Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
Inflación y su aumento en el año 2022
- 26/03/2022 00:00
- 26/03/2022 00:00
El año 2021 fue uno de relativo crecimiento económico si lo comparamos con el año 2020, el cual empezó afectado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, terminada a finales de 2019, pero cuya afectación más fuerte se dio por la propagación de la covid-19. Se puede decir que esto paralizó totalmente el globo terráqueo, ya que los gobernantes de la mayoría de los países ordenaron el confinamiento como medida para frenar la propagación del virus. Como era de esperarse, detuvo el aparato productivo de los mismos, cuyos efectos se vieron en 2021 y se están viendo en el año 2022, en las diferentes cadenas de suministros, lo que ha traído desabastecimiento de materias primas en algunos casos, escasez y consecuente aumento de precios.
Si bien Latinoamérica creció un 6,7% en 2021 con respecto al año anterior inmediato, según cifras del Banco Mundial, debemos tomar en cuenta que este crecimiento viene dado por la reactivación de la economía luego de casi un año de paralización en 2020, por lo que el año 2022 vendría a ser un año de corrección de las economías y 2023 el año de sinceración total de las economías del mundo. Esto dependería, en principio, de la profundización en los avances de vacunación, de las políticas económicas, sanitarias y fiscales que tomarán los Estados.
A principios de año, el Banco Mundial emitió un informe sobre las perspectivas económicas donde expone que la recuperación mundial se desacelerará en medio de los continuos brotes de covid-19; además de la disminución del apoyo macroeconómico y las persistentes dificultades en las cadenas de suministro. Las perspectivas se ven empañadas por diversos riesgos, como las nuevas variantes del coronavirus, el desanclaje de las expectativas inflacionarias y el estrés financiero.
En atención a ello y a otros factores, como el cambio climático, el cual podría aumentar la inestabilidad de los precios de los productos básicos, y las tensiones sociales agudizadas como resultado del aumento de la desigualdad causada por la pandemia, se prevé que el crecimiento mundial se desacelerará al 4,1% en 2022.
Según el referido informe, en Asia oriental y el Pacífico el crecimiento se desacelerará al 5,1% en 2022 y aumentará ligeramente al 5,2% en 2023; Europa y Asia central verán desacelerado su crecimiento al 3,0% en el año 2022 y al 2,9% en 2023; en América Latina y el Caribe el crecimiento se desacelerará al 2,6% en 2022 para luego aumentar levemente al 2,7% en 2023; Oriente medio y norte de África desacelerarían su crecimiento al 4,4% en 2022 antes de atenuarse hasta el 3,4% en 2023; en Asia meridional el crecimiento acelerará al 7,6% en 2022 antes de atenuarse al 6,0% en 2023; y, en África subsahariana, según las previsiones, el crecimiento se acelerará ligeramente al 3,6% en 2022 y volverá a aumentar al 3,8% en 2023.
Los analistas del Banco Mundial proyectan que, “la producción y la inversión en las economías avanzadas volverán a las tendencias previas a la pandemia el próximo año, en los mercados emergentes y las economías en desarrollo (MEED) se mantendrán muy por debajo de dichas tendencias. Entre los riesgos de que las perspectivas mundiales empeoren se incluyen un resurgimiento sincronizado de la pandemia, mayores alteraciones de las cadenas de suministro, el desanclaje de las expectativas inflacionarias, el estrés financiero y los posibles desastres relacionados con el cambio climático”.
Cabe destacar que algunas de estas proyecciones ya las hemos estado viviendo, como las alteraciones en las cadenas de suministro, el estrés financiero, entre otros. El informe sostiene que los MEED se enfrentan a los desafíos de las elevadas presiones inflacionarias y el limitado espacio fiscal. A largo plazo tendrán que llevar adelante reformas que mitiguen las vulnerabilidades a la volatilidad de los productos básicos, reduzcan la desigualdad y mejoren la preparación ante crisis futuras.
En el caso de Latinoamérica y el Caribe, el Banco Mundial sostiene que el crecimiento de la región se recuperó hasta ubicarse en un estimado del 6,7% en 2021, impulsado por condiciones externas favorables y diversos acontecimientos relacionados con la pandemia. Durante la segunda mitad de ese año disminuyó drásticamente el número de nuevos casos de covid-19, pero volvieron a aumentar a finales de diciembre, a pesar del avance en los procesos de vacunación.
Si hablásemos de algunos países en particular, el informe proyecta que la economía de Brasil se desacelerará hasta llegar al 1,4% en 2022, “debido a la limitada confianza de los inversionistas, la erosión del poder adquisitivo derivada de la alta inflación, el endurecimiento de la política macroeconómica, la desaceleración de la demanda de China y la caída de los precios del mineral de hierro para luego repuntar al 2,7% en 2023”. México disminuiría, según las proyecciones, hasta el 3% en 2022 y el 2,2% en 2023. Para el caso de Argentina, el crecimiento se desaceleraría al 2,6% en 2022 a medida que el consumo privado se atenúe como consecuencia de la reducción del estímulo fiscal y la inversión disminuya. Para el caso de Chile, Colombia y Perú, los fuertes rebrotes cíclicos observados en 2021 se debilitarán en 2022, lo que aunado a otros factores haría que sus economías cerrarán este año en 2,2%, 4,1% y 3,2%, respectivamente. En Centroamérica, el crecimiento se mantendría sólido en 2022, en un 4,7%, debido a la mejora en las perspectivas respecto a la vacunación contra la covid-19 y la entrada firme y continua de remesas. Panamá terminaría el año con un crecimiento del 7,8% que, aunque es menor al de 2021, sería el mayor crecimiento de la región (países con economías más fuertes).
Por su parte, la Cepal ha desarrollado los “pilares fundamentales para la recuperación”, que incluyen: “i) el fortalecimiento de las finanzas públicas para apoyar la inversión productiva y el gasto social, así como un modelo más sostenible de financiamiento para el desarrollo; esto requiere la aplicación de políticas fiscales holísticas, secuenciales y consensuadas; ii) el desarrollo de sistemas de protección social más fuertes y la mejora de la calidad de los servicios públicos, aprovechando las lecciones aprendidas a raíz de las medidas innovadoras de política social adoptadas durante la crisis; iii) el diseño de una estrategia productiva regional para aumentar la competitividad y el empleo formal; y iv) crear un consenso entre todos los actores de la sociedad sobre las reformas necesarias para la recuperación y para un desarrollo inclusivo y sostenible, a través de un contrato social renovado que sea justo, legítimo y estable, y que ponga el bienestar de los ciudadanos en el centro de las políticas públicas. En el ámbito internacional, el LEO explora la importancia de construir alianzas internacionales renovadas que respondan a objetivos de desarrollo específicos para facilitar la recuperación”.
Todas estas previsiones de las que hemos tratado fueron hechas sin tomar en consideración la situación reciente entre Rusia y Ucrania, una guerra iniciada a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania, aduciendo amenaza para Rusia ante la posibilidad de que Ucrania pase a formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), guerra que se está desarrollando ante la mirada atenta de los países vecinos, las naciones que integran la OTAN y el resto del mundo, lo que ha desestabilizado en poca o gran medida las economías globales en virtud de la incertidumbre de cómo será tratada esta guerra y sus consecuencias a nivel mundial, ya que se ha llegado a hablar hasta de una posible tercera guerra mundial.
Para nuestra región, aunque no pareciera poder ser afectada de manera directa por esta guerra, 2022 representa un gran reto a nivel económico, ya que Estados Unidos es en muchos casos el principal aliado comercial de nuestros países, y su participación en la guerra, así como la de los demás miembros de la OTAN, puede tener repercusiones sobre sus economías y por ende sobre las economías de Latinoamérica, aunado al hecho de que la economía de Estados Unidos se encuentra actualmente golpeada, alcanzando cifras de inflación no vistas en más de 40 años, por lo que las recomendaciones de la Cepal, así como las que de seguro emitirán los demás organismos internacionales con injerencia en el área económica, serán de gran importancia y deberán ser cumplidas en la medida de nuestras posibilidades para garantizar una pronta recuperación.