La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 09/05/2024 00:00
- 08/05/2024 19:04
Este 9 de mayo la Gran Victoria contra el hitlerismo cumple 79 años. El legado de aquel triunfo trascendental no se puede sobreestimar. Se infligió una derrota contundente a la ideología más espantosa en la historia de la humanidad que tenía previsto exterminar grupos étnicos enteros, incluidos los judíos y los eslavos que fueron tildados de “indignos de vivir”. En los escombros de la Segunda Guerra Mundial, se construyó la Organización de las Naciones Unidas cuya Carta consagró los principios universales del derecho internacional moderno.
Aunque la contribución de cada miembro de la coalición antihitleriana fue importante, el rol crucial le correspondió a la Unión Soviética. El Ejército Rojo desmanteló unos 3/4 de la maquinaria bélica nazi, al liberar o participar en la liberación de 10 naciones europeas. Más de 27 millones de ciudadanos soviéticos cayeron en el frente de batalla, fallecieron a causa del hambre o bombardeos, fueron masacrados en campos de concentración o quemados vivos en miles de pueblitos incinerados por los verdugos de la “peste marrón”.
Es muy lamentable que hoy algunos exaliados occidentales de la URSS pretenden tergiversar la historia, al denigrar la hazaña de los héroes soviéticos e igualarlos con los fautores de Hitler. Evidentemente, en su ofensiva híbrida frontal contra Rusia (que están librando para preservar a rajatabla su dominio neocolonial global), se adhieren al principio de que “en la guerra vale todo”, por lo sucio y descarado que sea.
Los ejemplos de esta actitud irresponsable hablan por sí mismos. Los países del llamado “occidente colectivo”, incluidos los tres exintegrantes del “Eje Berlín-Roma-Tokio”, votan anualmente en contra de la resolución rusa de la Asamblea General de la ONU que busca combatir la glorificación del nazismo y la discriminación racial. Este abril, las autoridades de Alemania notificaron a Moscú que “no sería deseable” su participación en la conmemoración del 79 aniversario de la liberación de los campos de exterminio, aunque fueron precisamente las tropas soviéticas que en 1944-1945 recuperaron Auschwitz, Chelmno, Majdanek, Ravensbruck y muchas otras “fábricas de la muerte”. Mientras tanto, los gobiernos de Polonia, Bulgaria y los países bálticos impulsan la campaña vandálica de derrumbamiento de miles de monumentos dedicados a los soldados soviéticos caídos en los años de la guerra, profanando así la memoria de sus propios libertadores.
Aún más preocupante es la situación en Ucrania cuyo régimen golpista convirtió a los peores seguidores de los nazis en “héroes nacionales”. Entre ellos, Stepán Bandera y Román Shujévych, cuyos compinches aniquilaron docenas de miles de polacos, judíos y rusos durante la Segunda Guerra Mundial. Esta política la respaldan plenamente los patrocinadores occidentales de Kiev, con tales barbaridades como el elogio público que se dio en septiembre de 2023 en el parlamento canadiense a Yaroslav Hunka, excombatiente ucraniano de los Waffen-SS. No son nada sorprendentes, entonces, la discriminación y el genocidio abierto que los neonazis ucranianos modernos desencadenaron hace 10 años contra millones de habitantes rusohablantes de la región de Donbás, sin dejar a Rusia otra opción que intervenir para defender la libertad, el derecho a autodeterminación, el idioma y la cultura de sus compatriotas.
En este contexto, adquieren suma importancia las iniciativas ciudadanas que buscan preservar la memoria histórica. Uno de tales proyectos es el “Regimiento Inmortal” en que personas de habla rusa marchan anualmente en más de 100 países del mundo para rendir homenaje a sus abuelos y bisabuelos que lucharon por nuestra libertad durante la guerra. Este año, en el desfile celebrado en Panamá, también se conmemoró la hospitalidad del pueblo istmeño que en 1942 facilitó el famoso paso de un grupo de submarinos soviéticos por el Canal interoceánico, contribuyendo de esta forma a la derrota de la armada nazi.
Cuidar las lecciones del pasado para las generaciones venideras es nuestro deber sagrado. Sin este fundamento, no se podrá construir el orden mundial justo, democrático y verdaderamente multipolar a que todos aspiramos.
¡Prohibido olvidar!