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- 18/05/2024 00:00
- 17/05/2024 18:25
La ubicación de la casa presidencial de la República de Panamá no es ninguna casualidad. Mantiene un sitial de gran significado simbólico en la evolución de la historia nacional: se ubica en las postrimerías de la antigua Puerta de Mar. Sin embargo, con el pasar de los años y las intervenciones realizadas cuesta entender las relaciones existentes de dicho paisaje geográfico e histórico.
En la fundación de Panamá La Nueva, del recinto amurallado, estuvo compuesto por la Puerta de Tierra y la Puerta de Mar. La última, como su nombre lo indica, era la entrada principal a la ciudad desde el muelle que recibía goletas, balandras y botes que hacían el traslado de bienes y pasajeros desde los buques que atracaban en los puertos de mayor calado como Naos y Perico, sobre la bahía de Panamá.
Hasta mediados del siglo XIX, tras atravesar la Puerta de Mar, la primera antesala de la ciudad era la edificación de la Aduana y/o Contaduría. Según el Dr. Eduardo Tejeira Davis en su libro Panamá: Guía de arquitectura y del paisaje, la edificación había resultado de una expropiación de la casa de Luis Losada Quiñones, que luego se incendió y fue reconstruida en 1764. Cuando Panamá se convierte en Estado Federal, el edificio es transferido en 1855, junto a las murallas y se convierte en casa de gobierno y también en casa presidencial en 1855. Al adquirir el estatus de departamento de Colombia, mantiene la característica de residencia del gobernador.
A la Puerta de Mar también se le refería con diversos términos en inglés: Lower Gate, Market Gate, Water Gate, Eastern Gate o Northern Gate. Era una zona de intercambios comerciales al encontrarse el mercado y ser el puerto donde embarcan y desembarcan pasajeros de barcos y veleros; con mucha de la actividad hotelera, donde estaba presente el Western Hotel, French Hotel y el Louisiana Hotel, por mencionar algunos (Panamá Star, 14 de noviembre de 1850). Sobre las variaciones de mareas altas y bajas se levantaban propiedades en un lugar prominente y aislado, en las cercanías de playa Prieta, cerca de la Ciénaga. Sobre esta zona se extiende una hermosa vista de la ciudad y la bahía de Panamá.
Con el derribo de parte de la muralla y la expansión de la ciudad, la Puerta de Mar fue incluida en tales consideraciones. “Hemos oído con mucho gusto que se propone derribar la antigua Puerta de Mar al final de la calle de las monjas y hacer un acercamiento adecuado al lugar de desembarco. Esto sería una gran mejora. Actualmente la antigua puerta de entrada no sirve para nada. Solo sirve para impedir la circulación del aire en la ciudad y como depósito de suciedad de todo tipo. Su eliminación beneficiaría mucho al lugar de aterrizaje y mejoraría considerablemente el aspecto de la ciudad”. El encargado de estas mejoras así como también de la reparación de las calles estuvo a cargo del coronel Gavino Gutiérrez (Star and Herald, 19 de marzo de 1859).
“En otro lugar publicamos una invitación a contrata hecha por el director de Obras Públicas para la demolición de la parte de muralla que hace frente a la casa presidencial, entre el taller y la casa de Isidro de Diego y su reemplazo con una verja de hierro. Nos complace en reconocer las mejoras de la ciudad ya en cuanto a su arquitectura y su sanidad, pero creyendo que en asuntos de obras públicas como en todo, el bien del mayor número debe considerarse lo primero, nos inclinamos en objetar la injerencia de malgastar el dinero innecesariamente en adornar las murallas frente a la casa de gobierno con una verja de hierro mientras que el estado de Las Bóvedas reclama reparación de los daños hechos a este paseo durante la última revolución. Allí están las murallas desmoronándose, que piden ayuda a gritos contra los ataques que le hace el mar, mientras que las grandes grietas que en ellas existen son receptáculos de basuras e inmundicias. Si hay algún dinero sobrante que el gobierno invite a contratas para estos últimos requisitos antes que atender el aspecto pintoresco de la vecindad del palacio del presidente” (Star and Herald, 3 de febrero de 1872).
Tras el inicio de la era republicana se mantuvieron algunos vestigios de la Puerta de Tierra, particularmente lo que se conocía como El Taller. La casa presidencial fue remodelada entre los años 1921-1922 durante la administración de Belisario Porras por el arquitecto Leonardo Villanueva, donde adquiere su actual aspecto. Sin embargo, sobre la Puerta de Mar, en 1929, hubo la sobre edificación de un conjunto denominado La Marina cuyo dueño era un arquitecto suizo-italiano llamado Julio Napoleón Caselli con un valor declarado de US$ 40.000. La edificación era una casa de tres pisos de mampostería y madera con cubierta de hierro acanalado. Hacia la parte de atrás, un edificio de cuatro pisos. En la parte posterior, sobre la playa, un anexo de dos pisos de concreto armado sobre pilastras y techo de concreto; formando todo la figura de una escuadra con su cara principal sobre la avenida norte (Finca: 8229, Tomo: 261, Registro Público de Panamá). ¿Cómo llegó el Sr. Caselli a ser propietario de una primaria estructura colonial sobre la muralla como El Taller y la Puerta de Mar? En 1949, la Caja de Seguro Social compra la finca bajo la administración de Adolfo Quelquejeu. La edificación en escala quizá mantenga la concordancia de los edificios vecinos del Casco Antiguo, pero destruyó por completo la posibilidad de comprender un sitio como la Puerta de Mar.
La Puerta de Mar, por más anecdótica que pueda parecer, esta relacionada con la institucionalidad civil y gubernamental del país, además que da visos de la vocación en la que se convertiría Panamá: un lugar de tránsito y una puerta de mar.