• 06/12/2020 00:00

Por qué el caso de la CSS no debe ventilarse en el diálogo nacional

“Existen […] temas, como […] una evidente abultada planilla, que debe ser escrutada a fondo, para solucionar la pandemia interna que sufre nuestra primera institución de seguridad social”

Sabido es que el diálogo pudiera ser un buen sistema para encarar un problema público en crisis. Pero también es una fórmula para enterrar un tema. En el caso de la Caja de Seguro Social (CSS) no hace falta discutir su situación en un diálogo que tiene como fecha de cumpleaños todo un año. No solo su autopsia debe hacerse aparte del diálogo nacional, sino adoptando una serie de medidas que pueden implementarse a corto plazo.

Considerando que es una institución que sobrevive porque los trabajadores pagan por adelantado sus cuotas, pues los patronos la deducen antes de pagarle sus salarios, el concepto de solución a la problemática de la CSS debe encarar en primer lugar su financiamiento, y para ello comenzar con: reunir la junta directiva del Banco Nacional, o a quien le corresponda, para que se le pague a esta institución el interés bancario sobre sus fondos, al igual que a cualquier otro cliente. No hay una explicación valedera para la discriminación de que es objeto. El reporte sería de cientos de miles que pudieran consignársele periódicamente.

El Estado, como principal empleador, y que descuenta puntualmente la cuota obrera a sus funcionarios, o se pone al día o que asuma su responsabilidad mediante algún documento financiero. Y en este sentido, deducir de los gastos de representación, viáticos y demás canonjías económicas de que gozan ciertos empleados de alto nivel la cuota de la Caja de Seguro Social. Por esta razón algunos empleados tienen gastos de representación casi tan altos como su salario.

Estas y otras medidas no necesitan ventilarse en un diálogo nacional.

Sin tomar en cuenta ni la opinión ni sus finanzas, le cargan cientos de miles de balboas a los fondos de la Caja de Seguro Social en jubilaciones especiales, que no tienen fundamento, a la luz de que todos debemos ser iguales ante la Ley. Un ejemplo concreto es el peso financiero de las jubilaciones especiales a miembros de la Policía Nacional, que no solo se jubilan en pleno goce de sus facultades, sino que, además, por miedo u otras razones tienen asignadas jubilaciones astronómicas.

Tampoco se necesita un diálogo nacional para negar las moratorias de los empresarios que se quedan en sus bolsillos con las cuotas de los trabajadores, las que les aprueban en todos los Gobiernos. Quienes no reportan a la Caja de Seguro Social las cuotas de los trabajadores deben ser considerados delincuentes.

Una Asamblea Nacional y un Ejecutivo sin leche condensada se atreverían a hacer los cambios en estos temas.

La Caja de Seguro Social, por falta de una administración seria y científica, no tiene por qué perder millones de balboas en medicinas expiradas. No se admite que en estos tiempos de avances tecnológicos no se puedan establecer los niveles de demandas en los medicamentos. Tal como se dijera públicamente, la mafia que maneja la compra y uso de las medicinas hay que quebrarla de una vez por todas. La Caja de Seguro Social, si se quiere administrar sin corrupción, debe negociar la compra de sus medicinas directamente a sus casas productoras.

Existen otros temas, como gastos innecesarios y una evidente abultada planilla, que debe ser escrutada a fondo, para solucionar la pandemia interna que sufre nuestra primera institución de seguridad social.

No se necesita un diálogo nacional para enfrentar esta realidad. Se necesitan coraje y transparencia.

Periodista
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