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- 17/03/2025 00:00
- 16/03/2025 18:02
Samanta Daza no creció soñando con ser escritora ni siquiera con el hábito de la lectura. “Me encantaría decirte ‘desde los cinco años leía’. Pero no, eso es mentira, eso no es real”, confiesa durante una conversación con La Estrella de Panamá. Aunque ella no lo sabía su destino era convertirse en poeta.
La chispa de la literatura se encendió gracias a una profesora que, en lugar de imponerle libros, la guió con temas que despertaban su interés: filosofía, feminismo y reflexiones sobre el mundo. “Ojalá todo el mundo tuviera una profesora como ella”, dice con gratitud. Fue así como Daza, que nunca había sentido interés por los libros, comenzó a cuestionarse y a encontrar en la lectura un refugio.
Revela que la adolescencia le trajo una relación amorosa complicada, “una de esas que dejan huellas profundas. Sabes que en la adolescencia todo es una dolencia. Todo es intenso”, comenta. Ante la confusión y el dolor, descubrió que escribir era su forma de sanar. “Era tanto el no entender la situación, el no entenderme a mí misma, el sufrimiento, que mi forma de hacer catarsis o de sanar fue escribiendo”. Así, los versos comenzaron a llenar sus cuadernos sin que ella lo planeara.
Aunque en su juventud pensó en estudiar psicología, pronto se dio cuenta de que su empatía le impediría separar su vida profesional de la personal. Entonces, optó por el periodismo, una carrera que le ofreció las herramientas para mejorar su escritura.
“A medida que leía más y veía todo este mundo de cámaras y medios, me di cuenta de que me generaba pasión. Ahí fue cuando dije: ‘Pero ya va, me encanta escribir’. Entonces, empecé a cuestionarme todo esto y pensé: ‘¿Qué mejor que estudiar periodismo, que me da las bases correctas para una buena escritura y te hace cuestionar todo?’. Así decidí que quería ser escritora y empecé a escribir en serio”.
Daza no sabía que lo que escribía era poesía hasta que un amigo y su padre le mostraron un poema de Mario Benedetti. Hasta entonces, asociaba la poesía con un lenguaje lleno de metáforas complejas, sin saber que existían diferentes géneros. Esto la llevó a revisar todo lo que había escrito y a descubrir que tenía un poemario en sus manos.
Fue así como nació Verso y beso, su primer libro, publicado en 2017. “No sabía por dónde empezar. No sabía cómo sacar un libro, cómo conseguir un editor, cómo encontrar un diseñador. No tenía la menor idea de nada. Tenía que hacerlo, porque esta era mi puerta para decir ‘soy escritora’”. Se autoeditó y organizó su obra, con la ayuda de una amiga diseñadora quien creó la portada.
Abrirse camino no fue fácil. A los 25 años, enfrentó una crisis existencial. “¿Voy a ser la protagonista de mi propia vida o voy a ver la vida de otras personas?”. En ese momento, trabajaba en un puesto estable, pero no era feliz. Decidió arriesgarse y renunciar. “Si me va mal, ni siquiera me va mal, es solo una forma más de aprender cómo hacerlo mejor hasta que resulte”, reflexiona.
Su familia, compuesta por artistas y emprendedores, la apoyó incondicionalmente. “Cuando hablé con mi papá, sabía que me iba a apoyar, pero siempre queda ese nerviosismo. Me dieron su bendición y, más aún, me dijeron que se sentían orgullosos”.
Pero el camino del arte no es color de rosa. “Si uno quiere emprender, lo más importante es preguntarse si realmente lo desea, porque las circunstancias te van a retar”. Daza tuvo que adaptarse a una nueva realidad sin ingresos fijos, aprender a gestionar sus proyectos y superar días de incertidumbre.
El 2022 fue un año de crecimiento profesional. Participó en la Feria del Libro, firmó ejemplares, entrevistó a escritores y se posicionó como maestra de ceremonias. Sin embargo, el 2023 le trajo una pérdida devastadora: su hermano mayor falleció de cáncer. “Eso me quiebra horrible”.
A pesar del dolor, continuó con su carrera. “Vivimos en una sociedad en la que te olvidan fácil. Si no eres constante, quedas atrás”. Aun con ataques de ansiedad y episodios de depresión, encontró la forma de seguir adelante. “Nunca paré a nivel profesional”.
La salud mental es un tema fundamental en su vida. “Soy muy partidaria de hablar sobre la salud mental. Como escritora, para mí es normal hablar de estas cosas y no me avergüenza. De niña creía que ser vulnerable era una debilidad. Hoy entiendo que es una fortaleza”.
Hoy, en 2025, Samanta Daza se siente orgullosa de su proceso. “Porque no me rendí”. Actualmente, trabaja en un nuevo libro y en varios proyectos, entre ellos un show poético que se presentará en junio. Su camino no ha sido sencillo, pero ha demostrado que con pasión, disciplina y valentía, se puede vivir del arte.
Su historia es un testimonio de resiliencia, de cómo transformar el dolor en arte y encontrar un refugio en las palabras. “A veces, la vida te reta, pero si algo me ha enseñado este camino es que siempre hay que seguir adelante”, finaliza.