• 29/09/2019 07:00

La era de Netflix

La plataforma de servicio de contenidos que ofrece Netflix ha revolucionado la forma de ver la televisión. De hecho, Netflix empezó con el envío de DVD's a domicilio en 1997 en California, pero uno de sus dueños, usuario de Blockbusters, al devolver una película con retraso, tuvo que pagar $40 dólares de multa.

La plataforma de servicio de contenidos que ofrece Netflix ha revolucionado la forma de ver la televisión. De hecho, Netflix empezó con el envío de DVD's a domicilio en 1997 en California, pero uno de sus dueños, usuario de Blockbusters, al devolver una película con retraso, tuvo que pagar $40 dólares de multa. Empezó a concebir un servicio que fuera “on demand”, de manera electrónica, y es así como surge la empresa, que se expandió en 2011 a América Latina, y en 2017 ocupaba el 20 % de la banda ancha de internet.

Sus dueños no se han conformado con obtener los derechos para reproducir películas clásicas, sino que inició una agresiva producción audiovisual desde la concepción o adquisición del producto hasta su difusión, a través de una plataforma por internet de contenidos propios. Los que somos usuarios de esa plataforma tenemos infinitas opciones para ver películas, series, programas de televisión y muchas otras opciones.

Mi permanente campaña por la lectura se complementa con los contenidos históricos que ofrece Netflix. Desde las obras del escritor cubano Leonardo Padura, con el detective Mario Conde, personificado por Jorge Perugorría (“Cuatro Estaciones en La Habana”) así como las del escritor sueco ya fallecido Henning Mankell, “Wallander”, he podido disfrutar de series y películas muy bien logradas y apegadas al texto literario. No están exentas de esta excelencia películas y series basadas en libros como “El tiempo entre costuras” de María Dueñas, “La reina del Sur” de Arturo Pérez Reverte (la primera temporada, en la segunda el escritor cartagenero no tiene nada que ver), “La Catedral del Mar” de Ildefonso Falcones y muchos otros, como el basado en el asesinato de Trotsky en México, Los Borgia, la historia del imperio romano (recomendado por Arturo Pérez Reverte como de las mejores series producidas), Troya, Versalles, y las que giran en torno a la reina Isabel de Inglaterra (The Crown), La Reina de España (con Penélope Cruz) y un montón de opciones que se escapan a este recuento.

Lo que ofrece Netflix no solo es basado en literatura o historia. También tienen divertidas series y películas, como “Grace & Frankie”, o dramáticas como “La Casa de Papel”, “Tiempos de Guerra” y “Las chicas del cable”, “Ingobernable” (con Kate del Castillo), dependiendo de los gustos. Las hay también de temas de narcos, pero esas no me interesan. A mí en lo particular las pelis de Netflix complementan mi acervo literario y de vez en cuando, alguna diversión. Me encantan los filmes donde actúa Jeremy Irons, Hugh Grant, Jane Fonda y otros actores de mi predilección.

Recientemente ha capturado la atención del público la serie “Bolívar”, que es una producción colombiana con 60 capítulos. El comentario general ha sido que históricamente está muy bien basada, los personajes son exquisitamente representados y lo que es más importante, por lo menos para mí, se reivindica a Manuelita Saénz, “la esposa del Dr. Thorne” como reza el título del libro del escritor venezolano Denzil Romero. Para muchos Manuelita era una advenediza, una mujer sin escrúpulos, y en esta serie la ponen como lo que era: revolucionaria, agresiva, decidida a apoyar a Bolívar en cualquier batalla que se le presentara.

Me encantó “Kurt Seyit ve Sura”, basado en un libro de la autora turca Nermin Bezmen, porque retrata la época de la caída de los zares por la Revolución Rusa (1917), la huida de ambos amantes hacia Turquía y cómo culminan su vida ante la aclamación del triunfo de Mustafa Kemal Ataturk, padre de la nación turca, cuya revolución abolió el imperio otomano en 1923. Y me siguen gustando series tanto divertidas como históricas, porque a través del cine, de buen cine, es como si leyeras, si están bien hechas las películas o series. Esto, complementado con el cine literario que se pasa una vez al mes en la Academia de la Lengua, es parte de la alegría de ver buenas adaptaciones a obras de la literatura.

Hoy día, Blockbuster desapareció y Netflix es cada vez más popular entre los que tienen acceso a internet, se suscriben al servicio, que cuesta una bicoca mensual y pueden ver una inmensa cantidad de contenidos. El menú es vasto y siempre lo orienta a uno de acuerdo con sus preferencias. Es algo parecido a los taxis versus Uber. Lo importante es el servicio. En este mundo donde todo el mundo tiene una conexión a internet, cualquiera puede contratar Netflix, no es cuestión de élite. Vale la pena. Las televisoras nacionales deberían ir poniéndose a tono con lo que ofrecen porque las películas o novelones están siendo desplazados y con ventaja: uno las ve cuando quiere y como quiere.

Arquitecta y ex ministra de Estado.
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