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- 15/10/2019 00:00
El 'Buen Gobierno' que necesita el país
Lograr un buen Gobierno es la aspiración de todas las sociedades y, la panameña, no es la excepción. Un buen Gobierno significa sensibilidad social, capacidad de dialogar con todos los sectores, tener una visión, actuar con transparencia, fortalecer la institucionalidad, fomentar el contacto con las organizaciones y su dirigencia; hacer más eficiente el Estado y la economía nacional. También significa asegurar la gobernabilidad con el equilibrio necesario entre los poderes del Estado y las fuerzas políticas existentes; impulsar la educación de calidad para todos, como motor de progreso y bienestar.
En el horizonte del nuevo amanecer istmeño, se observan las señales claras de un Gobierno que ha asumido compromisos importantes con el presente y el futuro nacional. La palabra empeñada, para el breve periodo de gestión, la ha devuelto con decisiones y acciones concretas. Por ejemplo, detener el deterioro creciente de la economía, honrar los compromisos con los sectores productivos y proveedores; construir confianza en el escenario internacional, iniciar el proceso de consultas de las reformas a la Constitución de la República, crear el Ministerio de Cultura y trabajar con ahínco para derribar la frontera de la pobreza y la desigualdad.
Hacer del Panamá diverso, el país de todos, asumir la unidad nacional dentro de diversidad étnica, social, económica, cultural, de condiciones de género y discapacidad, es quizás, el desafío más importante de esta sociedad, después de la firma de los Tratados Torrijos-Carter, la ampliación y administración del Canal y lograr la soberanía en toda la geografía istmeña.
La educación, la ciencia, la tecnología y la innovación, están llamadas a convertirse en el nivelador social por excelencia y los baluartes de la prosperidad.
Se requieren cambios profundos para impulsar la investigación y la difusión del conocimiento, así como revolucionar el sistema educativo con oportunidades de acceso y permanencia de la niñez, juventud y personas adultas, con las competencias y los aprendizajes que la sociedad y el mundo del siglo XXI están demandando.
La tarea educativa implica reconvertir los servicios educativos desde el embarazo materno, pasando por la atención maternal, preescolar, primaria, premedia, media y superior. También, actuar sobre la evaluación y certificación de las competencias que logren quienes tempranamente abandonaron la escuela, para iniciar un oficio que le permitiera ingresos personales y familiares.
En este sentido, actuar sobre los factores que más impactan la buena educación, como son la familia, el personal docente y las condiciones del centro escolar (comedor escolar, biblioteca, mobiliario, servicios básicos, agua potable, electricidad, acceso), replantea las estrategias que en el pasado fueron consideradas como importantes para mejorar el sistema educativo. El conocimiento empírico demuestra que educar a la madre, mejorar el desempeño de los docentes y fortalecer las relaciones con la comunidad, son potentes reductores de la desigualdad socioeconómica. El Compromiso Nacional con la Educación constituye una hoja de ruta consensuada entre los diferentes sectores de la sociedad, en la que se han identificado los problemas y las opciones para resolverlos, dentro de una planificación de mediano y largo plazo.
Promover como agentes de cambio a las mujeres en condición de madres actuales y potenciales, y renovar el paradigma pedagógico de los docentes en servicio, que representan alrededor del 90 % de los maestros y profesores, que ya existen y permanecerán en el sistema durante los cinco o diez años próximos son, probablemente, los retos fundamentales. Se reconoce que los buenos docentes son los que hacen posible los aprendizajes de calidad, independientemente del origen étnico, geográfico o condición personal del estudiante y su familia.
Por ello, el tiempo y recursos importantes del Estado deben estar orientados a proveer las condiciones óptimas para emprender estas tareas, consideradas fundamentales dentro del cambio educativo. Este proceso modernizador debe estar acompañado por las universidades panameñas, que son las responsables de la formación inicial y que, junto al Meduca, también pueden asegurar la formación continua, que significará lograr modificar las creencias, renovar conocimientos, adoptar estrategias más activas y participativas y atender la condición emocional de sus estudiantes.
La Universidad Especializada de las Américas (Udelas) posee una guía para la colaboración con el “Buen Gobierno” desde sus campos de especialidad. Sobresalen en este breve documento el acompañamiento en la educación de la primera infancia, que lleve a lograr la democratización de sus servicios y mejorar las prácticas que se utilizan para la educación de la niñez menor de cinco años. Este es un pilar del progreso nacional, pues asegura la estimulación temprana de las capacidades socioafectivas, cognoscitivas y psicomotoras, creando los valores y actitudes que prevalecerán a todo lo largo de la vida de las personas.
Muchos estudios de agencias y organismos internacionales de reputación (Unicef, Unesco, Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Mundial, universidades y centros de investigación prestigiosos) expresan que el desarrollo de la primera infancia es la mejor inversión que puede realizar un Gobierno, pues sus retornos son mayores que en cualquier otro sector. Los efectos en el rendimiento escolar, prevención de la delincuencia y el crimen, el equilibrio emocional y el respeto y afecto entre las personas, contribuye a edificar mejores sociedades y fomentar la paz y armonía entre los pueblos del mundo.
El futuro parece prometedor. Debemos actuar sobre la crisis de confianza, promover la participación, erradicar la corrupción y fortalecer las instituciones. Es un trabajo unificado hacia el logro de una sociedad sustentada en el desarrollo humano sostenible con oportunidades para todos.