• 07/06/2021 00:00

La dictadura de Ortega es peor que la de los Somoza

“El pueblo tiene la última palabra, porque Sandino todavía vive en el corazón de muchos nicaragüenses”

Soy, orgullosamente, el primogénito de un soldado nicaragüense del Ejército de Hombres Libres, que comandó César Augusto Sandino, que luego de su traicionera muerte, con un grupo de jóvenes, cruzó Nicaragua hasta el Atlántico, dejando atrás la Segovia. No se adaptaron en Costa Rica y viajaron a Panamá, en donde se radicaron hasta morir.

Por estas razones los acontecimientos que giran alrededor de Nicaragua me interesan y preocupan.

Como periodista, conocí a Daniel Ortega cuando Omar Torrijos lo apoyaba, en uno de los salones del Hotel Panamá, y luego lo vi cuando abordaba un avión en Tocumen. Un personaje que me pareció insignificante, pero que con la bandera del antisandinismo pudo treparse para gobernar a Nicaragua, con atropellos sanguinarios igualando o actuando peor que los Somoza.

Junto con el finado periodista Miguel Ángel Picard Amí, tuvimos la experiencia de cubrir unas elecciones en Nicaragua, bajo la constante amenaza de un Somoza que luego pagó con su vida en Suramérica el avasallamiento que tenía en su país, al que su familia manejaba como su propia hacienda. Para apantallar a los organismos internacionales, Anastasio Somoza hijo celebraba elecciones, exactamente como lo está haciendo ahora Ortega, impidiendo que la oposición ejerciera libremente, y luego inventar candidatos, uno de los cuales conocí, precisamente de apellido Chamorro.

Estos acontecimientos se registraban durante los años 60 y hasta 70. Pero lo que está ocurriendo en la actualidad es inadmisible. Ortega y su vicepresidenta tienen sometido y engañado a todo un pueblo con palabrerías y hechicerías, masacrando a todo aquel que se les oponga. Es un dictador tan funesto como los Somoza y sus hijos.

No le importa la comunidad internacional, celebra entrevistas y hace pronunciamientos engañosos con el periodismo, no cumple promesas, el país no progresa y se ha convertido en un instrumento de atraso, pisoteando todos los principios democráticos.

Apresar a una distinguida dama opositora con argumentos falaces es el colmo. Sabe que lo aborrecen, pero se sustenta con un ejército que hasta ahora cree que es un legado de Sandino. Todo lo contrario. Utiliza todas las armas somocistas que denunciaba Sandino para mantenerse en el poder a cualquier costo.

Impedir que se realicen unas elecciones libres es su principal propósito, porque de lo contrario perdería toda su sangrienta hegemonía. El pueblo tiene la última palabra, porque Sandino todavía vive en el corazón de muchos nicaragüenses.

Periodista
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