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- 01/09/2024 00:00
- 31/08/2024 16:16
En el mundo existen 195 países reconocidos en la actualidad, pero sólo un 13 % de ellos tienen a una mujer al frente del poder ejecutivo (ONU). Esto nos indica las dificultades que las mujeres encuentran todavía hoy para acceder a puestos de mayor responsabilidad en la política. Afortunadamente, estas cifras van cambiando, y poco a poco se va rompiendo el techo de cristal también en este ámbito, aunque queda mucho trabajo por hacer.
A pesar de que la mayoría de nuestros países son repúblicas desde el siglo XIX (con algunas excepciones), solo han sido electas ocho mujeres como presidentas. Todas ellas, de gran carisma y sensibilidad social.
Ellas son, Violeta de Chamorro (Nicaragua 1990—1997); Mireya Moscoso (Panamá 1999-2004); Michelle Bachelet (Chile 2006-2010 y 2014-2018); Cristina Fernández de Kirchner (Argentina 2007-2012 y 2012-2015); Laura Chinchilla (Costa Rica 2010-2014); Dilma Roussef (Brasil 2011-2014 y 2015-2016); Xiomara Castro (Honduras 2022-2026) y ahora Claudia Sheibaum (2024- 2030), en México.
También han ocupado el cargo, aunque no fueron electas para el mismo:
- María Estela Martínez de Perón (1974-1976), primera mujer en ejercer el cargo de presidenta en todo el mundo. Esposa y vicepresidenta del presidente Juan Perón y su sucesora después de su muerte.
-Lidia Gueiler Tejada (1979-1980), primera presidenta de Bolivia. Nombrada presidenta por el Congreso después de un golpe de estado al general Alberto Natusch.
- Rosalía Arteaga (1997), la primera mujer presidenta y vicepresidenta de Ecuador. Asumió el poder por dos días, cuando el presidente Abdalá Bucaram fue destituido.
-Jeanine Añez (2019-2020) asumió la presidencia de Bolivia de manera interina después de la crisis política que hizo renunciar a Evo Morales.
-Ertha Pascal-Trouillot (1990-1991) primera mujer presidenta de Haití y primera mujer afrodescendiente en llegar a la presidencia en el continente. Asumió el cargo después de un golpe de estado al gobierno de Prosper Avril.
- Dina Boluarte fue juramentada el 8 de diciembre de 2022 ante el Parlamento como la primera presidenta de Perú en reemplazo de Pedro Castillo, destituido por el Congreso.
- Claudia Juana Rodríguez de Guevara fue presidenta de la República de El Salvador desde el 1 de diciembre de 2023 hasta el 1 de junio de 2024, “designada por el presidente de la República, encargada del Despacho” en sustitución de Nayib Bukele, mientras este trabajaba en su reelección.
El gobierno presidencial de Claudia Sheinbaum Pardo se iniciará por ley el 1 de octubre de 2024, tras ser la ganadora electoral en las elecciones federales de México del presente año con el 59,75% de los votos emitidos. Antes, en 2015 fue la primera mujer electa como jefa Delegacional en Tlalpan. En julio de 2018 se convirtió en la primera mujer electa jefa de gobierno de la Ciudad de México, tras ganar la elección con el 47.08 % de los votos emitidos, y la segunda mujer en ocupar el cargo –ya que Rosario Robles fue la primera—, aunque de manera sustituta durante 1999 y 2000. Es decir, Claudia Sheinbaum viene hace rato rompiendo paradigmas en uno de los países más patriarcales de América latina.
El triunfo de Claudia Sheibaum en México y la nominación de Kamala Harris a la presidencia de Estados Unidos están haciendo historia en un contexto político que se ha presentado retrógrado en la región.
Kamala Harris es la primera mujer y persona afroamericana y de ascendencia india en ocupar la vicepresidencia y la funcionaria elegida de más alto rango en la historia de los Estados Unidos. Antes, desde 2017 hasta 2021, fue la primera senadora indoestadounidense representando a California. Previamente a su elección al Senado, ejerció como fiscal general de California entre 2011 y 2017. El jueves 22 de agosto de 2024 ha sido ratificada por la Convención Demócrata como la candidata a presidenta de los Estados Unidos, generando un optimismo no esperado.
A pesar de que, en este momento, sólo 26 mujeres en el mundo son jefas de Estado o de Gobierno, están ocurriendo cambios significativos en el acceso al poder.
Las políticas públicas necesitan de la mirada y la experiencia de las mujeres, dado que ellas poseen una trayectoria de vida diferente a la de los hombres. La desigualdad reduce el progreso en desarrollo humano y, en algunos casos, podría impedirlo por completo. Hasta ahora, el poder se ha ejercido desde la perspectiva androcéntrica, que falla en incorporar las dimensiones de discriminación propias de las relaciones sociales (entre ellas las de género), que permean las relaciones económicas, brinda una representación irreal del mundo, y por lo tanto es irrelevante para cualquier política pública.
La perspectiva androcéntrica brinda una representación equivocada del mundo, lo que lleva a sugerir acciones erróneas que pueden incluso profundizar los problemas que tratan de resolver. Porque cuando se abordan los problemas de inequidad de género con los supuestos ortodoxos, no se consigue explicar los fenómenos; por el contrario, lo que se hace es justificar la desigualdad existente, como consecuencia de las características y supuestas racionalidades de las mujeres.
El análisis de los países desarrollados y en desarrollo realizado por la ONU advierte sobre una relación inversa entre la desigualdad y el desarrollo humano. La humanidad no ha podido resolver los problemas de la desigualdad, por lo contrario, esta se ha agudizado en el siglo XXI. Las brechas son cada vez mayores, a medida que aumentan las posibilidades de la tecnología y el acceso al bienestar.
Panamá es uno de los países más desiguales de la región y América Latina, el continente más desigual. El Estado panameño no ha desarrollado las políticas públicas necesarias y adecuadas para que exista igualdad de oportunidades entre los diferentes grupos humanos que habitan en nuestro territorio. Tanto así que, según el Índice de Desarrollo Humano, Panamá pierde el 20 % del potencial de su desarrollo debido a la desigualdad imperante. Esta se agudiza cuando se analiza la desigualdad de género, y la pérdida alcanza casi la mitad de nuestro potencial (49 %).
Para poder cambiar las reglas del juego desde el poder es imperante incorporar la perspectiva de la mitad de la población, las mujeres. Se trata de que el paradigma androcéntrico no ha podido resolver los problemas básicos de la humanidad. Es el momento de cambiar el rumbo de la gobernanza antes de que sea demasiado tarde. Nos encontramos ante la sexta extinción del planeta y probablemente al borde de la tercera guerra mundial.
La irrupción en la escena política de Kamala Harris en Estados Unidos, y de Claudia Sheinbaum en México, servirá de ejemplo a muchas niñas y jóvenes que hasta ahora no se imaginaban que las mujeres pueden dirigir un país.
Es imprescindible incorporar las necesidades prácticas y los intereses estratégicos de las mujeres en la agenda pública.
Entre ellos: salud sexual y reproductiva, trabajo decente, superar las brechas de género en el mercado laboral, empoderamiento económico, equidad de género, superación de los estereotipos de toda clase (etnia, sexo, clase, origen social) que impiden la igualdad de oportunidades, reconocer el triple rol que cumplen las mujeres en la sociedad actual, prevenir y erradicar la violencia de género. Necesitamos invertir más en las niñas y las mujeres por un mejor futuro para la humanidad.
La autora es directora del Instituto de la Mujer de la Universidad de Panamá.