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- 03/11/2019 00:00
Reformas constitucionales: una tragedia, cinco actores
En las últimas dos semanas, lo relevante ha sido la lucha entre fuerzas sociales a propósito de reformas constitucionales aprobadas por la Asamblea Nacional. La misma, parece una obra de tragedia.
Sociológicamente hablando, podríamos reconocer cinco actores estelares en esta primera escena de esta obra. El primero de ellos viene a ser la corriente o fuerza social que representa los intereses de las clases populares; que no quiere decir que necesariamente estas clases la reconozcan como sus representantes legítimas. Sus personajes han planteado, con poca capacidad de difusión masiva, que su lucha no está en el rechazo al articulito tal o al articulito cual. Más bien, rechazan que las propuestas, tanto de los diputados como del Ejecutivo-Concertación Nacional (propuesta oligárquica), han evadido el tema de cual es el principio rector del modelo de sociedad que conviene y queremos la gran mayoría de panameños; con lo cual, artículos más, artículos menos, el resultado de cualquier reforma llega al mismo desenlace: seguir reproduciendo un modelo en el que el desarrollo de unos pocos —los más pudientes del país y sus socios en el exterior con inversiones aquí se logre a costa del subdesarrollo de las mayorías sociales.
Muchos de sus principales voceros provienen de sectores profesionales, campesinos incluidos indígenas y obreros, es decir, con orígenes de clases populares. Entre los primeros, están intelectuales de la academia universitaria de nuestra primera casa de estudios, razón por la cual se sintieron traicionados cuando esta institución organizó una movilización la semana pasada y las autoridades solo abordaron el tema de los dos artículos que tocaban el régimen de la educación superior que afectaba a las universidades públicas, movilizándose por cuenta propia, en fechas posteriores.
Un segundo actor principal está personificado por aquellos que expresan intereses diametralmente opuestos a la anterior fuerza mencionada. Se trata de los que han sacado ventaja histórica desde el siglo XIX, de hacer prevalecer el modelo de sociedad que denuncia el primer actor social. En efecto, se trata de los clanes y familias económicas poderosas (oligarquía) que se han sucedido el control de la cosa pública la mayor parte de la época republicana, que ya habían encontrado la vía expedita para sus cambios a la Constitución que significarán un NO cambio de modelo de sociedad, a través de un documento elaborado por la llamada Concertación Nacional y avalado tal cual por el Ejecutivo.
El tercer actor, lo representa el cuerpo de diputados que en sus ansias de alcanzar a ser parte o nuevos clanes de ricos, han alterado el articulado enviado por el Ejecutivo, pero sin tocar el tema de qué tipo de modelo de sociedad conviene y desean los nacionales. Es decir, se mantiene la esencia de las aspiraciones del segundo actor, pero con las torpezas que han dado motivo a las protestas generalizadas de la población y hasta del sector oligárquico; es decir, en su ánimo de introducir reformas que respondan al “¿qué hay pa´ mí?”, le han hecho mal el mandado a la oligarquía que manda actualmente en el país. Es por esto que voceros de esta, llámense gremios empresariales, expresidentes de la República, ex candidatos presidenciales de la supuesta oposición actual e incluso, dentro del propio cuerpo legislativo, los mal llamados independientes, han mostrado su adversidad a las modificaciones introducidas por la mayoría parlamentaria, en su ánimo de ser tan o más ricos que los verdaderos ricos del país.
El cuarto actor: aquellos que no cuestionan el principio rector del modelo de sociedad, que debe regir la Constitución Política, pero que han salido a las calles a defender derechos corporativos específicos. Este es el caso de las autoridades u órganos de Gobierno universitarios que protestaron por la “defensa de la educación superior” o bien, el caso de grupos que defienden el matrimonio homosexual.
El quinto actor es, el que no veremos realmente actuar, sino hasta el momento de la trama final de la aprobación o no de unas reformas a la Constitución que se merezcan los panameños. Esto, según cuál de los otros actores haya calado en las mentes de la mayor parte del pueblo. Mi pronóstico es que, en esta vuelta histórica, este personaje experimentará el desenlace menos feliz. Imponiéndose los intereses del segundo actor o fuerza social. Aun cuando se avance en preparar una obra de un final feliz para el pueblo.