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- 12/04/2023 00:00
- 12/04/2023 00:00
La inteligencia artificial (IA) está de moda. El acelerado avance de ChatGPT, el sistema de voz basado en el modelo de lenguaje GPT-3 de la empresa OpenAI, fundada por Elon Musk, ha demostrado que tareas de redacción, recopilación de datos e inclusive la composición musical pueden ser hechas en segundos, sin cometer errores muy graves y sin intervención humana.
Esto ha hecho saltar las alarmas de muchas personas, entre ellas el propio Musk, quien en una polémica carta publicada por Future of Life Institute, a finales de marzo, pedía que se suspendiese el desarrollo de la IA por seis meses.
El documento, firmado por más de 1.000 académicos, expertos en IA y ejecutivos de empresa, plantea potenciales riegos que puede traer a la sociedad y la civilización la circulación de los sistemas de IA competitivos entre humanos.
“Los poderosos sistemas de inteligencia artificial deben desarrollarse solo una vez que estemos seguros de que sus efectos serán positivos y sus riesgos serán manejables”, apunta la carta.
Una preocupación que es comprendida por el ingeniero Juan Vergara, especialista en la materia, quien explicó a nuestro medio que “deberían analizarse más detenidamente las repercusiones que puede traer una nueva tecnología de IA, antes de cada lanzamiento”, analizó.
Según Vergara, los líderes en la materia están presenciando el ritmo acelerado que llevan estos desarrollos, lo que no da tiempo para analizar las repercusiones éticas y morales que pueden tener el uso de las IA, como son la invasión de la privacidad, la venta de información personal, la pérdida de empleos y otros muchos elementos.
Pese a esto, el especialista no ve en las IA un mecanismo para la desaparición de puestos de trabajo, si no un puente para la evolución de los que ya existen. “Si le preguntas a ChatGPT qué profesiones peligran más con su tecnología, colocará en primer lugar la de traductor, pero si hace una traducción de algunos de los idiomas más hablados del mundo en ChatGPT, verás que lo hace bien, pero bastante literal, lo que significa que aún requiere una parte humana que le dé estilo y sentido al texto”.
En por esto que Vergara considera que los profesionales deben ver en esta herramienta un mecanismo de apoyo o inspiración, para evitar ser desplazados por ella.
Esta perspectiva es parcialmente compartida por un estudio desarrollado por la institución financiera Goldman Sachs Research, esta semana, que plantea que los cambios en los flujos de trabajo que ocasiona la inteligencia artificial pueden llegar a exponer a 300 millones de trabajos de tiempo completo, en el mundo, a la automatización.
“Al analizar las bases de datos que detallan el contenido de tareas de más de 900 ocupaciones, nuestros economistas estiman que aproximadamente dos tercios de las ocupaciones de EE.UU. están expuestas a algún grado de automatización por parte de la IA” plantea la investigación.
Aunado a esto, se estima que entre un cuarto o la mitad de la carga laboral de esas profesiones podría reemplazarse con una IA.
Labores relacionadas con la redacción de documentos o información, áreas de recursos humanos y sectores de programación, podrían verse afectados, si se continúa desarrollando esta tecnología a la velocidad actual.
Aun así, la investigación alega que “aunque es probable que el impacto de la IA en el mercado laboral sea significativo, la mayoría de los trabajos y las industrias solo están parcialmente expuestos a la automatización y, por lo tanto, es más probable que la IA los complemente en lugar de sustituirlos”.
También hay que considerar la creación de nuevos puestos de trabajo y nuevas ocupaciones, producto de estas innovaciones tecnológicas.
Para Vergara, la implementación de estas nuevas tecnologías se consolida como la “gran revolución de nuestra época”, equiparable a lo que representó la Revolución Industrial en su tiempo. “La cuarta revolución industrial [que vivimos actualmente] se caracteriza por la recopilación de datos para procesarlos y analizarlos, con el propósito de generar información de valor que ayude a la toma de decisiones o para hacer predicciones”.
“El desarrollo de la inteligencia artificial es tan fundamental como la creación del microprocesador, el ordenador personal, internet y el teléfono móvil. Cambiará la forma en que las personas trabajan, aprenden, viajan, reciben atención sanitaria y se comunican entre sí. Todos los sectores se reorientarán en torno a ella. Los negocios se diferenciarán por lo bien que sean capaces de utilizarla”, dijo Bill Gates en un artículo compartido por La Vanguardia.
Según Gates, la IA puede reducir algunas de las peores desigualdades del mundo. “A escala mundial, la peor desigualdad se da en la salud: cada año mueren 5 millones de niños menores de 5 años. La cifra es inferior a los 10 millones de hace dos décadas, pero sigue siendo sorprendentemente alta. La mayoría de estos niños nace en países pobres y muere por causas evitables, como la diarrea o la malaria. Es difícil imaginar un uso mejor de las inteligencias artificiales que salvar vidas infantiles”.
Este sentimiento es compartido por Vergara, quien plantea que “se puede aplicar la IA en la detección temprana de enfermedades como el cáncer, a partir de modelos entrenados con miles o millones de imágenes tanto de tejido sano como enfermo”.
Otro sector que puede verse beneficiado por la incorporación de las IA es el educativo. Gates apunta que la IA puede servir para invertir la tendencia a la baja que está evidenciándose en el rendimiento que los jóvenes tienen en matemáticas, en Estados Unidos.
A esto hay que sumarle el impacto que puede tener en la alimentación global, pues según Vergara, “es posible cultivar en espacios mucho más reducidos, sin uso de tierra, con sensores que leen y diagnostican cuánta cantidad de agua y nutrientes requiere cada planta, en espacios cerrados y hasta temperatura controlada”, una propuesta que, aunque más costosa, se puede implementar en las grandes ciudades, utilizando agua de lluvia recolectada.
La incorporación de la IA en la economía global podría generar un crecimiento del 7% (casi $7 billones) en el producto interno bruto (PIB) mundial e incrementar la productividad en 1,5 punto porcentual, en un periodo de 10 años, analiza el informe de Goldman Sachs Research.
“A pesar de la incertidumbre significativa sobre el potencial de la IA generativa, por su capacidad para generar contenido que no se puede distinguir de la producción creada por humanos y la habilidad que tiene para derribar las barreras de comunicación entre humanos y máquinas, se proyecta un avance importante con efectos macroeconómicos potencialmente grandes”, plantea Joseph Briggs, economista de Goldman Sachs y Devesh Kodnani.