• 22/08/2018 02:01

48 aniversario de la entrega de la Base de Río Hato

La presencia de Estados Unidos en Río Hato se remonta al 21 de enero de 1935, cuando el danés Hans Peter Byberg Kierufl les alquiló 7676 hectáreas

La presencia de Estados Unidos en Río Hato se remonta al 21 de enero de 1935, cuando el danés Hans Peter Byberg Kierufl les alquiló 7676 hectáreas por un precio anual de $2400, con opción de comprarlas a $18.00 por hectárea. El Convenio Fábrega - Wilson de 1942 le otorgó a Estados Unidos 134 sitios de defensas fuera de la Zona del Canal, en el marco de la Segunda Guerra Mundial y allí quedó incluida la base de Río Hato.

Al final del conflicto bélico mundial, Estados Unidos solicita a Panamá la retención de unos 14 sitios de defensa, fuera de la región canalera, y Río Hato era una de ellas, mediante la firma del Convenio Filós - Hines del 10 de diciembre de 1947. Este fue rechazado por el pueblo panameño el 22 de diciembre y los 14 sitios de defensas fueron devueltos a la República de Panamá.

El 25 de enero de 1955, Panamá y Estados Unidos firmaron un Acuerdo de Mutuo Entendimiento y Cooperación. El artículo VIII decía que la República de Panamá permitía a Estados Unidos la utilización exclusiva, sin costo y libre de cualquier gravamen del área de Río Hato, por un período de 15 años, sujeto a prórroga mediante acuerdo entre los dos Gobiernos. Esta autorización comprendía el libre acceso y movimiento dentro de dicha área para los norteamericanos.

La base de Río Hato comprendía unos 7500 kilómetros cuadrados y fue el hogar de la 139 brigada de infantería del ejército de Estados Unidos en el Comando Sur. La misma tenía una pista de aterrizaje de asfalto de unos 8000 pies de largo, (2700 metros), capaz de ser utilizada por aviones de carga C-130. Se usaba para el entrenamiento de batallones y para ejercicios de artillería y aterrizaje. En esta área también había barracas, un pequeño comisariato y un edificio para suboficiales. Esta base fue muy activa durante la Segunda Guerra Mundial.

El 2 de diciembre de 1969, mediante nota n° 501, el embajador norteamericano en Panamá solicita a la Cancillería panameña que la base de Río Hato ‘continúe en vigor después del 22 de agosto de 1970', pero es rechazada, porque era ‘inconveniente a los intereses del país por estos tiempos'. Sin embargo, el portavoz del Departamento de Estado, Robert J. McCloskey, en su momento negó que esta proposición se hiciera, advirtiendo que ‘esta zona no sigue siendo esencial a nuestras necesidades'.

El 22 de agosto de 1970 tuvo lugar la entrega de la base militar de Río Hato, luego de 15 años de ocupación. En esta ceremonia estuvieron presentes el presidente de la Junta Provisional de Gobierno, ingeniero Demetrio B. Lakas, el comandante de la Guardia Nacional, general Omar Torrijos Herrera, y miembros del Gobierno. En esta jornada patriótica tuvieron una participación especial estudiantes de escuelas de todo el país que se habían destacado en la lucha por la soberanía nacional, como el Instituto Nacional y la escuela Ángel María Herrera de Penonomé.

En un comunicado al país, el Gobierno nacional anunció que el batallón ‘Victoriano Lorenzo' y un ala de la Fuerza Aérea Panameña asumirían el control del área de Río Hato, ‘hasta que el Gobierno panameño determine a cuál de los veinte proyectos existentes para su uso se le dará prioridad'. Para ese momento, el Gobierno nacional tenía algunos proyectos para esa área, como un aeropuerto civil, una granja experimental, una escuela agrícola mecanizada, una escuela de aviación y un balneario turístico.

Al final, la base de Río Hato se convirtió en área militar de la Guardia Nacional. Allí tuvieron sus sedes la Sexta Compañía Expedicionaria, la Séptima Compañía Macho de Monte, una compañía de mecánica, conocida como ‘los Rudos', el Instituto Militar General Tomás Herrera y la Escuela de Suboficiales, Benjamín Ruiz. Luego de la invasión del 20 de Diciembre de 1989, el área se convirtió en un centro turístico con hoteles de sol y playa. Luego de 48 años de esa histórica jornada, Río Hato sigue esperando por mejores días, para que estas tierras bendecidas por Dios y la naturaleza, ofrezcan trabajo permanente y bien remunerado para todos sus habitantes.

CRU DE COCLÉ.

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