• 10/12/2024 00:00

1989: 35 años atrás

La construcción de la democracia luego de la invasión norteamericana fue difícil. El país había quedado prácticamente destruido. Muchos no aceptaron asumir cargo alguno

Algunos me preguntan ¿cómo se escogió en 1989 el nuevo gabinete del presidente Endara?, ¿cómo se proclamaron los diputados (legisladores) cuando las elecciones habían sido anuladas? y, finalmente, ¿por qué miembros de la Democracia Cristiana ocuparon más cargos importantes? Como testigo presencial de todo aquello, comparto algunos detalles del mal llamado retorno a la democracia.

Los ministros fueron escogidos entre el presidente Endara y los vicepresidentes Arias Calderón y Ford. Endara, que no tenía partido, escogió a Juan B. Chevalier en Comercio e Industrias. El Partido Demócrata Cristiano, además de Arias Calderón en Gobierno y Justicia, prefiriendo las áreas sociales, designó a los ministros de Educación (Ada de Gordón), Salud (José Trinidad Castillero), Obras Públicas (René Orillac) y Vivienda (Raúl Figueroa). Molirena, además de Ford en Planificación y Política Económica, recibió Relaciones Exteriores (Julio Linares), Hacienda y Tesoro (Mario Galindo) y Trabajo y Bienestar Social (Jorge Rubén Rosas). El Liberal Auténtico designó en el ministerio de la presidencia (Julio Harris) y en el MIDA (Ezequiel Rodríguez). Como embajador en Estados Unidos se nombró a Carlos Rodríguez, ex candidato presidencial del Panameñismo en 1984 y a Eduardo Vallarino en Naciones Unidas quien, a los pocos meses reemplazaría a Rodríguez.

A los demócratas cristianos les dieron las alcaldías de Panamá (con mi persona), la de Colón (Alcibíades Baby González), David (Víctor Watts), la Chorrera (Ahmed Olmos) y Santiago de Veraguas (Pacífico Sánchez). Se procuró que los viceministros provinieran de otros partidos o de la Cruzada Civilista, para así darle una visión menos partidaria a la gestión pública. Igual ocurrió con el resto de las instituciones.

La mayoría de los otros cargos prácticamente se decidieron en mi apartamento, en el edificio donde también Billy Ford. A Endara y Arias Calderón vivieron allí temporalmente por cuestiones de seguridad. El presidente Endara solo quiso la Caja de Seguro Social para su tío Jorge Monono Endara. Arnulfo Escalona solo pidió el IDAAN para que lo ocupara un hermano suyo. Billy Ford pidió la Zona Libre de Colón para un sobrino y la embajada de España para un hermano. El Partido Demócrata Cristiano, que disponía de un banco de datos con sus copartidarios preparados para ejercer cargos públicos de acuerdo a su experticia, fue el que más posiciones acumuló, particularmente porque era el que más cuadros preparados tenía dentro de su militancia. Arias Calderón y yo estuvimos al pie del cañón al hacerse esas escogencias.

La Corte Suprema de Justicia la escogieron entre todos. Se dejó como magistrado a Rodrigo Molina, por el gran prestigio que tenía. Hubo consenso en la mayoría de los magistrados escogidos, dándole por llamar “la Corte de lujo”. Posteriormente uno de los ungidos salió en malos términos.

Los legisladores, por igual, fueron escogidos en mi apartamento, auxiliándome en esa tarea el copartidario Gabriel Cedeño. Miguel Batista representó en esa labor a los panameñistas. Se hizo de acuerdo a las actas que teníamos y, en aquellos circuitos que no reflejaban un claro ganador, se decidió realizar nuevas elecciones meses después. El PDC, al igual que en 1964, 1968 y 1984 era el que, por su organización interna no caudillista, tenía la mejor organización. No fue fácil.

Algunos dijeron que, si en 1984 hubo fraude por parte del PRD y se robaron 16 curules, ello justificaría hacer lo mismo para beneficiar a nuestros candidatos. La respuesta fue un rotundo NO cuando en el circuito (Santa Ana, Chorrillo, Calidonia y Ancón) pidieron darle dos curules a los panameñistas, cuando solo había sido electo Lucas Zarak. En Colón ocurrió lo mismo, cuando los panameñistas, infructuosamente, pretendieron se le diera la credencial a una legisladora suya, para perjudicar a Abelardo Antonío del PRD. Nos tocó a Cedeño y a mi negarle la aspiración a un candidato liberal en Colón, quien adujo le habían alterado las actas para perjudicarlo. Era tan burdo aquello, que con solo mirar las actas nos dimos cuenta de que el reclamante era el que había alterado los resultados.

La construcción de la democracia luego de la invasión norteamericana fue difícil. El país había quedado prácticamente destruido. Muchos no aceptaron asumir cargo alguno. Se escudaron en intereses personales y profesionales. Seguía siendo arriesgado asumir posiciones públicas.

Es fácil apreciar que, desde el inicio, hubo quienes quisieron distorsionar el resultado de las urnas y solo les preocupó la satisfacción de sus intereses personales y familiares. No llevaban, como la mayoría de los demócratas cristianos, la mística de que llegar al poder es para servir desde allí y no para servirse de él.

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