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- 18/12/2023 13:18
20 de diciembre: cuestionando las retóricas predominantes
La flecha del tiempo ha atravesado 33 años de la invasión norteamericana a nuestro país y seguimos escuchando voces infaustas que se han quedado ancladas en 1989; otras, muestran su regocijo por lo que calificaron como “acto de liberación”. Los primeros, aún no se ponen en guardia para superar las secuelas de tal invasión. Los segundos, ni siquiera se cuestionan ¿A quiénes y de qué fueron realmente liberados por el supuesto libertador? No incluyo aquí a las élites económicas cuyo beneficio directo justifican su regocijo, sino a los que no siendo beneficiados por el modelo económico impuesto, mantienen tal imaginario bienhechor de la invasión.
Los primeros, se satisfacen con que el 20 de diciembre se haya convertido en fecha de duelo nacional, pero han sido incapaces de movilizarse en contra del modelo económico social impuesto como producto de esa invasión, más bien, cuando el partido del que son miembros administra el gobierno, lo defienden con razón y sin ella. Aquí, aludo a quienes saliendo o no a defender la soberanía territorial hace 33 años, privados de libertad o no por las hordas militares del norte global, callan ante la corrupción rampante cuando les toca ser parte de los gobiernos; corrupción que ha sido uno de los efectos del modelo socioeconómico que sobrevino con dicha invasión.
En ese sentido, mayor aporte a la conmemoración de dicha fecha hacen los jóvenes de capas medias, los docentes, los ambientalistas, los pequeños pescadores y productores del campo, nuestros hermanos indígenas y asalariados organizados, los líderes católicos y evangélicos, cada vez que han denunciado y luchado -como ocurre contra la corrupción extractivista minera- contra el modelo depredador y antivida que nos heredó la invasión de 1989.
En el caso de los que consideran que lo ocurrido fue un “acto de liberación” por la democracia del país, se expresa una irracionalidad similar a la del primer conglomerado expuesto, aunque posicionados políticamente al otro extremo.
La mayor excusa esgrimida por el gobierno estadounidense para invadirnos fue que su propósito era liberarnos de las “garras del dictador”, esto, desencadenando a su vez, la supuesta instauración de la democracia. Lo cierto es que nunca dijeron que en las nuevas reglas del poder de decisión (democracia) de las políticas económicas y sociales, el pueblo, las clases sociales subalternas, solamente serían convidadas a mirar y oír, no a decidir. La explosión popular de estos dos últimos años revela que estas ya se convencieron que la democracia heredada con la invasión solamente existe en la retórica de las élites económicas y sus funcionarios públicos y privados.
Ahora bien, si este segundo conglomerado creyente de la retórica neocolonialista hubiese aplicado simples reglas de lógica, se habría percatado que lo menos que le interesaba a las élites que controlaban este poderoso Estado, era la democracia panameña y el respeto de nuestros derechos humanos. Lo que haría ver con suspicacia las intervenciones hechas por sus agentes. Ejemplo que sí fue seguido por nacionalistas destacados como los radio comentaristas Betito Quirós Guardia y su esposa y Nino Macías, entre otros opositores al régimen promilitar de Noriega, que nunca aceptaron la intervención del tío Sam contra nuestro pueblo.
Solo bastaba ver el historial reciente de los apoyos a regímenes corruptos y antidemocráticos, además de las implicaciones directas en manejos ocultos con el narcotráfico que decían condenar -y efectivamente fue parte de la retórica para condenar al General Noriega- como el caso del Irangate.
Según un artículo publicado en Los Ángeles Times el 17 de diciembre de 1986 y comentado recientemente por Gustavo Morales (https://www.eldebate.com/historia/20220302), en este escándalo de ventas de armas a Irán (un supuesto enemigo de la paz) con dinero obtenido del narcotráfico, que enlodaba a todo el establishment gringo, “Se sucedieron 14 asesinatos y nueve intentos durante las administraciones Regan-Bush. Todos conocían las negociaciones secretas” y no alcanzaron a declarar en el juicio correspondiente contra el Ejecutivo y jefes militares. ¿Casualidad? Por la descripción de John Perkins (2005) sobre cómo operan los organismos estatales controlados por las grandes corporaciones financieras, estas muertes muestran el modus operandi de dicha corporatocracia.
Una y otra de las retóricas descritas sobre la invasión siguen vigentes, empero, el pueblo comienza a cuestionar la herencia principal de aquella: el modelo económico social y de corrupción.
El autor es sociólogo y catedrático investigador.