• 04/10/2015 02:00

Nos deja un gran panameño

En septiembre de 1985 Eric Arturo Delvalle Henríquez llegó a la Presidencia en un momento difícil para el país. 

En septiembre de 1985 Eric Arturo Delvalle Henríquez llegó a la Presidencia en un momento difícil para el país. La renuncia obligada del presidente Nicolás Ardito Barletta había creado una situación que colocaba a Panamá al borde de un régimen militar absoluto. El ascenso de Delvalle a la Presidencia, en medio de presiones de los Estados Unidos para que Panamá no rompiera el orden constitucional, se lleva a cabo como parte de un compromiso de que el país avanzaría hacia unas elecciones transparentes en 1989. Este fue un compromiso que Delvalle adquirió con sí mismo y con el pueblo panameño.

En mayo de 1987 el país fue precipitado hacia una crisis que erosionó los logros que se habían obtenido en los dos años anteriores, creando una lucha de hermano contra hermano, y llevando el país hacia un deterioro poco antes vivido. La crisis lleva al presidente Delvalle a la destitución del general Manuel Antonio Noriega en febrero de 1988, acción inédita en la historia de Latino América, que resulta en el derrocamiento del presidente por una maniobra a todas luces inconstitucional.

La decisión de Delvalle de irse a la clandestinidad para negarle legitimidad al régimen militar, y su subsiguiente salida del país para cabildear a los presidentes latinoamericanos a supervisar las elecciones de Panamá en mayo de 1989, fue importante en la declaración del grupo de observador internacional que criticó el proceso eleccionario, forzando a la cancelación de las elecciones por parte del régimen militar y eventualmente al derrocamiento del general Noriega en diciembre de 1989.

Eric Arturo Delvalle en este drama arriesgó su vida y seguridad personal y la de su familia. Lo hizo porque siempre fue leal al compromiso que había adquirido consigo mismo y con el pueblo panameño, y fue un aporte clave en el sendero que ha llevado a Panamá a veinticinco años de vida democrática, a un crecimiento económico vertiginoso y a que el país brinde oportunidades a todos los panameños.

La vida de un país no se mide ni por meses ni años, sino por resultados a través de lustros. Igual el legado de un presidente, que experimenta altas y bajas en su administración, al final la historia lo calificará por sus aciertos y desaciertos, y por sus contribuciones a la vida institucional del país reflejada a través de los años.

En ese momento de calificación estoy seguro de que la historia apreciará las contribuciones de Eric Arturo Delvalle, dándole una justa dimensión al valor que mostró en situaciones difíciles y amenazantes, y le agradecerá por el compromiso que adquirió cuando llegó a la Presidencia, cuyos frutos hoy en día cosechamos.

*JUAN B. SOSA FUE EMBAJADOR DEL GOBIERNO DEL PRESIDENTE ERIC ARTURO DELVALLE ANTE EUA (1987-89).

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