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- 25/05/2023 00:00
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En 1988, un año antes de la invasión a Panamá por parte del ejército norteamericano, fui trasladado para prestar servicios como oficial miembro de las Fuerzas de Defensa, en el primer batallón de infantería de Montaña Cémaco, sede ubicada en la comunidad de La Palma, cabecera de la provincia de Darién en Panamá.
Esta unidad se concibió para resguardar la seguridad y soberanía de nuestra frontera, con el país vecino Colombia. La conformación del batallón Cémaco era en un 90% agentes de la etnia Emberá-Wounaan y el 10% restante era oficiales y suboficiales de otras provincias del país.
Era nuestra primera experiencia en la integración y la comunicación con nuestros soldados de origen Emberá-Wounaan y se marcó en el proceso de instrucción y capacitación para el mejor desenvolvimiento del servicio.
Eran actividades de patrullaje a pie y aerotransportado en la geografía de un relieve netamente selvático en el cordón fronterizo con el hermano país, así como también en las costas norte y sur de la provincia de Darién, en los botes de patrullaje costero (BPC) orgánicos del batallón.
Era mandatorio que las progresiones de adiestramiento por parte de los oficiales instructores se adecuaran; estos debían percatarse antes de los procesos de evaluación, que los soldados habían asimilado y comprendido lo que en el aula se enseñó , en materias puntuales tales como arme y desarme del fusil M-16, lectura de mapas y navegación con brújula, supervivencia en la selva, entre otras materias.
Constantemente el proceso de adiestramiento de los agentes del batallón Cémaco se ponía en práctica en los diferentes patrullajes en el cordón fronterizo, trayendo seguridad y confianza hacia los habitantes de las distintas comunidades que eran visitadas por las diferentes patrullas.
En la realización periódica de estos patrullajes quedaba de manera tangible y evidenciado el valor agregado de tener en los componentes humanos de este batallón de montaña, por ende en la institución, integrantes de la etnia Emberá-Wounaan.
Entre las ventajas que podemos mencionar al contar con estas unidades están: conocían su lengua, eran conocedores de la topografía del terreno selvático e inhóspito de la región de Darién, permitían que los patrullajes pudieran llegar a las comunidades más apartadas de la provincia, que fueran visitadas por elementos uniformados en estos recorridos, conocían sus costumbres, forma de convivir, entre otros factores que permitían recopilar información puntual de inteligencia sobre grupos foráneos al margen de la ley, que se dedicaban al trasiego de droga, tráfico humano, entre otros delitos en suelo panameño.
Definitivamente la información de inteligencia recopilada por las diferentes patrullas en los distintos puntos recorridos permitían intercambiar información puntual con los enlaces de la contraparte del ejército colombiano para la búsqueda de la ubicación de grupos de narcoguerrilla, los cuales tras ser hostigados militarmente por el ejército del vecino país transgredían las fronteras de nuestro país soberano, huyendo del asedio militar que los perseguía para ponerlos a buen recaudo.
Al momento de ingresar de manera ilegal a nuestro país estos grupos foráneos al margen de la ley, imprimían un ambiente de inseguridad y temor a los habitantes y lugareños, aprovechándose de lo apartado de estas comunidades fronterizas.
Mi experiencia adquirida en el batallón Cémaco, el poder haber interactuado con el elemento humano, patrullar en toda la geografía de la provincia de Darién, han sido elementos invaluables para mi trayectoria castrense, porque lo aprendido y convivido –siendo parte de los oficiales que dirigieron a estos soldados– han marcado positivamente mi vida profesional.