• 16/10/2024 00:00

Aires de guerra

Los motivos de los actuales problemas que llenan de luto a sus sociedades son aparentemente fallidas negociaciones diplomáticas; malos acuerdos y una falsa vecindad...

El pintor Picasso forjó -de una manera simple pero profunda- una paloma que ha quedado para la posteridad. Ella debería emprender el vuelo y convencer a la humanidad de borrar los nubarrones dejados por las conflagraciones que recorrían tierras europeas y otros destinos que dieron un carácter mundial a las batallas. Al apagarse los cañones, surgió la guerra “fría” un eufemismo que daba el contexto para las amenazas de las potencias entre sí.

Hubo durante toda la última mitad del siglo XX otros conflictos disimulados con millares de muertos, persecución, migrantes o desplazados. Todos huyeron del fragor de cañones y de una industria que alimentaba, gracias a la tecnología, a engendros inimaginables. Estos fueron el desarrollo de experimentos que quedaron inconclusos durante la Segunda Guerra Mundial: gases, armas inteligentes, mayor capacidad bélica y el terror de vivir.

Pero, en lugar de aprender de estos rumbos que han tomado aquellos que cabalgan con el apocalipsis de fondo, casi toda la reingeniería del progreso tiene tintes para sofisticar la ideología militar y alcanzar mayores resultados necrológicos que se esconden a la opinión pública mundial. Es así como los síntomas que se sienten ya se concretan en enfrentamientos, cuyos saldos hacen olvidar los desastres de la pandemia del covid-19.

Los motivos de los actuales problemas que llenan de luto a sus sociedades son aparentemente fallidas negociaciones diplomáticas; malos acuerdos y una falsa vecindad. Pero también hay una concepción muy estrecha del nacionalismo en tiempos en que el porvenir se construye entre pueblos hermanos y permite ajustar errores históricos que dan una concepción del acontecer actual y una perspectiva de futuro.

En Ucrania no hay solo una guerra entre dos países: uno que invade y otro que resiste. En esta bizarra relación se está envolviendo a otras fuerzas internacionales que sustentan todo el equipamiento y la perspectiva mortal. Cada bala, cada fusil, cada dispositivo y cada software tiene el objetivo de acabar con grupos, civiles, amas de casa, niños concebidos como enemigos. La “equivocación” ha destinado las ojivas hacia escuelas y hospitales.

Los drones han elevado la población de los cementerios y esparcido, cuerpos insepultos en bosques, desfiladeros y bajo el lodo de los derrumbes que causan las explosiones. Las fábricas donde se crea valor con los productos ahora son blancos; igual las represas, las termoeléctricas y las plantas nucleares. “Bombardeamos mañana el gasoducto o la planta de transformación energética. Esta disyuntiva disminuirá el poder de los ataques del enemigo”.

Tales diálogos se escuchan frente a los escenarios de planificación de los combates. Habría que preguntarse si también se calculan las bajas: “hoy mueren quinientos, o cinco mil o se acaba con una escuela y todos los que la ocupan”. ¿Qué es lo que determina la acción y el peso hacia dónde se inclina esta delgadísima línea que separa los eventos de la realidad del lugar escogido como blanco?

El Medio Oriente dejó de ser hace mucho el museo de la antigüedad. Desaparecieron los grandes escenarios de la cultura. Hoy peligra no solo la población de cada gran ciudad, sino que todos los días se agregan nuevos protagonistas que, desde su pobreza integral, sacan misiles, como nuevos pájaros que surcan un cielo que se torna infierno. La lluvia o iluminación fugaz no es un cuerpo celeste, sino un bólido mortífero de larga cola.

El desierto, el mar y las montañas constituyen ahora ámbitos de escaramuzas que agobian a miles y hasta millones de abatidas y desesperanzadas familias. Ellas han hecho de las calles sus nuevos hogares para no convertirse en la carne de cañón del odio irreparable entre pueblos colindantes, que hoy trazan firmemente diferencias, inexistentes en un pasado común.

Hay que construir un nuevo panorama que se impulse con esos trazos de Picasso que debe insuflar un renovado aire humanista a estas amenazas que crecen cada día.

El Medio Oriente dejó de ser hace mucho el museo de la antigüedad. Desaparecieron los grandes escenarios de la cultura.Hoy peligra no solo la población de cada gran ciudad, sino que todos los días se agregan nuevos protagonistas...
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