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- 01/12/2019 10:41
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El dramático y veloz encogimiento de los hielos en el Ártico es una de las demostraciones más patentes del cambio climático que experimenta el planeta, pero también hace más asequibles los ingentes recursos naturales de esa región, vista por Rusia como su gran apuesta geoestratégica.
Y es que las posesiones árticas de Rusia suman una superficie de 3 millones de kilómetros cuadrados, el 18 % de la totalidad del país, y viven en ellas cerca de 2,4 millones de rusos, que conforman el 40 % de la población total del Ártico.
Para el analista militar ruso Pável Felgenlhauer, "el Ártico es el futuro de la Humanidad, el futuro golfo Pérsico, y posiblemente será el futuro escenario de conflictos armados por el control de sus riquezas".
"El Ártico es ruso", proclamó a su regreso a Moscú el entonces diputado y explorador Artur Chilingárov tras plantar el 7 de julio de 2007 en el lecho marino del polo norte, a 4.261 de profundidad, una bandera rusa de titanio, aventura en la que se emplearon dos batiscafos.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, no se cansa de repetir que el desarrollo de la zona ártica es una de las prioridades de la política de Estado del país.
Según diversos expertos, en el círculo polar ártico se encuentran en torno al 25 % de las reservas mundiales de hidrocarburos, y de ellas el 84 % se encuentra en la plataforma continental del océano Ártico.
Para asegurar el acceso y la defensa de esas riquezas, Rusia ha restaurado infraestructuras militares soviéticas y desplegado una red de bases militares en su territorio ártico. Precisamente con ese fin el 1 de diciembre de 2014 fue creado el Mando Estratégico Unificado Flota del Norte, conocido también como Tropas Árticas.
LA RUTA MARÍTIMA DEL NORTE
El calentamiento global y el consiguiente adelgazamiento de los hielos árticos ha potenciado el uso de la llamada Ruta Marítima del Norte, que une China con Europa Occidental a través del océano Ártico.
Con la ayuda de una potente flota de rompehielos atómicos Rusia planea convertir esta ruta en una alternativa viable al canal de Suez, mucho más corta y más segura.
El 16 de agosto de 2017, el metanero de la naviera rusa Sovcomflot Christophe de Margerie, concluyó una travesía entre Noruega y Corea del Sur por la Ruta Marítima del Norte en apenas 19 días, un 30 % más rápido de lo que habría hecho por el canal de Suez.
Si bien desde un punto de vista económico y de transporte marítimo los cambios en el Ártico comportan ventajas, para la vida humana el derretimiento del permafrost -capa de suelo congelado en las regiones polares- constituye un problema.
"El cambio climático representa grandes riesgos para Rusia, en particular el derretimiento del permafrost, que puede llevar la destrucción de infraestructuras", dijo a Efe climatólogo ruso Oleg Anísimov.
"Debido al aumento de la temperatura del permafrost en las ciudades árticas rusas se hunde el suelo, los cimientos de las casas no cumplen sus funciones y estas sufren daños y lo mismo ocurre con infraestructuras como tuberías, carreteras, vías férreas, etc", agregó.
Los cálculos muestran que estos procesos destructivos se van a acelerar.
Según los expertos, añade el climatólogo, para 2050 cerca del 20 % de todas las instalaciones e infraestructuras industriales y el 45 % de la vivienda en la zona de permafrost podrían sufrir daños, perjuicio potencial valorado en más de 100.000 millones de dólares.
El permafrost bajo las aguas del Ártico oculta un tesoro energético único, los hidratos de metano, cuyo estado sólido es garantizado por la presión y las bajas temperaturas, pero que el cambio climático podría convertir en un factor de riesgo para la atmósfera.
"Hemos establecido que, contra lo que se creía, el permafrost submarino no es estable, sino que sufre un proceso de degradación, por lo que los hidratos se tornan en estado gaseoso y el metano se libera en el agua y de ahí pasa a la atmósfera", dijo Efe el oceanólogo y miembro de la Academia de Ciencias de Rusia Ígor Semilétov.
El científico, que recientemente regresó de una expedición al mar de Siberia Oriental, indicó que los estudios muestran la velocidad de la degradación vertical del permafrost se ha acelerado y en la plataforma continental es actualmente de 18 centímetros por año.
"En algunos lugares donde emana el metano, que llamamos 'megasip' (de cerca de 1.000 metros cuadros), la concentración de este gas en la atmósfera es nueve veces mayor que la normal", dijo.
Según Semilétov, los estudios geológicos muestran que en el permafrost de la plataforma siberiana oriental hay 500.000 millones de toneladas de hidratos de metano, una riqueza de valor incalculable cuya extracción requiere de novísimas tecnologías, ya que el metano sólido al pasar a estado gaseoso aumenta entre 150 y 200 veces su volumen, es decir, se produce una explosión.
Para el catedrático de Universidad Estatal de Tiumén (Siberia) Víctor Guennádinik, los riesgos ecológicos de la conquista del Ártico son inevitables, pero gracias a la permanente atención de la opinión pública y los ecólogos "cuesta creer que (las gasísticas rusas) Gazprom o Novatek puedan incurrir en negligencia criminal".
"Los imprevistos (...) o las consecuencias del cambio climático son potencialmente mucho más peligrosos", declaró a Efe Guennádinik, experto en modelado de sistemas y procesos físicos.
Como ejemplo, citó el brote de carbunco, en Rusia llamada también peste siberiana, que se produjo en 2016 en la península de Yamal, y que causó un muerto, un niño de 12 años, y obligó a hospitalizar preventivamente a cerca de un centenar de personas.
"La causa del brote fue la conjugación de factores biológicos, climáticos, geográficos y sociales: las bacterias de la peste, congeladas hace siglos en el permafrost, se descongelaron e infectaron a renos", explicó.
Al mismo tiempo, según Anísimov, los estudios realizados en Rusia muestran que condiciones climáticas menos severas en el extremo norte del país tendrán un impacto beneficioso para la salud de sus habitantes, ampliarán las superficies agrícolas y reducirán la demanda de energía.
Además, la reducción de la capa de hielo en el Ártico crea condiciones más favorables para la navegación marítima en la ruta del norte, aumenta los recursos hídricos y prolonga una temporada más larga sin hielo en los grandes ríos siberianos, que sirven de corredores de transporte ante la ausencia de carreteras.
Otra de las implicaciones positivas del calentamiento ártico, apunta el climatólogo, "es una distribución más homogénea del flujo temporal de las aguas, lo que disminuirá entre el 20 y el 40 su nivel máximo en primavera en la mayoría de los ríos de las regiones orientales y de la parte sureuropea de Rusia".