forma y salió humilde. No tuvo que refugiarse en Parlacen alguno. “Si hay algo contra mí, aquí los espero, sin fueros ni privilegios”, decía. Fue un patriota y un gran nacionalista. Recuerdo que cuando los Estados Unidos le quitaron la visa al expresidente Ernesto Pérez Balladares, él hizo una quema simbólica de su pasaporte donde estaba estampada la visa norteamericana. “Es un asunto de principio y de dignidad”, manifestó en aquella ocasión.
Podría referirme a muchas cosas que hizo este hombre por Panamá. Se rebajó el salario de forma sustancial y a los ministros no les quedó de otra que hacer lo mismo. Su mandato fue austero. Era enemigo de cortar cintas de inauguración, pues consideraba esos actos de mucho personalismo y de vanidad. Hasta su propia hija sufrió los rigores de la austeridad cuando aconsejaba disminuir los viajes faraónicos. Hace poco, Manuel Cambra nos regaló un escrito sustancioso de este prócer de la actualidad. Allí se narran pasajes de este hombre que sufrió cuando supo que Estados Unidos invadiría a Panamá. Fue una decisión unilateral del presidente George Bush. Recuerdo que siendo corresponsal de La Voz de los Estados Unidos de América le pregunté sobre qué preferiría él, a un Noriega en Panamá o una invasión, sin dudarlo eligió a un Noriega en Panamá. “Mira, René, una invasión es lo más bajo que le puede ocurrir a un país soberano”.
Sobre lo anterior el lector se preguntará, ¿por qué aceptó ser presidente cuando era mejor rechazar la invasión y combatirla? A quien piense de esa manera le digo que los resultados hubiesen sido catastróficos, donde no solo tendríamos a un Gobierno de ocupación, sino que se pondría en entredicho el futuro de los tratados canaleros. Endara solo eligió lo que el pueblo decidió en las urnas el siete de mayo de 1987... que condujera los destinos de esta nación de 1989 a 1994.
Les pido a los colaboradores más cercanos a Endara que escriban sobre sus vivencias, para que la ciudadanía no se olvide de este gran hombre.