• 03/12/2023 00:00

Depende del cristal con que se mire

Sin duda en Panamá, tenemos nuestros propios héroes que han superado y siguen combatiendo una limitación visual, convirtiéndose en paradigmas para otros

Hoy domingo 3 de diciembre, conmemoramos el Día Internacional de la Discapacidad. Este día pretende promover una cultura de entendimiento de lo que es una discapacidad y cómo la vivimos en sociedad.

Pese a que son reconocidas legalmente un abanico de discapacidades, aprovecho la ocasión para hablar de la baja visión, una discapacidad poco conocida y entendida por la mayoría de la población.

Aunque hay quienes no conocen otra forma de “ver la vida”, puesto que han nacido con la ausencia del sentido, o lo han perdido por algún accidente o enfermedad, hay otros cuyo sentido se ha mermado por diferentes circunstancias degenerando una condición -generalmente- invisible, en el medio en que se mueven.

A ellos, no siempre le verás acompañados de bastones o perros guías. Tal vez de forma resiliente superan las vicisitudes de su entorno con el arte de vivir superando obstáculos. No portan pancartas de necesito ayuda. Y les ponemos malas caras al requerir asistencia para la lectura de un menú o formulario con “letritas pequeñas”. Y si tienes un poquito de empatía le ves con “lástima”, o me equivoco. Pero, no por desconocer su condición, ella se hace inexistente.

Con las asistencias visuales respectivas pueden ser perfectamente funcionales.

Empero el país no está preparado para coadyuvarles a enfrentar su situación y garantizarles un mayor bienestar, ni para uno ni para otro. Pero estemos alertas, ellos sí evolucionan para adaptarse al mundo donde se mueven. Aprenden a ser más sensibles potenciando sus otros sentidos. Se vuelven casi expertos sabuesos, pues su olfato se afina, su audición se agudiza; su tacto se desarrolla permitiendo captar el tamaño, relieve, rugosidad, y hasta la temperatura de los objetos que tocan sea con sus manos o sus pies, su creatividad trasciende y qué decirles de la percepción que florece en ellos.

Así como dijo el reconocido activista de los de los derechos de los discapacitados, Neil Marcus: “La discapacidad es un arte. Es una forma ingeniosa de vivir”.

Los últimos meses he conocido historias de niños que con el uso de lupas son estudiantes destacados y hasta cuadro de honor, o la del joven estudiante de medicina que saca adelante sus estudios, o la de la colega que transforma un “adecuado” Arial 12 en un Arial 18 para facilitar la lectura de sus documentos.

A los ciegos, muchos les ven con lástima y asombro al ver sus gafas oscuras, o verles portar lupas o bastones y a los otros muchas veces se les descarta por lentos o torpes. Lo que menos necesitan en este escenario, es la compasión, lo que necesitan es el compromiso de procurarles una mejor calidad de vida y ser incluidos no excluidos.

Sin duda en Panamá, tenemos nuestros propios héroes que han superado y siguen combatiendo una limitación visual, convirtiéndose en paradigmas para otros.

Con lo expuesto se decanta la importancia, de enfatizar que es un asunto de todos velar por el cuidado y bienestar de quienes pudiesen necesitar de nosotros por tener una limitación temporal o permanente.

Recordemos que uno nunca sabe cuándo le cambia el día y llega la fecha en que puedes enfrentar una discapacidad visual, auditiva, física, mental o visceral.

Durante días previos a la publicación de este escrito he consultado en diversas fuentes y en su gran mayoría, los panameños desconocen los sitios donde puede acudir en caso de enfrentar algún tipo de discapacidad y acceder a algunos beneficios que faciliten la conducción en un ambiente poco producido para “gente diferente”.

Son pocos los movimientos que día a día promueven la conciencia de una cultura de inclusión al discapacitado. Pero es momento de quitar las vendas de los ojos a aquellos que desconocen las dificultades que padecen tantos. La conciencia social debe ser asunto diario, no solo en una fecha en particular.

Hay países que van a la vanguardia frente a tratamientos innovadores y medidas de inclusión contundentes, a través de la implementación de leyes y acciones serias, concretas y responsables.

Todo esto, sin lugar a duda, requiere inversión en educación, tecnología, recurso capacitado y compromiso de todos para que sea un asunto accesible a quien lo necesita.

Se requiere el apoyo de las autoridades para procurar que se haga una realidad y todos tengamos derecho y acceso rápido a atender estas dolencias.

Miremos el camino con luces largas y con ojos distintos, por un país más próspero e inclusivo.

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