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- 20/07/2020 00:00
El coronavirus y su manejo comunitario
Ante la presencia de esta pandemia viral, se debería haber dejado descender el manejo de esta desde la aristocracia científica de los niveles altos del conocimiento y compartirlo con los niveles reales de afectación del virus que son los niveles comunitarios. Aquí se encuentra un conjunto de personas que son poseedoras del sentido común y la experiencia, junto con el conocimiento científico para que colaboraran más activamente con las decisiones, pero, fundamentalmente, con las acciones concretas. Vamos a referirnos a esto:
El problema principal de esta pandemia es que hay un porcentaje de gente que puede morir y que corresponde a un grupo de edad específico y con características específicas; por lo tanto, el esfuerzo primordial debe dirigirse a evitar que este grupo sea infectado. Esto producirá una disminución de la mortalidad y la descongestión de las unidades de cuidados intensivos.
Localizar, contactar y darle seguimiento a la población de riesgo: personas, familias e instituciones de riesgo. La comunidad posee la estructura institucional que permite la identificación de esta población. Esta estructura puede variar dependiendo de la localización geográfica de la comunidad correspondiente.
Lo siguiente, es hacer un estudio de hogar que servirá como línea basal para el seguimiento: característica y miembros del hogar, análisis de factores de riesgo de contagio, pruebas de laboratorio diagnóstico de COVID-19, toma de medidas de aislamiento en caso de riesgo inminente. Vinculado a esto último está la determinación de cómo, dónde y la atención de las necesidades básicas de la persona en riesgo que se va a aislar. Los agentes de salud para el desarrollo de estas actividades son, personal de salud, miembros de grupos cívicos, Sinaproc, policía comunitaria, bomberos, juntas comunales y locales y otros; fortalecidos, además, con personal nombrado y entrenado para esta actividad. Esta acción tiene un excelente costo-efectividad.
Pruebas diagnósticas masivas que deben dirigirse al primer nivel de prioridad que son las personas en contacto con los grupos de riesgo y el personal de salud; en segundo nivel de prioridad, a aquellos que han estado en contacto con personas enfermas y a aquellos que presentan síntomas. A estos dos niveles mencionados son los que se les realiza una búsqueda activa. La búsqueda pasiva debe también realizarse; aquí se debe incorporar la enorme red de clínicas privadas populares. Las clínicas hospitales populares son también un recurso para poder atender casos moderados que necesitan atención hospitalaria no compleja. Los laboratorios privados que tengan la capacidad para la realización de las pruebas diagnósticas para COVID-19, deberán ser incorporados, para poder copar con el aumento de la demanda por pruebas.
LAS ESCUELAS DEBEN ABRIRSE PARA LA ATENCIÓN PRESENCIAL DE SUS ALUMNOS. Está documentado que el riesgo de enfermar, en los niños, es casi nulo. En los jóvenes, la posibilidad de complicaciones por la enfermedad es estadísticamente insignificante. Aquellos con enfermedades concomitantes serias deben ser tratados mediante el protocolo de personas de riesgo descrito con anterioridad. Es un hecho comprobado que los niños y jóvenes son los mejores agentes de salud y de cambio.
Una vez instaladas y funcionando todas las medidas mencionadas con anterioridad, SE DEBE ABRIR LA ECONOMÍA para salvar la vida de la nación y de las personas. SALUD es solo un componente de una realidad mayor que es el BIENESTAR. Trabajo, educación, producción, entre otros, son parte también del bienestar. La falta global del bienestar produce muertes.
Las estadísticas en varios países revelan que, como producto del confinamiento, los casos de depresión y de suicidios han aumentado entre un 15 a 30 %, dependiendo del país. Igualmente, enfermedades sociales, tales como violencia doméstica, han aumentado considerablemente, al igual que los casos de abuso infantil, incluyendo el sexual.
Se debe retomar el manejo y control de personas con enfermedades crónicas, como hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedades cardiorrespiratorias, cáncer, VIH, etc. Esto es muy importante, pues, es precisamente la descompensación de estas lo que produce mortalidad, debido a la enfermedad per se y lo que facilita, además, que las personas que las padecen sean más susceptibles a infectarse con otras enfermedades como la COVID-19 y a tener mayor riesgo de complicaciones.
(*) Doctor en Medicina, Universidad de Panamá; Maestría en Economía de la Salud, Universidad de Wisconsin, Madison; Maestría en Ciencias (Medicina Preventiva - Medicina Administrativa), Universidad de Wisconsin, Madison; Maestría en Salud Comunitaria, concentración en Epidemiología, Universidad de Liverpool, Gran Bretaña.